domingo, marzo 26, 2006

PILAR: GESTION ZUCCARO: No es un Estado ausente, es un Estado incapaz

PILAR, Marzo 26, (PUNTO CERO-webpilar) En temas clave, el actual gobierno se vio incapaz de generar modificaciones de fondo. Y tampoco sabe administrar los recursos con los que cuenta, casi el doble de lo que tenía la gestión anterior. Incluso, ahora quieren que los vecinos paguen el asfalto. Virar a tiempo o naufragar, esa es la cuestión. Las modificaciones de fondo, son las verdaderas, aquellas que llegan a la estructura misma del problema y que tienden a solucionarlo. Las otras, las que sólo son parches, trocar un matiz por otro o, apenas, enmascarar o maquillar aquello que a la superficie se ve mal, son cuestiones de forma.
Y la gestión del intendente Humberto Zúccaro, en la balanza de los pro y los contras, en esa larga lista en donde se anotan las mejoras y las deficiencias, aparece como un gobierno incapaz.El Estado ausente es aquel que directamente no está. Este, en cambio, dice presente, se muestra, posa para la foto y hasta sonríe. Pero es incapaz de modificar aquellas cuestiones de fondo que en definitiva tienen que ver con el rol primordial de los gobiernos: mejorarle la calidad de vida a las personas.
Se trata, además, de un gobierno que peligrosamente se está alejando del papel Estado que tiene que garantizar la gratuidad y universalidad de los servicios, y se está acercando cada vez más a un ente que, lejos de poder administrar los recursos con los que cuenta, tiene que recurrir al bolsillo del contribuyente para suplir la ausencia de una planificación seria en torno a lo que se quiere de Pilar y cómo se lo obtiene.
Obra pública, transporte, salud, incluso políticas de gestión siguen esperando. ¿Cuánto tiempo más?Obra pública ¿Se acuerda de los 75 millones de pesos en obras que prometió el presidente Néstor Kirchner cuando vino a Pilar, en medio del calor febril de la campaña electoral? ¿A que no sabe cuánto dinero ya se usó para hacer obra pública en Pilar...? Nada. Cero, ni un ladrillo, ni un metro de asfalto, ni un caño de agua nuevo. ¿Y sabe otra cosa más?, ¿cuántas cuadras de asfalto cree que se van a ejecutar con esos fondos? Nos referimos a asfalto nuevo, ahí en esas calles que sólo conocen el polvo y el barro, en la que los chicos «se ensucian las patitas» como le gusta decir al jefe comunal? Ninguna. Sí, leyó bien. Ni una cuadra de asfalto nuevo está previsto que se ejecuten con fondos de Nación. ¿Los mandará provincia entonces? Tampoco. Las obras viales que están en carpeta en el gobierno bonaerense tienen que ver con la reparación de rutas que hoy están como cruzadas por un bombardeo, con pozos (son pozos y no baches) capaces de devorarse incluso a la maquinaria que el gobierno adquirió durante esta semana. ¿Y la «gestión» dónde quedó? Si usted la ve pasar, distraída, por alguna esquina de Pilar avise, la necesitamos.
Ya que hablamos de la maquinaria, no vaya a creer que los flamantes (y en algunos casos no tan flamantes) equipos que compró la comuna van a salir a asfaltar hasta las macetas.
La intención está, claro, pero hay un problemita: no hay una moneda para hacer los pavimentos. Tal es así que al intendente se le cayó una gran idea. Que seamos nosotros, además del pago que hacemos de los impuestos, los que nos hagamos cargo del costo. «Seamos sinceros, hay gente y lugares en donde se podrían pagar, sería una cuota social», opinó Zúccaro en una conferencia de prensa que dio durante la semana pasada. La cuota social treparía a los 50 pesos, aunque podría llegar a los 80, depende de la cantidad de frentistas que se hayan visto beneficiados con las obras. ¿Y el dinero de los impuestos?
Está claro, este es un gobierno incapaz de prever, planificar o al menos imaginar de qué manera va a hacer la infraestructura que tanto se necesita.Y como dato un breve repaso: durante 2005, supuestamente el año de la obra pública, el gobierno invirtió en dicho menester menos del 5% del presupuesto comunal (casi 5 millones sobre unos 100 millones con los que contó Pilar). La mayoría del dinero se usó en unas 200 cuadras de asfalto, tosca, obras de extensión de agua en Peruzzotti y la imprescindible dársena de la avenida Tratado del Pilar (ruta 25), cuyo costo fue de 600 mil pesos.
Con ese mismo dinero, sólo para comparar y no para que nadie se enoje, se podrían haber asfaltado con el sistema de material en frío 75 cuadras, o, si lo prefiere en términos más prácticos, se podrían haber colocado trescientos metros de pavimento alrededor de cada una de las 24 salas de Atención Primaria con las que cuenta Pilar.
«Es prioridad de este Intendente asfaltar las entradas a todas las salitas», dijo Zúccaro el día que se iniciaba el ciclo lectivo de este año. Le faltó decir que ya lo podría haber hecho.

Transporte
Que el colectivo no llega, que no pasa de noche, que las unidades son un desastre y hasta que los choferes no tratan bien a las personas no es nada nuevo. Existen desde que el primer motor escupió humo y comenzó a traquetear, desvencijado, por las penosas calles de Pilar.
Pero esta gestión, como las anteriores, no ha podido mejorar ni un ápice un servicio clave. E incluso no se atreve a cantarle las cuarenta a las empresas lo que corresponde: que cumplan.Al cierre de esta edición el gobierno tenía previsto reunirse con las empresas de colectivos para avanzar en una supuesta mejora del servicio.
Es que en las últimas semanas las quejas por las prestaciones, como ha reflejado este semanario en más de una oportunidad, parecen haberse multiplicado a la décima potencia en todos los rincones de Pilar.
Dicen que, de golpe y sin avisar, llegó una horda de niños de guardapolvo blanco a Pilar y los colectivos no alcanzaron.«Hay que reorganizar todo», le explicó a la prensa el titular de Transporte, Mario Bertachini. Y si bien, nobleza obliga, es cierto que el hombre está hace poco tiempo al frente de la cartera, no es menos cierto que esta gestión ya lleva dos años y medio de trabajo.
La misma gestión que intentó, sin suerte, «regular la situación contractual con las empresas» a fines del año 2004.
Decían por aquel entonces que no se podía sancionar a las empresas porque no tenían contratos y, por ende, cláusulas a las que atenerse. Pero adivinaban que de la mano de una licitación, un contrato, y un pliego de bases y condiciones, la cosa iba a cambiar. Se equivocaron.
Las licitaciones sólo sirvieron para dotar a las empresas de una seguridad legal que hasta el momento gozaban de hecho y, claro, un fuerte aumento de los boletos en algunas de las líneas. Lo demás sigue igual: hacen lo que quieren. Ni hablar de aquellas empresas que tienen como relación contractual un mero permiso precario. Hasta algunos vecinos han denunciado que hacen bajar a los chicos que van la escuela porque «pagan poco y hay que dejar subir a los que pagan boleto de verdad». ¿Qué hace el gobierno? Casi nada, pedirles que tengan a bien subir a todos los chicos y, si es que no les molesta tanto, ajustar las frecuencias y ver si se puede sumar alguna unidad más a los recorridos. «Creo que no sirve sancionar, es mejor hacerles ver que las cosas no se están haciendo bien», se atajó Bertachini. Sin comentarios. ¿Y la estrategia?
Zúccaro apuró un cigarrillo, el enésimo del día, cuando aún no había dejado de fumar, y salió al escenario. Le costó, pero respiró hondo, tomó el micrófono, sorbió un poco de agua que le acercó uno de sus colaboradores y, ante más de 800 personas, bramó: «¡Nos han dejado una pesada herencia de casi 25 millones de pesos de deuda!». Era el 10 de diciembre de 2003 y el jefe comunal transitaba su primer día como Intendente.
Durante el 2004 el gobierno se dedicó, con bastante tino, a acomodar las cuentas municipales y a lograr el aclamado y mil veces aplaudido déficit cero. Y estaba bien. Pero lejos de reducir la deuda logrando que paguen las que deben y no lo hacen nunca, es decir aumentar la base tributaria, lo hizo sacándole fondos a la obra y la salud.
El propio Zúccaro, cuando se cerraba el 2004, admitió las falencias y prometía que el 2005 iba a ser el año de la obra. Pero, como quedó reflejado algunas líneas más arriba, se equivocó. El gobierno parece no tener estrategia. No se le conoce planificación. Hoy, Pilar cuenta con poco más de 100 millones de pesos como recursos, cuando el día que Zúccaro entró por primera vez a su despacho era de 57 millones. De los 100 millones, preste atención, el 75% aproximadamente se va en pago a personal y privatizadas. ¿De cuánto tiene que ser el presupuesto para que se comience a planificar obra con fondos propios? En el gobierno nadie parece saberlo.
En dos años y medio la actual gestión casi no logró aumentar la masa de contribuyentes que tienen sus cuotas al día con la comuna. Sí es cierto que hubo una leve suba, del 28% al 31%, pero se debió, en parte, a que se depuró la cantidad de boletas que se emiten. ¿Cómo es que se aumentó tanto la recaudación entonces? Fácil: de la mano de una profunda reforma fiscal y tributaria que elevó el promedio de pago por contribuyente de 10 a 20 pesos mensuales. Pero el grueso de las obras que se hicieron hasta ahora no salen de la plata de los contribuyentes (por la ex ABL se recaudaron en el 2005 unos 21 millones, casi la misma suma que se llevaron la recolectora de residuos, la firma que se encarga de la iluminación y la distribuidora de la correspondencia).
La venta de calles públicas a los countries, y las donaciones (sí, las donaciones) se usaron para hacer la obra que apenas asomó la cabeza en Pilar durante el año pasado. El Bingo hizo el camino al cementerio de Derqui, la fundación de un country la sala de terapia intensiva del Hospital Sanguinetti y, sólo para citar algunos ejemplos, una empresa de pirotecnia un puñado de cuadras de asfalto en Villa Rosa. Por eso no llama la atención que hoy el Intendente plantee la posibilidad de que los frentistas interesados en tener asfalto lo tengan que pagar. ¿Y los impuestos? A manos de las privatizadas y el personal, ya se lo contamos más arriba.
En el armado de la estructura Municipal el gobierno también ha evidenciado su incapacidad de trazar una estrategia seria, ni siquiera en el mediano plazo. Mover a los funcionarios como si fueran fichas de ajedrez sería una comparación bastante bondadosa, e irrespetuosa para el viejo juego. Porque cada pieza tiene su labor específica, una cualidad que la distingue del resto y que, en definitiva, la hace única. Pero todas responden a una estrategia: jaquear al rey adversario, defendiendo el suyo.Los movimientos que ha hecho el gobierno en las distintas áreas comunales jamás pueden compararse con las que un jugador hace sobre un tablero. No se conocen las cualidades que llevaron a las personas a cumplir tal o cual función (un ejemplo es que se los ponga en cualquier posición como si no importara lo que hacen), y, por ende, no hay capacidad de trazar una estrategia seria: el que hoy está acá, mañana puede estar allá.
Así, a los tumbos y sin un horizonte claro, es que el gobierno del intendente Humberto Zúccaro arrancó la segunda mitad de su mandato. A tiempo está de cambiar el rumbo y dejar de mostrarse como un gobierno incapaz de generar con recursos propios lo que la gente necesita. Incapaz, entonces de administrar, incapaz de llevar a la práctica el «gestión, gestión» que tanto se le escuchó decir. Indicios de mejoras hubo. No hay dudas, pero sólo son endebles signos que, como una casita de naipes, pueden sucumbir ante la menor de las brisas. Llegó el momento de cambiar y de entender, por ejemplo, que nunca una dársena vale más que 75 cuadras de asfalto. Virar a tiempo o naufragar, esa es la cuestión. (PUNTO CERO-webpilar).

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