jueves, octubre 12, 2006

BUENOS AIRES: EL SILENCIO DE HORACIO VERBITSKY. EL LIBRO QUE ENOJO A BERGOGLIO. Por Pablo Dorfman

BUENOS AIRES, Octubre 12, (PUNTO CERO-La Política On Line) Un mundo dentro de un mundo, o como reza la máxima borgeana, un laberinto circular. Hoy, lunes 9 de octubre de 2006, el Tigre esta manso, primaveral y en quietud. Sin embargo, en este mismo paisaje abierto y soleado, durante gran parte de la última dictadura militar se escondió un campo de concentración que el periodista Horacio Verbitsky reveló en el libro “El Silencio”, en el que apuntó directamente al cardenal jesuita Jorge Bergoglio.Releer esta obra no sólo reaviva la inexorable pregunta: “¿cómo fue posible?”, sino que aporta elementos a la comprensión de la coyuntural disputa entre el gobierno del presidente Néstor Kirchner y la cúpula eclesiástica. Eduardo Van Der Kooy deslizó en su columna dominical de Clarín, que Bergoglio estaría convencido que ese libro fue motorizado por el propio Gobierno, al cual el titular del CELS le dio forma de relato descarnado y bucólico.
En “El Silencio”, el autor hace una revelación sin muchos antecedentes en el mundo: la existencia de un campo de concentración en una propiedad eclesiástica. Y sostiene en esa isla del Tigre, llamada "El Silencio", la Iglesia vendió un terreno a los grupos de tarea de la Armada que los utilizaron para esconder allí a los detenidos-desaparecidos de la ESMA, durante la histórica visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1979, a ese predio de torturas.
Precisamente, la semana que pasó se cumplieron 27 años de la llegada de la CIDH al país, lo que fue recordado en un acto por el ministro de Justicia, Alberto Iribarne, y el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luís Duhalde, al considerarlo un hecho de carácter histórico, ya que significó la primer aceptación de una institución internacional de que en el país, la sistemática desaparición y torturas de personas era una realidad.
El libroEn el libro, haciendo gala del viejo oficio del periodismo “duro” de citas y revelaciones testimoniales, Verbitsky retoma como fue el funcionamiento de la Esma, pero se detiene en detalles asombrosos respecto a como la Iglesia colaboró con organizaciones de la represión argentina.Verbitsky señala cómo hacia 1958 desembarcó en la Argentina la primera avanzada de la Cité Catholique, un brazo de una organización monárquica L'Action Francaise creada por Charles Maurras. El jefe de la Cité fue Jean Ousset y tuvo entre sus colaboradores —señala Verbitsky— a un experto francés en acción psicológica, coronel Jean Gardes, quien impuso el concepto de "subversión" para combatir sin ley ni moral a quienes se consideraban enemigos del Estado.
El periodista sugiere que este fue el inicio de un adoctrinamiento de la Armada en las técnicas de la tortura y la represión ilegal, bajo la idea tremenda, compartida entonces por el cardenal Caggiano, de que la guerra anticomunista era "una guerra santa e interna, es decir, contra los ciudadanos".
El libro revela los casos del secuestro y desaparición de Mónica Quinteiro, María Marta Vázquez Ocampo y su esposo César Lugones, de Mónica Mignone y de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics.
En el caso de Yorio y Jalics, el autor se detiene en un prolongado relato para introducir la intriga en relación al cardenal Bergoglio y el secuestro de estos dos jesuitas. El propio Bergoglio lo desmiente, pero el autor basándose en sus fuentes desliza la posibilidad de que el dignatario de la Iglesia haya presenciado una sesión de interrogatorio.
El libro es un vaivén de diálogos escalofriantes y revelaciones inquietantes. La relación entre el Papa Paulo VI y Massera y el rol de un sector del poder eclesiástico, son algunos de los espinosos temas tratados.
Es oportuno señalar que la obra que editó Sudamericana fue publicada cuando el cardenal Bergoglio contaba con fuertes posibilidades de ser nombrado Papa, tras la muerte de Juan Pablo II. Ese contexto y la crudeza de sus letras marcaron el definitivo deterioro en la siempre urticante relación entre el máximo referente de la Iglesia argentina y el primer mandatario, quien mantiene una relación de máxima cercanía con el periodista de Página 12. (PUNTO CERO-La Política On Line).

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