jueves, abril 26, 2007

ELECCIONES 2007. LOS TRES ESCOLLOS DE CRISTINA.


BUENOS AIRES, Abril 26, (PUNTO CERO-La Política On Line) Imponente artículo de Carlos Pagni en La Nación que pone un freno a esta nueva andanada de rumores sobre la candidatura presidencial de Cristina Kirchner. Según el periodista, la senadora enfrenta tres grandes escollos que son la elección porteña de junio, la resistencia que enfrenta en el peronismo y una nueva escalada inflacionaria. Un dato sobresaliente: frenaron 350.000 carteles que anunciaban su candidatura.
Además, Pagni confirma datos arrojados por este medio tiempo atrás. De continuar en la presidencia la primera dama, Carlos Zanini (con problemas de salud) seguiría en su cargo al igual que el vocero Miguel Núñez. Suena firme además el jefe de Gabinete, Alberto Fernandez para continuar, y Mercedes Marcó del Pont o Beatriz Nofal para la cartera de Hacienda. Aníbal Fernández, con un pie afuera, ya suena para el ministerio de Seguridad de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires. Su sucesor podría ser el senador Miguel Pichetto si naufraga en su candidatura como gobernador de Rio Negro. Solo una certeza: muchos nubarrones en el camino para arriesgar lo que vendrá.
Por Carlos Pagni
Rudy Ulloa acaba de cumplir 47 años. Desde que tenía 20 y Néstor Kirchner lo contrataba como cadete en el estudio que compartía con su esposa Cristina y el abogado Domingo Ortiz de Zárate, asiste al Presidente. Rudy es como de la familia. Por eso, sus sigilosos movimientos ayudan a escuchar los latidos de Olivos. Hace una semana pidió instrucciones para empapelar el área metropolitana con los afiches que anunciarían la candidatura presidencial de la primera dama. Pero esos 350.000 carteles volvieron al depósito: "Todavía no". Rudy, claro, obedeció.
Sucede que las aspiraciones mayores de la senadora Kirchner deben sortear todavía tres desafíos: la Capital, el peronismo, la inflación.
Mientras tanto, ella deberá conformarse con esa campaña de cine mudo que la lleva por las capitales de América para sólo retratarse con líderes amigos con la excusa de anunciar algún tratado. Anoche llegó a México, donde el embajador Jorge Yoma le preparó una visita casi presidencial. Hablará en el Colegio de México; la escucharán empresarios; almorzará con el presidente Felipe Calderón, quien también anda necesitado de reconocimiento político, sobre todo de gobiernos "progre": la izquierda de su país lo considera titular ilegítimo del poder. Por eso, el servicio que prestará Cristina lo ofreció hace un mes Michelle Bachelet, quien fue ovacionada por el establishment mexicano. Habrá comparaciones.
Quienes tienen mejor información atenderán a otro detalle: si se produce o no la entrevista personal pedida por el presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Mexicana, Paolo Rocca; desde que estalló el caso Skanska, Techint volvió a alimentar las fantasías persecutorias del Gobierno.
El acercamiento a Calderón, un presidente de la centroderecha del PAN, será un buen ensayo para la excursión del mes que viene: la primera dama cosechará el fruto político de su amistad con las instituciones judías. Los líderes norteamericanos de esa comunidad consiguieron ubicarla en un panel al lado de Condoleezza Rice. Cristina habrá avanzado varios casilleros en el esfuerzo por corregir el ataque de su esposo a Bush en la Cumbre de las Américas de 2005. Para no repetir los errores de su antecesor en aquella oportunidad, el embajador Earl Wayne quiso controlar en persona la operación y visitó a la precandidata. Entre México y Washington habrá una foto con Lula, esta semana, en Buenos Aires.
La senadora Kirchner no se mueve mal en escenarios sofisticados. Lástima que su campaña no esté dirigida a ocupar la Cancillería. Para este objetivo, su candidatura compite aun con la de su esposo, al menos hasta que se superen tres limitaciones importantes:
La primera la plantean los porteños. Desde hace 15 días, el triunfo de Mauricio Macri pasó a ser para la Casa Rosada un mal menor frente al de Jorge Telerman. Allí, el jefe de gobierno es visto como el peor adversario, a tal punto que Kirchner en persona se encarga de quitarle adhesiones: la última fue la del sindicalista Omar Viviani. Pero el riesgo que plantea Telerman no se limita sólo al clima opositor que podría expandirse de la ciudad hacia el resto del país. Su victoria podría fortalecer la candidatura presidencial de Elisa Carrió, su flamente aliada. Y no es lo mismo que en octubre Cristina se someta a una polarización con Roberto Lavagna que a otra con Carrió. Problemas de carácter.
El segundo test para la candidatura de la senadora por Buenos Aires lo plantean los peronistas. El Frente para la Victoria puede ser una buena denominación de fantasía. Pero el gobierno actual se sigue estructurando en torno a la liga de caciques del PJ. El ejemplo más reciente llega desde Salta: Kirchner le pidió a Juan Carlos Romero que convocara a elecciones junto con la Nación para asociarse al seguro triunfo del gobernador como senador de la provincia.
Ni a Juan Perón le fue bien cuando quiso poner a alguna de sus esposas en la fórmula. En el PJ, la candidatura de la esposa del Presidente es vista casi como extrapartidaria. Por eso, en Olivos comenzaron a revisar la combinación con el radical Julio Cobos. El gobernador de Mendoza presenta algunas debilidades: la fractura de su partido podría abrir el paso al senador peronista Celso Jaque. Con esta excusa, Kirchner hizo medir la imagen pública de Carlos Reutemann y de Felipe Solá. El santafecino consiguió el 30% de aceptación y Solá, el 15. La negociación con el PJ para que asimile a la esposa del Presidente ya está abierta.
El tercer problema es más complejo. Tiene que ver con la gestión económica, que ha comenzado a revelar su falta de consistencia con un síntoma tan relevante para la política como es la inflación. No se trata sólo de mantener o relevar a Felisa Miceli. Hay medio gabinete que apuesta a que ella integrará la lista de diputados bonaerenses y que en su reemplazo habrá otra mujer: Beatriz Nofal o Mercedes Marcó del Pont.
Es un acertijo tan irrelevante como otros. Se sabe que Carlos Zannini seguirá en su puesto a pesar de que su salud está convaleciente. Es inamovible, como Miguel Núñez. Alberto Fernández también conservaría su sede en el palacio, aunque un triunfo porteño de Telerman afectaría su gravitación y su humor. Se sospecha que el otro Fernández, Aníbal, dejará Interior. Sobre todo después del increíble chiquero en que introdujo a la relación con la Justicia. Todo por no consultar a un abogado. Este Fernández ya comenzó a negociar con Daniel Scioli alguna aproximación con la política de seguridad provincial. ¿Quién iría en su reemplazo? ¿Miguel Pichetto, si pierde en Río Negro, como supone o desea el Presidente?
Jorge Taiana, que ayer aguardaba a Cristina en Tulum, es candidato a secundar a Scioli. ¿Quién lo sucederá en la Cancillería? Un reto interesante para un elenco casi por completo monoglota. Mucho más decisiva es la continuidad de Julio De Vido o su regreso como candidato a la desobediente Santa Cruz, que algunos rumorean, algo que obligaría a Cristina a convivir en el gabinete con su cuñada Alicia, a quien dedica una tensa indiferencia.
Cualquiera de estos enigmas carece de significado si antes no se resuelve uno más importante: si habrá o no un cambio en la gestión de la economía ya que la inflación golpea más fuerte a la puerta de las familias. El último indicio de esta contrariedad apareció el viernes, con la urgencia de Kirchner por demostrar que controla un precio crucial de la economía: el salario. Se seguirá discutiendo si lo que se acordó con los sindicalistas amigos fue un 16,5% o más de aumento. También importa conocer cuánto pagará el Tesoro esos ajustes. Habrá más subsidios a las obras sociales para que no se desboquen los sueldos y también a las empresas de transporte, para que cumplan la mejora salarial sin aumentar el boleto.
¿Hasta cuándo esa política se puede sostener sin extenuar la caja con la que Kirchner se mueve, con escasos modales institucionales, en todas las regiones de la política? Y la cuestión central: ¿se puede controlar la inflación sin modificar una política monetaria como la que conduce Martín Redrado, quien consagró una tasa de interés que corre detrás de los precios e induce de esa manera a consumir más?
Proyectar el panorama actual sobre los próximos dos o tres años lleva a imaginar un poder sindical en aumento, gobernadores reclamando por remesas de dinero cada vez más esquivas y empresarios en busca de tarifas y precios que sustituyan el actual régimen de subsidios.

¿A quién es preferible tener en la Casa Rosada cuando se escuchen esos crujidos? Con Miceli o con Fernández, con De Vido o sin De Vido, ésta es la pregunta que debe contestar Kirchner antes de tapizar los paredones del conurbano con la imagen de su esposa en los afiches de Rudy. (PUNTO CERO-La Política On Line).

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