sábado, octubre 06, 2007

MAR DEL PLATA. La publicidad callejera linda con el caos. Un mercado que cada vez es más rentable para algunos pocos


MAR DEL PLATA, Octubre 06, (PUNTO CERO-La Capital) Los partidos políticos hacen uso y abuso de un esquema que, al menos en la ciudad, parece haberse salido de madre. El desorden no es ajeno a un negocio que mueve millones de pesos.
El espacio público marplatense se ha convertido durante estas últimas semanas en una gran vidriera desde la cual los candidatos que competirán en las elecciones del próximo 28 de octubre exhiben sus sonrisas, sus rostros y hasta sus figuras.
Es que para esta campaña los recursos publicitarios se multiplicaron: a los tradicionales afiches callejeros se les sumaron gigantografías artísticamente iluminadas por las noches y hasta enormes carteles inflables que reproducen a los candidatos a cuerpo entero.
Son, literalmente, millones de pesos destinados a "instalar" en el imaginario popular la imagen de los candidatos. Y los medios utilizados para tal fin demuestran un despliegue de recursos y de imaginación pocas veces vistos en otras campañas electorales.
La contracara de esta situación es una ciudad cada vez más contaminada desde lo visual, en la que no se respetan parámetros estilísticos, urbanísticos ni de seguridad y en la que el negocio publicitario parece no tener otro control que el que se imponen mutuamente sus distintos actores.
Todo esto ocurre, por otra parte, en un mercado que no tiene demasiados participantes: la Municipalidad informó a este medio que las empresas habilitadas para operar con cartelería en la vía pública sólo son diez. Se trata de Publicidad Sarmiento S.A.; Elipra SRL; Compañía Meca Saic; O.G. Publicidad SA; Noroeste Publicidad SA; Bigshot SRL; Pinta Baires SRL; Via Cart SA; Dubling Group SA y Gutiérrez Paula Delfina.

Falta de código
Según pudo averiguar LA CAPITAL, el actual caos visual tiene su origen en una especie de vacío legal: a diferencia de otras ciudades argentinas, Mar del Plata no cuenta con un Código de Publicidad.
Aunque están en vigencia algunas ordenanzas que ponen ciertos límites al tema -ver aparte- no existe un marco específico que regule, por ejemplo, la cantidad de avisos que pueden existir en determinado espacio para no producir contaminación visual.
Desde distintos sectores se ha insistido en la necesidad de sancionar un Código de Publicidad. No habría que empezar de cero: en 1997 una comisión especialmente convocada por el Ejecutivo municipal elaboró una propuesta completa que reglamentaba toda la actividad y hasta establecía que tipo de publicidad podía realizarse en cada zona.
A pesar de contar con el respaldo de varios bloques opositores, el proyecto no fue aprobado. "Nunca entendimos por qué no seguimos avanzando con el tema -recordó Gustavo Pulti, concejal de AM-. Después de ese año nosotros reflotamos el tema periódicamente, pero hasta ahora no tuvimos éxito. Creemos que la actividad está desregulada de hecho y que eso produce un descontrol que no le hace ningún bien a la ciudad".
El concejal del URI, Julio Lobato, coincidió en que es necesario legislar en la materia. "La publicidad en Mar del Plata es un caos -afirmó-. Durante la campaña, se nota más pero es un problema que viene de larga data. Hay demasiada agresión visual y además están en juego factores de seguridad. Debería consensuarse un proyecto y ponerlo en marcha".

Incremento sin estadísticas
Lo cierto es que la ciudad sigue careciendo de un código y que el resultado de esta falencia fue una multiplicación sin control de los espacios destinados a la publicidad en la vía pública.
Una prueba de lo anterior es lo que sucede cada vez que una estación de servicio debe ser cerrada, ya sea por remodelaciones o por cambio de actividad: los vallados con que se las rodea quedan automáticamente cubiertos por cartelería publicitaria.Algo similar ocurre con las obras en remodelación o los terrenos desocupados: sistemáticamente se ven rodeados por cartelerías de los más variados tamaños y colores.
Esta situación, que quedó en evidencia durante esta campaña electoral pero que tiene larga data, fue reconocida a LA CAPITAL por Silvia Renzi, jefa de departamento de Actividades Económicas, Tasas y Derechos Varios.
La funcionaria confirmó que "en este momento hay más carteles que en otras épocas", aunque dijo no contar con datos estadísticos que mensuren dicho incremento.
Según la funcionaria, el último censo realizado sobre el tema arrojó que existían 22.500 metros cuadrados de cartelería de publicidad en la vía pública marplatense, aunque esta cifra no incluye las estructuras especiales como los letreros ubicados sobre techos de edificios o en las paradas de colectivos.
Otra manera de dimensionar el incremento es apelando a los ingresos que percibe la comuna por Publicidad y Propaganda. En efecto, estos pasaron de 1,23 millones en 2003 a 2,7 en 2006: un aumento de más del 100%.

Los viejos afiches
Hasta aquí, el fenómeno en su conjunto. Sin embargo, al analizar la problemática de las publicidades hay que diferenciar varios rubros, como son los carteles de la vía pública, las estructuras de alto y los novedosos inflables.
Según afirman quienes conocen el negocio, de todos estos subgrupos el más caótico actualmente es el de la cartelería en sus distintas versiones: desde los cubri-obra hasta los séxtuples, pasando por los carteles tradicionales de 2 metros de ancho.
Esta actividad es desarrollada actualmente en Mar del Plata por las empresas mencionadas más arriba. Cada una debe estar habilitada por la comuna y se diferencia de las otras por el color de sus marcos: esto sirve para que el personal de Hacienda pueda saber la cantidad de carteles instalados por cada firma.
Un detalle a tener en cuenta es que las empresas no tienen un cupo máximo: mientras cumplan con los pocos requisitos existentes, pueden instalar la cantidad de carteles que quieran.
La teoría indica que para ello deben acordar con los privados a los que pertenecen las estructuras que les servirán de sostén -pueden ser los muros que rodean a terrenos baldíos, las vallas que rodean a las estaciones de servicio que están siendo remodeladas o reformadas o las obras en construcción, entre otras- y luego presentan ante la comuna una declaración jurada puntualizando su stock.
Sin embargo, quienes están en el negocio denuncian que no siempre se hace así. "Muchos colocan carteles sin acuerdos de los propietarios -afirmó un conocido empresario del sector-. Otros no tienen los seguros que corresponden (¿quién paga si un cartel se cae sobre un apersona y la mata o la deja inválida? se preguntó) y la gran mayoría declara muchísimos menos carteles que los que realmente tiene".
Otro aspecto a tener en cuenta es el estado de la infraestructura: "Hay carteles que no dan para más y que ni siquiera se usan pero que igual se dejan porque nadie pide que los saquen y esa es una forma de marcar territorios que en verano valen mucha plata -relató la fuente-. En las ciudades en las que realmente hay control, eso no pasa".
A esta inmensa jungla de carteles hay que sumarles las otras versiones de publicidades callejeras -ver aparte- que, aunque no tan polémicas, hacen un aporte tanto o más importante a la contaminación visual de la ciudad.
Un tema por el cual, al parecer, no muchos parecen preocuparse.

Números polémicos
Quienes tienen algún punto de contacto con la actividad publicitaria afirman que los números con relación a la publicidad en Mar del Plata son muy poco creíbles, tanto cuando son públicos como privados.
Uno de los principales motivos sería la subdeclaración. Como se mencionó, la normativa vigente establece que las empresas habilitadas para instalar cartelería fija en el partido de General Pueyrredon deben presentar declaraciones juradas informando sobre la cantidad de carteles que tienen instalados. Sobre ese total, deben abonar un tributo.
Controlar que esa declaración se corresponda efectivamente con la realidad es obligación del equipo de inspectores de la Secretaría de Economía y Hacienda, en tanto que ejecutar la extracción del cartel, en caso que esté en infracción, es tarea de Inspección General. Sin embargo, quienes siguen de cerca el negocio afirman que ese control es "fácilmente eludible".
Distinta es, obviamente, la visión desde el oficialismo. Claudio Gómez, titular de Inspección General, afirmó que durante su gestión se han retirado "cientos de carteles", aunque opinó que "el tema debe estar bastante prolijo, porque hace tiempo que no nos piden que saquemos demasiados carteles".
No siempre fue así. Según el funcionario, hubo una época ("alrededor del 2000" recordó) en que el depósito de Inspección General estaba lleno de carteles. "Había una especie de guerra entre las empresas que se dedican a la publicidad, a ver cuál instalaba más carteles sin declararlos. Nos cansamos de sacárselos. Después se tranquilizaron bastante".

Guerras sucias
Con el inicio de la campaña electoral, la calle se convirtió en el escenario de una verdadera "guerra sucia" entre los partidos políticos, que apelan a cualquier recurso para difundir las imágenes de sus candidatos.
Así es como en los últimos días debieron rescindirse varios contratos firmados con las empresas que manejan la cartelería callejera. "La propia agencia admitió que no puede garantizar que los afiches duren más de un día -relató a LA CAPITAL un dirigente que prefirió no difundir su nombre-. Es que los ponen a la tarde, y a la noche ya tienen otro afiche pegado encima".
Ante esta situación, casi todos los partidos cuentan con sus propias cuadrillas que compiten, noche a noche, para ver quién logra pegar más carteles.

Aunque a nivel vereda la competencia es más fácil, la guerra también llegó a los denominados "carteles de alto": algunos propietarios han denunciado verdaderos "aprietes" para cerrar contrato con uno u otro partido. (PUNTO CERO-La Capital).

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