jueves, diciembre 13, 2007

Opinión: Palabra a cumplir. Por Gabriel Russo.


BUENOS AIRES, Diciembre 13, (PUNTO CERO) Ya Cristina es la nueva presidenta, Daniel el gobernador y Mauricio el jefe de la ciudad de Buenos Aires. Todos han asumido. Todos han partido desde la ética y el afecto para iniciar con sus discursos sus respectivas gestiones.
Las palabras más sentidas correspondieron a Cristina Fernández. La esposa de Néstor con una sinceridad que incomodó a parte del sistema marcó el territorio político. Cincuenta y tres minutos bastaron en el Congreso Nacional para que la masa dirigencial escuchara en cadena la línea editorial de la nueva presidente.
“No voy a ser el gendarme de la rentabilidad de los empresarios”, afirmó ni “tampoco voy a participar en la interna sindical”. Con esta frase fijó posición en el tema económico ante la atenta mirada de algunos empresarios y la ausencia de Hugo Moyano el titular de la CGT.
El presidente uruguayo también tuvo lo suyo. “Agradezco la presencia del presidente Tabaré Vazquez pero debo expresar, con total sinceridad, mi enojo hacia la posición tomada. Argentina seguirá insistiendo ante los Tribunales de la Haya ya que Uruguay violó el pacto del Rió Uruguay en el conflicto de las pasteras”, expresó Cristina ante un titular uruguayo que permanecía en silencio y en un rincón legislativo.
La escuela pública también fue mencionada.: “Tanto el presidente Kirchner como yo somos hijos de la escuela pública y gratuita, somos hijos de trabajadores y ahora somos presidentes. Pero la escuela donde concurría yo no es lo mismo que las actuales. Nosotros concurríamos a escuela donde el maestro sabía más que el alumno y donde la perseverancia, la concurrencia a diario a clase, el esfuerzo y el trabajo eran moneda corriente. No hay, no existe financiamiento estatal que reemplace la capacitación. Podemos darle el doble o triple de presupuesto a la educación pero no tendrá sentido si no existe capacitación y formación”.
La ética, los valores, el afecto y las lágrimas pusieron el color al discurso de la primera presidente mujer que es elegida por el pueblo. Y si la gestión se basara en el discurso, cumpliendo la palabra, seguramente será un éxito. No hay que olvidar que el país que encuentra Cristina tiene metas a cumplir. Entre ellas acabar con la inseguridad, hoy el 62 por ciento reclama este ítem, el 35 por ciento se preocupa por la educación, el 23 por la salud, el 19 por la desocupación, el 10 por la inflación, el 7 por los salarios, el 5 por la crisis energética, el 4 por la corrupción y el 3, 8 por el trabajo en negro. Todos estos porcentajes desaparecerían en forma automática si el discurso inaugural se cumpliera a rajatabla.

AUSTERIDAD PORTEÑA
Mauricio Macri asumió con el 67 por ciento de las escuelas colapsadas, 350 mil personas en emergencia ocupacional, 7 por ciento de desocupación, 7 por ciento más de basura que se envía a los rellenos del CEAMSE, 319 por ciento de crecimiento en la recaudación de impuestos, 24 denuncias por robo por hora, 930 violaciones anuales , 31.354 delitos contra las personas, 8800 de consumo de drogas y un 35 por ciento de los pacientes que se atienden en los 33 hospitales porteños provienen del GBA. Sin encuestar y al vista encuentra una ciudad sucia, sin hospitales cuidados, con 120.000 empleados públicos y el presupuesto más alto después del nacional.
También Macri en su discurso inaugural habló desde el campo de la ética. Elogió, en parte, al presidente saliente y marco un territorio político en base al debate y a la conciliación. Pidió austeridad a sus ministros y felicitó a la nueva presidenta. También si cumple con sus palabras de concretar soluciones y dar más cabido a los hechos que a las palabras será un gobierno de lujo. Pero esto recién empieza.
Siempre los discursos han emocionado, siempre han arrancado lágrimas y siempre diagnosticaron futuros grandes gobiernos que se han convertido en su gran mayoría en grandes fracasos. Es el deseo de este medio que esta vez sea la excepción a la regla. Como decían nuestros abuelos no hay satisfacción mayor que haber cumplido con la palabra. (PUNTO CERO).

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