lunes, febrero 04, 2008

SAN ISIDRO. MILONGA CALLEJERA EN MARTÍNEZ

SAN ISIDRO, Febrero 04, (PUNTO CERO) Mientras unas 80 parejas se animaban a sacarle viruta al piso en la plaza 9 de Julio. Sita en Monseñor Larumbe y Necochea, Martínez, donde todos los domingos desde las 19,30 se viene desarrollando la “Milonga Callejera”, una nueva propuesta de la comuna sanisidrense, a través de su Dirección General de Cultura, el intendente municipal, Dr. Gustavo Posse, indicaba al periodismo que “esto es una muestra, una parte, una página de todo lo que San Isidro intentar aportar, ofrecer en todos los niveles, en todas las opciones, en todos los gustos y para todas las edades, desde la cultura. Lo importante, es que lo que se haga sea de calidad”, añadió el jefe comunal.
En tanto las parejas seguían danzando, ahora al ritmo de otra inconfundible milonga, el Dr. Posse, acompañado por la titular de Cultura de la comuna, Eleonora Jaureguiberry, reconocía sus preferencias tangueras. “Hay generaciones enteras que disfrutan del tango y generaciones que no lo vivieron al tango de menores, a las que luego les empieza a gustar. Este es un hecho, fuertemente urbano, que se da en toda la Argentina. Y entonces, el hecho de que se enseñe –y no es fácil el aprendizaje para el que no se hizo de chico- y que se haga con calidad y con calidez, me parece que es una opción”, señaló el intendente en declaraciones al periodismo.
“Lo importante es que existan opciones; por eso lo de los conciertos, los del cine, los talleres de las Casas de Cultura para aprender oficiones y actividades plásticas”, añadió el jefe comunal.
Tras que le recordaran que el fallecido Melchor Posse y había escrito varios tangos (“A mi San Isidro”, “Segui como sos”, que entonaba con su vozarrón el también desaparecido Oscar Alonso, amigo del extinto ex jefe comunal, al igual que Roberto Rufino; Posse sostuvo que “mi padre se daba el gusto de intentar componer y lo disfrutaba mucho. Y al haber nacido en un hogar donde estaba tan cercana esa gente y esa cuestión de la cultura popular, uno obviamente lo disfrutaba. Papá escribía mucho todo el tiempo; disfrutaba del puño y letra. A los amigos, en general, les dejaba mensajes y preparaba notas. A mí, de hecho, me dejó muchas”, concluyó. (PUNTO CERO).



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