martes, marzo 31, 2009

Elecciones y devaluación, el peligroso cóctel que armó Kirchner

BUENOS AIRES, Marzo 31, (PUNTO CERO-La Politica On Line). Entre los economistas, se considera inevitable una devaluación después del 28 de junio. Se habla de un dólar a 4,5 pesos, en el mejor de los escenarios. Fuga de divisas, caída de la recaudación, pérdida de competitividad, algunas de las variables que amenazan el modelo kirchnerista. El límite que trazó Martín Redrado para seguir en el Central.
“Creemos que después de las elecciones el dólar lo van a poner en 4,50”, afirmó a La Política Online el directivo de uno de los bancos más importantes del país. La versión en rigor es de las más optimistas. Hoy el dólar en el mercado paralelo se aproxima aceleradamente a los 4 pesos. Así que llevarlo de un golpe a 4,5 no sería ninguna revolución.
El problema con una medida de este tipo es la memoria colectiva del argentino, que detrás de una devaluación no ve la corrección final de la moneda, sino el inicio de una escalada y agudiza el efecto que se quiere evitar, estos es la corrida al dólar, que a su vez provoca la disparada de las tasas para neutralizarla, que vuelven imposible el crédito y paralizan así la actividad.
“Si ponen el dólar a 4,5 pesos de un saque, la gente va a pensar que la semana que viene se va a 6 pesos y ahí ya estamos metidos en un quilombo”, afirmó a La Política Online un técnico del Banco Central, con el lenguaje gráfico de la City.
La presencia de Martín Redrado en el Banco Central es una de las pocas garantías que quedan al kirchnerismo para mostrar al mercado alguna racionalidad económica. Esta semana, volvieron los rumores de su renuncia, pero todavía no es el momento.“Martín está convencido que la actual política de mini-devaluaciones diarias es lo que hay que hacer. Mientras pueda mantener esa decisión y no le pidan que haga locuras va a seguir. Pero ni loco rifa todo el prestigio internacional que construyó. Antes de hacer un disparate se va”, afirmó a La Política Online un amigo y asesor del titular del Banco Central.
Se entiende que “un disparate” para Redrado sería implementar una fuerte devaluación, como proponen sectores kirchneristas –y algunos de la UIA- que apuestan a un “oneshot” que “corrija” la pérdida de competitividad de la economía local, le mejore las ganancias al campo, y afloje la presión sobre el gasto público. Semanas atrás El Cronista Comercial reveló esta idea y ubicó la devaluación en un 30 por ciento. Hay que conceder que sería muy complicado para Redrado seguir hablando de las bondades de la “flotación administrada” en ese escenario.“
Si todos los problemas de la economía se resolvieran devaluando sería fantástico y lo harían todos los países del mundo”, agregó con ironía la fuente del Central.Sin embargo, en los principales bancos de la City estiman como un escenario muy probable que Estados Unidos termine saliendo de la crisis global con más inflación. Efecto económico que sin dudas se sentirá en todo el mundo y en particular en la Argentina.
Qué pasa en los bancos
Nadie pone hoy en duda la capacidad del Central para determinar el valor del dólar. Pero los especialistas recomiendan mirar la tendencia. La gente común –no sólo los grandes empresarios-, están retirando su dinero del banco y comprando dólares. Las reservas, aunque lentamente, bajan.
No existe hoy la posibilidad de un nuevo corralito. Es más, muchos bancos tienen más dinero que la totalidad de sus préstamos. Lejos de ser una fortaleza es la foto de un negocio que –salvo por los préstamos a tasa subsidiada que direcciona la Anses- está muerto. Como los llama el economista Nouriel Roubini, son la versión local de los bancos-zombi, instituciones que vegetan sin cumplir su rol, en este caso movilizar el dinero de los ahorros a la economía real.
Nadie que se dedique a un negocio lícito puede tomar préstamos a una tasa que supera el 20 por ciento, muy pocos negocios alcanzan esa rentabilidad. Se trata de uno de los cuellos de botella que enfrenta el “modelo productivo”, que la plata del Anses –si bien sirve de paliativo- no logra resolver.
Pero hay otros.
Porqué es necesario devaluarRoberto Frenkel es uno de los economistas argentinos que más concienzudamente estudió las políticas devaluatorias. Cercano al gobierno, hace meses que viene advirtiendo sobre el “atraso cambiario” que vive el país. En una columna publicada en La Nación se atrevió a poner en blanco sobre negro lo que se habla por lo bajo, la posibilidad de una fuerte devaluación después de las elecciones.
Frenkel afirma que “hay buenas razones para esperar un aumento importante del tipo de cambio. El tipo de cambio real multilateral se apreció un 20% desde comienzos de 2007, de modo que recibimos el impacto de la crisis internacional con el tipo de cambio real más bajo alcanzado desde que cayó la convertibilidad, justo al revés de lo que había que hacer”. “Además, la situación fiscal no es holgada y tampoco la disponibilidad de moneda internacional para los compromisos financieros. Un aumento del tipo de cambio real contribuiría a aliviar esas restricciones.
También contribuiría a incrementar la protección del empleo y de las industrias que compiten con importaciones y a mejorar la situación del sector agropecuario y suavizar el conflicto”, concluye. Exactamente la visión que refuta la actual conducción del Central.En el mercado se afirma que Néstor Kirchner adelantó las elecciones no sólo porque se espera un segundo semestre en el que la crisis impacte fuerte en la producción y el empleo, sino porque el gobierno ya no tiene capacidad para “aguantar” el tipo de cambio actual hasta octubre.
El año pasado el país sufrió una fuga de dólares de unos 23 mil millones, superior a la que vivió la Argentina en el 2001. El Banco Central no perdió reservas porque todavía se contaba con un fuerte superávit comercial. Este indicador también entró en zona de riesgo, por los efectos de la crisis global sobre el comercio y el conflicto con el campo, entre otras razones.
Los productores ya han dejado trascender que difícilmente liquiden la soja que conservan, hasta después de las elecciones. O peor aún, hasta que se consolide una nueva mayoría parlamentaria –eventualmente en diciembre- que baje las retenciones. Son divisas que ya no se cuentan para frenar el dólar.
Así las cosas, Kirchner enfrenta en rigor dos desafíos simultáneos que pueden potenciarse en su contra y retroalimentarse, por la temeraria decisión de anticipar las elecciones. La lucha política y la presión devaluatoria se han citado para el próximo 28 de junio, se verá que le depara al país, tan inquietante café.

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