viernes, enero 07, 2011

UN CLÁSICO PARA EL VERANO. ARGENTINA. TODOS SOMOS OBSESIVOS.

Llega “TOC TOC” a la escena porteña. En un consultorio seis pacientes conviven con sus trastornos compulsivos. Dirige Lía Jelín, que ya la presentó en México. Aquí, cada intérprete analiza a su personaje.

Al finalizar un ensayo con el elenco porteño de TOC-TOC , comedia del francés Laurent Baffie estrenada en París hace cinco años, Lía Jelín apura la entrevista porque debe comenzar una carrera por la ciudad de Buenos Aires para llegar a su sesión de psicoanálisis. Todo cierra por estos días para la directora que tiene a la terapia como clara referencia tanto en la ficción como en el plano de lo real. La obra que dirige por segunda vez -ya la estrenó en México- recurre a las diversas ramificaciones del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) a través de seis pacientes en la sala de espera de un tal doctor Cooper.

A partir del 7 de enero los TOC serán interpretados por Mauricio Dayub, Daniel Casablanca, Melina Petriella, Maria Fiorentino, Gimena Riestra y Diego Gentile. “Son pacientes que pagaron un adelanto de la sesión y nadie se quiere ir -cuenta Jelín-. Pasa el tiempo y la secretaria, interpretada por Jorgelina Vera, les avisa que el doctor salió de Miami, pero el avión nunca llega. Mientras esperan empiezan a aflorar en ellos todos sus TOCs y deciden curarse contándose las experiencias de cada uno. Es un texto que tiene mucho en común con A puerta cerrada , de Sartre. Y creo, además, que va en el camino de Gorda , de Neil La Bute, que si bien es una comedia trabaja sobre los prejuicios.” La directora define el humor del espectáculo como cartesiano debido a que Laurent Baffie “provoca una secuencia humorística milimétrica, muy cerebral y a la vez, sarcástica. Si ves la versión europea, los personajes están la mayor parte del tiempo sentados. Nosotros navegamos otra intención, con un acento puesto en el aspecto más físico. Todos tenemos TOCs vinculados al sentido del orden, o a la limpieza, pero cuando esto se exacerba se plantea otra realidad que complica mucho la vida”.

TOC-TOC tuvo versiones en otros países, latinoamericanos y europeos, y ha funcionado con diversos matices. Una de las situaciones que definen al espectáculo es claramente la identificación que provocan estas patologías en el espectador; características que son llevadas al extremo en el escenario: un hombre que no para de insultar, otro obsesionado con los números; una mujer que verifica cientos de veces la misma cosa; otra más joven que repite dos veces lo mismo hasta el hartazgo. Y, por cierto, en una sociedad como la porteña, con altas dosis de consumo de psicoanálisis, la obra tendrá obligadamente una lectura particular. “En el DF mexicano, por ejemplo, el público es más ingenuo que el espectador de Buenos Aires: nosotros tenemos un psicoanalizado cada diez y allá lo tenés cada diez mil. Eso exige hacer una puesta muy inteligente que trabaje mucho la sutileza”, concluye Jelín.

Daniel Casablanca, integrante de Los Macocos, explica que “es una comedia fina, donde el humor surge de la angustia, el patetismo y el cariño hacia estos personajes que hacen un esfuerzo enorme para ir a esa terapia y se ilusionan con que sus padecimientos tengan una posible cura. Hay algo morboso en ese humor, claro, porque trabaja sobre cosas que se pueden reconocer fácilmente, pero que le da la opción al público tanto de identificarse como de ser ajeno. Mi personaje, por ejemplo, decide no reconocer su enfermedad”.

Casablanca interpreta a Camilo, un taxista, perito mercantil, obsesionado con los números y los cálculos. “El tipo se ganó el Quini 6, se compró cinco taxis y él maneja uno porque es el lugar ideal para contar todo: líneas, velocidades y trayectos, semáforos -dice el actor-. Llega al consultorio porque su mujer le consigue un turno, ya que no lo aguanta más”. El actor explica la diferencia entre la comedia que se apresta a estrenar y el registro humorístico que trabaja en Los Macocos: “estos ensayos me plantearon un desafío, porque yo estoy emparentado con el show y la complicidad directa con el público. Y TOC- TOC es una clásica comedia de cuarta pared, donde no podemos hacer guiños ya que trabajamos exclusivamente con cierta verdad.

Y eso es lo que hace reír; no el chiste, sino la situación de vida en que se ven envueltos los seis pacientes. El espectáculo es una coreografía de tres actos que requiere un trabajo previo, interno en cada uno de los actores, vinculado a la angustia. Y ese espacio de dolor tiene que ser bien transitado porque es desde ahí que la comedia puede brillar”.

Entre las actrices, Gimena Riestra interpreta a Blanca quien realiza excesivos rituales de limpieza. “Creo que todos estos síntomas son producto de tanta información que cae de golpe, se ponen nombres a cosas que antes eran naturales y eso provoca miedo y situaciones absurdas. También te vuela la cabeza. La obra provoca risa al transmitir al espectador la posibilidad de tener en un espacio público, como una sala de espera, a un tipo que no para de putear, o que no puede tocar ninguna raya en el piso y anda a los saltos”. Este padecimiento vinculado a la simetría involucra a Otto, interpretado por Diego Gentile, quien señala que una de las claves de la puesta es que “cuanto más trágicos sean los síntomas de los personajes, provocaremos más risas”.

En ese sentido, Mauricio Dayub, a cargo de un personaje que no deja de insultar, explica que “es una obra coral que exige una alta conexión entre los actores ya que todos estamos permanentemente en el escenario”. Y, además, Dayub dice que se reconoce en algunos síntomas que despliega TOC TOC . “Tengo un poco de cada uno: el orden, la limpieza, los rituales de verificación. Yo, como espectador, me sentiría identificado en muchas cosas. Pero coincido con Riestra: hay exceso de información. Por ejemplo, en lo cultural uno nunca llega a ver todo lo que se estrena en cine y teatro. No llegás porque hay demasiado. Y esa abundancia y ansiedad por llegar a todo provoca angustia. Pienso que esta necesidad de empacho cultural que se está gestando en la actualidad también puede ser un TOC”.

La madre de la actriz Mariela Petriella es psicóloga y leyó el texto de Baffie. “Hablamos bastante sobre los síntomas, pero no le pedí que vea ningún ensayo porque espero que se sorprenda con el resultado final de la puesta”, cuenta la actriz que desarrolla en escena a Liliana, quien no puede parar de repetir dos veces el final de cada frase que le dicen los demás.

Por último, María Fiorentino dice que tiene cierto paralelismo en su vida con su personaje, obsesionado con la verificación. “Tengo ataques que me dan por verificar, por ejemplo, las llaves. También con el orden que, en mi caso, deriva en todo lo contrario. Si ordeno la biblioteca cuando salgo de casa dejo todo desordenado. Eso es un TOC suavizado. También pienso en lo extremo y absurdo de los porteños cuando, con el brote de Gripe A, por ejemplo, la gente iba por la calle con barbijo y un cigarrillo en la mano”.

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