jueves, octubre 27, 2011

Causa-Consecuencia: La intervención kirchnerista y la explosión de los lácteos

Los precios de la leche y sus derivados están cada vez más lejos del poder adquisitivo de la mayoría de los argentinos. La política de control de precios del Gobierno desalentó la producción y produjo una enorme liquidación de rodeos vacunos. La lenta recuperación del sector, la amenaza inflacionaria y los ganadores y perdedores del negocio.
Tal como ocurrió con los precios de la carne -que de un momento para otro explotaron en 2010-, los valores de la mayoría de los productos lácteos se encuentran desde hace un tiempo cada vez más lejos del poder adquisitivo de la mayoría de los argentinos.
Según consideran analistas consultados por La Política Online, esto ocurre porque el mercado lácteo viene atravesando sucesivas intervenciones por parte del Gobierno nacional que impidieron generar un marco de transparencia en el sector.
“Hay mucha preocupación, porque en un contexto inflacionario, cualquier baja o mantenimiento de precios repercute sobre el futuro inmediato de las cuentas”, comentó el analista lechero y asesor de CRA Juan José Linari.
Los vaivenes de precios que viene registrando la industria láctea en su conjunto es una señal de alerta para el kirchnerismo. Tal vez por este motivo Cristina no pudo imponerse en las elecciones en algunas de las principales zonas ganaderas y lecheras.
Para Marcos Snyder, especialista en lechería y consultor privado de empresas, “lo que hace falta en la Argentina es un plan integral a largo plazo que sea respetado por los distintos gobiernos que vengan independientemente del color político”.
La producción de leche en el país durante el presente año 2011 se ubicará en el orden de los 11.000 millones de litros versus 10.100 millones registrados el año pasado, según estimaciones que se manejan en el sector privado.
En este contexto, cabe preguntarse, ¿por qué si se registra un notable aumento de la producción de leche en el país, los precios al consumidor continúan aumentando, inclusive, por encima de la inflación real?

Los precios
Actualmente en las principales cadenas de supermercados de la ciudad de Buenos Aires y alrededores, la leche entera y descremada en sachet de primera marca no se consigue a menos de $ 4,10 por litro (casi 1 dólar).
Para tener una idea de lo que pagan los consumidores argentinos, en Europa, por ejemplo, el litro de leche vale alrededor de 60 centavos de euro (unos $ 3,50), al tiempo que en Estados Unidos el producto cotiza a unos 80 centavos de dólar.
En el caso de la manteca y la leche en polvo, se registran situaciones de aumentos similares. El precio del primero se ubica en torno a los $ 7 el envase de 200 gramos, mientras que el segundo ya cuesta casi $ 18 por kilo.
Por su parte, si bien en el mercado interno algunos quesos de alto consumo comenzaron a registrar una baja importante en sus valores mayoristas a partir de la sobreoferta generada por los excedentes de leche, dicha baja no se trasladó a los precios minoristas.
El precio mayorista promedio del queso barra (Tybo) es actualmente de $ 19 por kilo, mientras que a fines de julio pasado se encontraba en $ 23 por kilo. En tanto, el precio en góndola en ese mismo período pasó de un promedio de $ 52 a $ 59 por kilo.
En cuanto al queso cremoso (Cuartirolo), el valor promedio a salida de fábrica se encuentra en $ 13 por kilo contra $ 15 por kilo a fines de julio, al tiempo que los precios minoristas en ese período pasaron de $ 38 a $ 45 por kilo, según datos de Apymil.

La intervención
La intervención del mercado de lácteos comenzó en julio de 2005 con el entonces ministro de Economía Roberto Lavagna, quien elevó de 5 a 15 por ciento el derecho de exportación aplicado a la leche en polvo y a 10 por ciento el de quesos.
Mientras que en noviembre de ese año, ya con Felisa Miceli como ministra de Economía, se suspendieron los reintegros a las exportaciones de una serie de productos lácteos: la medida generó serios trastornos en la industria láctea.
En tanto que entre febrero y noviembre de 2007 el Gobierno nacional estableció una retención (denominada “precio de corte”) a las ventas externas de leche en polvo que hizo inviable la exportación del principal producto lácteo de exportación.
Luego de estas medidas que atentaron contra la producción, la historia ya es conocida por todos: se registró un proceso de liquidación de rodeos lecheros que en algunos casos fueron absorbidos por tambos grandes y en otros se destinaron directamente a faena.
A partir de haber tocado fondo en 2009, el 2010 y 2011 se presentó como un año favorable en cuanto a precios y producción; aunque la intervención del secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno sigue vigente por sobre las empresas.

Ganadores y perdedores
Si bien los productores tamberos fueron los grandes perjudicados por la política oficial durante el período 2007/2010, en los últimos meses han recuperado algo del precio que reciben por la leche (se les paga alrededor de $ 1,50 por litro).
Ahora los que se encuentran en un escenario de extrema complejidad son las Pymes lácteas que deben afrontar un aumento de costos combinado con una caída de ingresos a partir de las bajas que vienen registrando los valores mayoristas de los quesos.
Las pequeñas y medianas industrias vienen advirtiendo que no están en condiciones de pagar $ 1,50 por litro a los tamberos, pero Guillermo Moreno ordenó a las cadenas de supermercados no comprar productos a las empresas que paguen menos de ese valor.
Otro factor problemático para las Pymes es que los salarios de los trabajadores lácteos vienen aumentando a tasas superiores a la de la inflación minorista real: en los últimos dos años crecieron casi un 80%, según datos de Atilra.
Las grandes compañías del sector, en cambio, disponen de otras herramientas para defenderse del presente escenario, tales como la exportación de leche en polvo –cuyo precio FOB sigue firme– o bien la venta de productos de alto valor.
Los grandes supermercados –de histórica buena relación con Moreno- aplican márgenes de ganancias altísimos por sobre los lácteos para contrarrestar la pérdida que genera el control de precios en otros productos de la canasta básica alimentaria. (La Política OnLine).

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