martes, mayo 08, 2012

Bruera y el delgado equilibrio entre el sciolismo y el kirchnerismo

El reciente lanzamiento de la agrupación pro-sciolista la Juan Domingo en Los Toldos y la ausencia de referentes brueristas de peso en el convite que aglutinó a intendentes, legisladores y dirigentes territoriales alineados al ex motonauta dejó en evidencia que a la hora de posicionarse en materia política, “el juego del equilibrio” es el que mejor le sienta el intendente platense Pablo Bruera.
Prueba de ello es que pesar de la relación de cercanía del diputado bonaerense del FpV y hermano del jefe comunal, Gabriel Bruera con uno de los hombres fuertes de la Casa Rosada en la cámara baja provincial, el camporista José Ottavis, el primero asumió sin rodeos “no conocer a ningún funcionario” que haya asistido al acto cuya realización perturbó sobremanera a los seguidores del vicegobernador Gabriel Mariotto.
Como fue de público conocimiento, el único referente ligado al bruerismo que dijo presente en Los Toldos fue el ex alakista y ahora secretario de Relaciones Interjurisdiccionales municipal Caíto Pené. “Fue una especie de coordinador de la militancia”, definieron sobre su rol en la jornada encabezada en esa localidad por los díscolos al mariottismo.
Como dijo un avezado observador político de la Octava Sección: “En los actos partidarios de este tipo hay presencias y ausencias que de por sí habilitan lecturas políticas esclarecedoras”.
Sabido es que desde hace al menos un año y medio, el Ejecutivo platense consolidó una fluida relación con el gobernador bonaerense Daniel Scioli. Una suerte de alianza estratégica que le permite a Bruera “no sacar los pies del plato” debido a las necesidades en materia de gestión administrativa de la comuna, por un lado, y también “hacer juego propio” en términos de posicionamiento y armado político en La Provincia, donde el kirchnerismo se hace fuerte bajo la figura de Mariotto y los hombres de La Cámpora ganan terreno a ritmo acentuado.
Se trata de una especie de “guerra fría” en la que los enemigos forman parte del mismo proyecto en términos institucionales, pero juegan en universos distantes a la hora de hablar de conveniencias políticas y apetencia electorales. Y en ese marco el jefe comunal local –al igual que otros pocos dirigentes- se siente a sus anchas posicionándose equidistante entre las partes en pugna. (Nova).

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