jueves, mayo 31, 2012

Un intento de pesificación que puede terminar mal

La obsesión oficial por contener la fuga de capitales y bucear una posible "pesificación de facto", amaga herir de gravedad al mercado inmobiliario y afectar a la industria y el turismo.

El intento del Gobierno por contener la fuga de capitales y bucear una posible "pesificación de facto" del mercado, amaga herir de gravedad al mercado inmobiliario, frenar aún más las importaciones y agravar el cuadro recesivo que ya evidencian distintos sectores de la economía.

Lo que comenzó como un tímido intento de frenar la fuga de capitales tras el triunfo electoral a través de las autorizaciones de la AFIP que se hicieron cada vez más fuertes, terminó ampliándose hasta tal punto que ya afecta a sectores clave como el de la construcción, la industria y el turismo.

Necesitado de garantizarse al menos 12.000 millones de dólares para hacer frente a sus obligaciones de este año, el gobierno busca cerrar el grifo a una fuga de capitales que si bien logró atenuar, está muy lejos de poder detener.

Las reservas del Banco Central no movieron demasiado la aguja, a pesar de las fuertes compras que la guillotina cambiaria le permitió ejercer a la autoridad monetaria, porque por otro lado va perdiendo reservas, ya que los ahorristas van sacando los dólares de los bancos ante el temor de alguna medida que termine interviniendo sus depósitos.

A esta altura el mercado tiene dudas sobre el verdadero nivel de reservas, en parte porque parte de los 47.000 millones de dólares que se informan están constituidos por depósitos que los ahorristas se están llevando de los bancos, y porque el BCRA tiene una parte colocados como deuda.

La falta de una explicación clara sobre el rumbo por parte de la presidenta Cristina Fernández, quien sólo se limitó a aclarar que no haría "ninguna cosa rara", llevó más confusión a un mercado de por sí muy bsensibilizado.

Desde que hizo esa "aclaración", el dólar paralelo saltó un 30 por ciento, como clara respuesta de que la especulación financiera no parece dispuesta a dejar que le salga barato al gobierno haber cortado de plano el acceso al mercado oficial de cambios.

El gobierno parece entusiasmado con una pesificación de facto de todas las operaciones -como dijo el senador Aníbal Fernández-, pero no explica como implementaría semejante medida ni tampoco como evitaría que cientos de miles de argentinos endeudados en dólares caigan en un default interno generalizado.

En el mercado inmobiliario existen dudas sobre el nivel de conocimiento real que la presidenta tiene sobre cómo se vino financiando el mercado inmobiliario en los últimos meses, en especial impulsado por el consumo que la emisión monetaria del 35 por ciento anual terminó alentando.

Así, cientos de miles de argentinos, en especial de clase media, pueden quedar entrampados en la decisión de un gobierno que primero los animó a endeudarse para comprar viviendas y ahora lo deja sin acceso al mercado cambiario y sin poder pagar los boletos de compraventa que firmaron.

Como ejemplo, alguien que compró una vivienda "en pozo", por ejemplo por 100.000 dólares, en cuotas, de un día para el otro se encontró con que ahora adeuda 140.000 dólares, porque la brecha entre el dólar paralelo, que sí se consigue, y el oficial que es inaccesible, ronda el 40 por ciento.

Existen dudas sobre el "modelo" en el que se está inspirando la Argentina para avanzar sobre el mercado cambiario.

El que tiene más a mano es el de Venezuela, donde desde 2003 se instrumentaron una serie de normas que también se fueron endureciendo a medida que la fuga avanzaba.

Está claro que el sistema implementado para decidir cuántos dólares puede llevar un argentino que quiera viajar al exterior se le parece mucho al sistema de permisos de compra de moneda implementado por el chavismo, aunque con el agregado de que se podrá hacer por internet.

En Venezuela autorizan hasta 3.000 dólares por viajero a la mayoría de los destinos, acá, todavía es un misterio.

Para entender lo que ocurre en el mercado cambiario venezolano basta arribar al aeropuerto de Caracas y sufrir el acoso de decenas de venezolanos que quieren comprar dólares.

Nada demasiado distinto a lo que ocurre ahora en peatonales como Florida o Lavalle, o dentro de locales que simulan ser una cosa pero en realidad son "cuevas" a las que la AFIP intenta combatir con sus sabuesos caninos, vestidos de traje o camuflados de "gente común".

Venezuela también tiene dos o tres mercados para la venta de dólares, y obliga a la destreza de sus ciudadanos para perder lo menos posible con el cambio.

La Argentina ya va por tres tipos de cambio: el oficial, a 4,50 pesos e inexistente en la realidad, ya que sólo quedó estampado en los cristales con números en rojo o azul que se observan en la city porteña.

El dólar real, el "blue" o paralelo, que ronda los 5,90, es el que se toma para la mayoría de las operaciones y el que se vende en cuevas que ya parecen tener tantas sucursales como los bancos y las casas de cambio.

Y también está el sofisticado "contado con liqui", una triangulación mediante bonos que permite sacar los dólares del país y está circunscripto a unos pocos operadores de alta gama.

A partir del 2007, el gobierno comenzó a distorsionar la economía convirtiendo a la inflación en una mueca de lo que en realidad pasa con los números en la economía argentina.

Ahora, la intervención en el mercado cambiario, amenaza desvirtuar otra variable clave para terminar de volver locos a los argentinos, quitándole un grado más de libertad, y también de previsibilidad.

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