miércoles, enero 20, 2016

¿Se puede ser tolerantes sin dejar de ser firmes?

En tiempos cada vez más acelerados e inmediatos, los psicólogos afirman que la paciencia es una característica humana cada vez más inusual. ¿Por qué?

“Todos los errores humanos son por impaciencia”, afirmó el escritor alemán Franz Kafka hace dos siglos. Varios años después, el psicoanalista y pediatra inglés Donald Winnicott se encargó de definir a la salud mental como “la capacidad de poder esperar, sin desesperar”.

Estos dos enfoques, realizados en dos momentos históricos distintos y en países separados por miles de kilómetros, no son tan distintos. Según los psicólogos consultados por Info Región, la paciencia es una característica que escasea en tiempos donde lo instantáneo y líquido son moneda común.

La psicóloga e integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Adriana Guraieb, precisó a Info Región que “la paciencia está en estrecha relación con la espera, con la posibilidad de otorgarse un plazo para la realización de algo, ya sea una acción, una palabra, un trabajo o una decisión”, y que una buena definición sería “tener la capacidad de poder enfrentar adversidades con serenidad, por pesadas que sean”.

“Vivimos apurados, tensos, estamos en un mundo impaciente caracterizado por la velocidad de las informaciones, el trabajo, donde el tráfico cotidiano cada vez más violento y las múltiples situaciones familiares a resolver a diario se multiplican. Todo esto se presenta como urgencias en nuestra vida cotidiana y nos van impidiendo disfrutar de los momentos que protagonizamos”, señaló.

En ese sentido, destacó la importancia de cultivar el don o la virtud de la paciencia, cuyo significado no tiene que ver necesariamente con la “lentitud” sino de “hacer las lo que haya que hacer sin prisa pero sin pausa”. “Se puede ser paciente sin dejar de ser firmes”, enfatizó.

“Ser paciente no es lo mismo que someterse, ni es lo mismo que sobrecargarse reprimiendo al máximo nuestros sentimientos. Se trata de una fuerza interior de no dejarse llevar por la intolerancia y el negativismo. La persona que cultiva la paciencia, tiende a desarrollar una sensibilidad que la ayuda a identificar con más facilidad el problema y afronta la vida de modo más entusiasta y optimista y es muy necesaria para la relación con los otros y muy especialmente para con uno mismo”, explicó la también integrante de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA).

¿Hay límites?. La psicóloga afirmó que en muchas ocasiones las personas se preguntan hasta qué punto se puede ser tolerante y subrayó que “el límite se encuentra en el momento que cada uno se da cuenta que la situación está haciendo daño y afecta de manera negativa el sentir y las percepciones individuales.

La capacidad de esperar y una historia a largo plazo. Por su parte, la psicóloga e integrante de APA e IPA, Mónica Cruppi, añadió que “hay que saber esperar para que las situaciones se transformen” aún en momentos en los que la intolerancia nos invade en el trajín cotidiano.

“El verbo esperar tiene una raíz común con la palabra esperanza: la posibilidad de creer en un futuro confiar en los demás y lograr un espacio para sí mismo. Esta capacidad de adaptación la llama capacidad de espera que se inicia durante la lactancia con la estabilización de los ritmos vitales, desde nuestros primeros días de vida”, apuntó.

Indicó, por último, que “la capacidad de esperar se relaciona directamente con la tolerancia a la frustración” y que ello “se configura en la relación empática de la madre con su bebé”, desde el comienzo de nuestros días. (Inforegión).

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