domingo, noviembre 13, 2016

“La libertad religiosa, esencia de la igualdad humana”

“La libertad religiosa, esencia de la igualdad humana”.

FORO SUDAMERICANO PARA LA LIBERTAD RELIGIOSA 2016
“La libertad religiosa, esencia de la igualdad humana”
Buenos Aires - Argentina, 9 al 11 de noviembre, 2016
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El valor de las palabras en las Relaciones
Ecuménicas y en el Diálogo Interreligioso
Ponencia de Jorge Sánchez (*)
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Salam aleikum - Shalom aleijem - Plenitud y armonía a todos

Agradezco a los responsables y organizadores de este Foro por la invitación a participar del mismo y a la posibilidad de poder omitir mi opinión.
Aprovecho la oportunidad para expresar mi máximo repudio ante la actitud demostrada por los representantes argentinos ante la UNESCO quienes, además de demostrar su total desconocimiento sobre asuntos religiosos, manifestaron su completa ignorancia en asuntos históricos y geográficos al no reconocer que, por más de tres mil años, Jerusalem, fue, es y será la capital indivisa y eterna de Israel.
Ahora mi ponencia: Aunque inconscientemente no perciba los cambios, debo reconocer que, al comienzo de mi participación en el movimiento ecuménico, con sólo veinte años de edad, era el más joven en las reuniones y ahora, con setenta y un años, no sólo soy uno de los mayores sino que, en muchas oportunidades, soy el más viejo. ¡Soy pre conciliar!!!
Así es que, en estos setenta y un año de vida y, desde los ocho años de edad, en la vida eclesiástica arrancando a partir de mis clases de catecismo, he vivenciado enormes cambios que, a muchos de los presentes, les parecerá hasta difícil comprender.
Junto con mis contemporáneos, viví de tal manera que si, hace unos sesenta años atrás, nos hubiéramos atrevido a pensar y comentar sólo algunos de los posibles cambios religiosos que vendrían, hasta culminar con tener un Papa argentino, nos hubieran llevado al Borda con cuatro chalecos de fuerza y una buena duchada de agua helada.
Sorpresivamente convocado por el Papa Juan XXIII o, como se lo conocía, Juan el Bueno, en el seno la Iglesia Católica Apostólica Romana, hubo un gran evento mundial al que todos conocemos como el concilio Vaticano II. Su inicio ocurrió el jueves 11 de octubre de 1962 y concluyó el miércoles 8 de diciembre de 1965, o sea, entre mis diecisiete y mis veinte años de edad y que, por supuesto, por los medios con que contábamos en ese tiempo, seguí minuciosamente todo lo que allí acontecía.
En el transcurso del mismo, se aprobaron cuatro constituciones, nueve decretos y tres declaraciones y, de todas ellas, las que más tienen que ver con nosotros, en el aquí y ahora, son la Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium), la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et Spes), el Decreto sobre el ecumenismo (Unitatis Redintegratio), la Declaración sobre la libertad religiosa (Dignitatis Humanae) y, muy especialmente, la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las Religiones no cristianas (Nostra Aetate).
A causa de ello, fuera de los impactantes cambios internos, especialmente a los litúrgicos con nuevas modalidades y el uso de las lenguas vernáculas, en la mayoría de la población de los países de occidente, pertenecieran o no a la Iglesia Católica Romana, ocurrió un verdadero sacudón con cambios impensables hasta ese momento.
Los judíos dejaron de ser “pérfidos y deicidas”, los “herejes protestantes” y los “cismáticos” de las iglesias católicas de oriente, pasaron a ser considerados “hermanos separados” y, con el correr de no mucho tiempo, gracias a Dios, se incrementó mucho más el asunto y los judíos pasaron a ser considerados “hermanos mayores” y, los “hermanos separados” pasaron a ser, simplemente, “hermanos”.
A fines de la década del 60, comenzaron los novedosos cultos ecuménicos en los que, para alegría de unos y sorpresa de otros, se podía contemplar a sus propios dirigentes religiosos en otros ámbitos y compartiendo oraciones por la unidad con otros religiosos. A pesar de lo extraño e incomprensible que significaba para muchos, era muy agradable ver a obispos y sacerdotes, romanos u ortodoxos, orando o predicando en templos protestantes o evangélicos y a pastores evangélicos predicando en iglesias o catedrales romanas u ortodoxas.
Luego se fue ampliando el círculo y, últimamente, con la cuestión del diálogo interreligioso, se puede contar con la presencia de judíos, musulmanes, budistas, sikhs y hasta, actualmente, no es extraña la presencia de algún dirigente religioso afroumbanda o de los pueblos originarios. Así es como tenemos a judíos celebrando y festejando sus fiestas en mezquitas islámicas, a musulmanes haciendo lo propio en sinagogas judías o a ambos haciéndolo en iglesias cristianas.
Los últimos papas de Roma, en cada oportunidad posible, públicamente, han pedido perdón por el maltrato que la Iglesia católica romana tuvo hacia los cristianos de otras comunidades eclesiásticas y para con los judíos, los musulmanes, los budistas y los miembros de los pueblos originarios y, días atrás, el Papa Francisco, manifestó que “el proselitismo es el veneno más fuerte contra el camino ecuménico”.
El 13 de abril de 1986, el papa Juan Pablo II hizo una visita a la Gran Sinagoga de Roma. Este evento, ocurrido hace treinta años, significó la primera visita que un papa hiciera a una sinagoga desde los albores de la Iglesia católica romana y fue considerado, por muchos, como un esfuerzo por mejorar el diálogo entre el judaísmo y la Iglesia. El 17 de enero de 2010, Benedicto XVI, siguiendo los pasos de su antecesor, realizó la segunda visita pontificia a la mencionada sinagoga. Finalmente seis años después, el 17 de enero del corriente año, el Papa Francisco, realizó la tercera visita de un Obispo de Roma a esa sinagoga. O sea que, en el transcurso de mil ochocientos años aproximadamente, las tres únicas veces que un obispo de Roma ingresó en la sinagoga de esa ciudad, fue en el transcurso de los últimos treinta años. Incluso, recientemente, la Iglesia Católica Apostólica Romana declaró que los judíos son parte del plan de salvación y, por ende, la Santa Sede, no apoyará ni colaborará con campaña evangelística alguna que esté destinada a la conversión de los judíos.
En el transcurso de estos dos últimos años, obispos católicos romanos de Alemania han elogiado a Martín Lutero como “testigo del Evangelio y maestro de la fe”, han llamado a estrechar lazos con los protestantes y hasta, incluso, aconsejaron leer y estudiar la gran obra literaria del Padre de la Reforma. Esto se vio coronado con la presencia del Papa Francisco, en Suecia, para participar del comienzo del año de preparación a la conmemoración de los quinientos años de la Reforma que se cumplirá el 31 de octubre del año venidero
Haciendo justicia, por lo que he expresado hasta ahora, podrán comprobar que, nos guste o no, oficialmente, los pasos dados, por la Iglesia Católica Apostólica Romana hacia las demás iglesias cristianas y hacia las demás religiones, en muchos casos, no tiene la respuesta reciproca por parte de muchas de ellas como, así tampoco, con las tradicionales iglesias históricas de oriente y occidente.
Claro que, también hay que comprender, al margen de los esfuerzos que, oficialmente, la iglesia católica romana realiza, no impide que, algunos fanáticos católicos trasnochados, publiquen un sucio pasquín en el que mencionan, en forma denigrante, a quienes consideran a algunos de los principales fundadores de iglesias y su año de comienzo, como, por ejemplo a Martín Lutero, en el año 1524, la iglesia luterana; Enrique VIII, en 1534, la iglesia anglicana; John Knox, en el año 1560, la iglesia presbiteriana; Samuel Seabury, en 1785, la Iglesia Episcopal; Charles Taze Russell, en 1879, los Testigos de Jehová; John Wesley, en 1739, la iglesia Metodista; Joseph Smith, en 1830, La Iglesia de los Santos de los Últimos Días; John Smith, en 1609, la iglesia Bautista; Theophilus Lindley, en 1774, la iglesia Unitaria; William Miller, en 1860, la iglesia adventista del Séptimo día, William Booth, en 1865, el Ejército de Salvación; María Baker Eddy, en 1879, la Ciencia Cristiana y Hot Springs, en 1914, la Iglesia Pentecostal o Asambleas de Dios. Todo eso para concluir que la Iglesia Católica fundada el día de Pentecostés, en el año 33, en Galilea, es la única que tiene la plenitud de los medios de salvación y la única que tiene 2000 años de antigüedad, dos mil años de historia, dos mil años de vida. No dándose en cuenta que de acuerdo a su ceguera mental y a su grado de ignorancia histórica, religiosa y teológica en que se encuentran, si fuera por cuestión de antigüedad, todos deberíamos ser judíos, budistas, hinduistas o confucionistas, por ser más antiguas que el cristianismo en general y que el catolicismo en particular. En fin…
Asimismo, años atrás, tanto la Federación Luterana Mundial como las diversas iglesias particulares que la conforman, entre ellas la Iglesia Evangélica Luterana Unida que abarca los territorios de Argentina y Uruguay, pidieron perdón a los judíos por los exabruptos antisemitas manifestados por Martín Lutero en alguno de sus escritos.
Aún ahora, en pleno siglo XXI, el trato y las palabras empleadas por muchas entidades religiosas necesitan, imperiosamente, cambiar para el mejor relacionamiento y comprensión entre todos y, por eso, opté por titular a mi ponencia como El valor de las palabras en las Relaciones Ecuménicas y en el Diálogo Interreligioso.
Considero que si, en siglos pasados, en el contexto de los comienzos de cada grupo religioso o iglesia, se empleaba un lenguaje totalmente chocante frente a otros, en la actualidad, cada uno de ellos, debería presentar sus enseñanzas, posturas teológicas, filosóficas, religiosas sin ensuciar, denigrar ni demonizar a los otros grupos religiosos.
Con todos los avances que hemos logrado con el correr de los últimos tiempos, si es que podemos hablar de avances en todo el sentido de la palabra, me apena mucho que, aun hoy, muy libres de cuerpo y sin ruborizarse, adventistas del séptimo día y Testigos de Jehová, sigan considerando a la Iglesia Católica Apostólica Romana y, por extensión, a las iglesias de oriente, como la “Gran Ramera”, que algunos pastores pentecostales, además de ello, manifiesten que la Iglesia Católica Apostólica Romana no es una iglesia cristiana, que algunos pastores evangélicos no consideren cristianos a los adventistas del séptimo día, que muchos no consideran cristianos a los mormones o testigos de Jehová, que judíos ortodoxos desmerezcan y denigren a los judíos conservadores o reformistas, que musulmanes suníes y chiitas se enfrenten hasta con el uso de las armas o incluso dinamitando mutuamente sus mezquitas. Todo ello, en nombre de Dios. ¿Quién o qué les da la autoridad de actuar de ese modo?
“No habrá paz entre las naciones, sin paz entre las religiones; no habrá paz entre las religiones, sin diálogo entre las religiones; ni habrá diálogo entre éstas sin el estudio de sus fundamentos.” enseñó Hans Küng y que, como parte de su membrete, desde hace diecisiete años, figura en la documentación oficial de la Dirección General de Cultos de José C: Paz, mientras que, por su parte, Baruj Tenembaum, había expresado: “El peor enemigo del diálogo interreligioso, es la ignorancia”
El diálogo se describe como una conversación entre dos o más individuos, que exponen sus ideas o afectos de modo alternativo para intercambiar posturas. En ese sentido, un diálogo es también una discusión o contacto que surge sobre un asunto o sobre un problema con el propósito de lograr un acuerdo.
Por eso, con cincuenta y un años de participación activa en el movimiento ecuménico y unos añitos menos en el diálogo interreligioso, creo que tengo cierta autoridad moral como para solicitar que dejemos de ser hipócritas. Deseo que, los saludos, abrazos, besos y felicitaciones que compartimos en este foro, tal como infructuosamente lo he venido compartiendo en todos estos años en lugares afines, implique un cambio de actitud y un verdadero valor de las palabras en las relaciones ecuménicas y en el Diálogo Interreligioso cuando estemos en nuestros respectivos lugares, porque este tema que nos preocupa y fue motivo de este foro es como el tema de la paz: todos están dispuestos a fumar la pipa pero nadie quiere tragar el humo…
Muchas gracias, que Dios los bendiga.

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(*) Jorge Sánchez: Teólogo con vasta experiencia teórica y práctica de más de medio siglo en el movimiento ecuménico y el diálogo interreligioso, especialmente entre las religiones abrahámicas (Judaísmo, Cristianismo e Islam). Desde el 10 de diciembre de 1999, ejerce la titularidad de la Dirección General de Cultos de la Municipalidad de José C. Paz - Provincia de Buenos Aires - República Argentina.

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