viernes, noviembre 25, 2016

Trastornos de crecimiento: Hay que ir al pediatra

Llevar periódicamente a los niños a la consulta pediátrica, inclusive si no presenta ninguna molestia en especial, es clave para saber si el desarrollo del menor está dentro de los parámetros que corresponden.

Particularmente, la realización de chequeos relacionados al crecimiento -medición de talla, peso y contorno de la cabeza (perímetro cefálico)- es fundamental y debería hacerse en cada consulta. Si esto no sucede, es factible que niños con algún trastorno del crecimiento pierdan la oportunidad de ser diagnosticados a tiempo, lo que puede empeorar el pronóstico de su condición.

Consultada sobre este tema, la Dra. Ana Keselman, médica pediatra endocrinóloga, miembro del Servicio de Endocrinología del Hospital de Niños ‘Ricardo Gutiérrez’, explicó que “el crecimiento es el indicador por excelencia de la salud. Cualquier situación que afecte la salud, puede alterar la talla durante la infancia, y si esto no es detectado a tiempo, puede verse comprometida la talla final. Problemas de nutrición, enfermedades generales como respiratorias, renales, gastrointestinales, cardíacas o metabólicas, y anomalías genéticas o cromosómicas, así como alteraciones hormonales, pueden causar trastornos en el crecimiento”.

Es frecuente que los padres lleven a sus hijos al pediatra únicamente ante un caso de emergencia, por la expresión aguda de un síntoma, y -como los tiempos del día a día son acotados- es probable que el médico focalice la consulta en este aspecto, sin realizar los controles de crecimiento. La Dra. Keselman enfatizó que “es fundamental que el pediatra controle si está creciendo adecuadamente para la edad y la etapa del desarrollo en que se encuentra, porque muchas veces el único signo de una enfermedad es la detención del crecimiento”.

Algunos indicadores pueden dar señales de que el crecimiento no es normal. Entre ellos, se destacan las situaciones en las que el niño no cambia de número de zapato o de ruedo de los pantalones; o ya en la etapa escolar, la comparación con sus compañeros puede despertar una sospecha. En estos casos, se recomienda programar una visita al pediatra para realizar el examen clínico y de laboratorio pertinente y evaluar la derivación al endocrinólogo pediatra en la que se lo consulte específicamente por el crecimiento. Es crucial actuar de manera temprana para, en caso de que se esté frente a un trastorno del crecimiento, iniciar cuanto antes el tratamiento adecuado.

Entre los factores que pueden influir en la talla, se encuentran la alimentación, la salud general y la herencia genética. Sobre este último aspecto, para la Dra. Keselman, “si bien la mayoría de las veces las causas de la baja talla son por ser niños nacidos de familias donde los padres presentan baja estatura (baja talla familiar), o porque maduran más lentamente, en algunas situaciones nos encontramos ante la sospecha de que alguno de los padres le haya transmitido alguna patología que impacte en su crecimiento. Por eso, al estudiar a un niño con baja talla, es de utilidad medir a sus padres y realizar una evaluación de sus antecedentes”.

Los especialistas, al examinar un niño, no tienen que prestar atención a si ha crecido mucho o poco, sino fundamentalmente, a si ha crecido lo adecuado -en un período de tiempo determinado- dentro de los parámetros normales según su género, talla y peso y población a la que pertenece.

Para contar con una referencia respecto de lo que es un crecimiento normal, en nuestro país contamos con guías locales con datos representativos de la talla de los niños según su edad, población y género, y contamos además con datos de la organización Mundial de la Salud (OMS). En definitiva, es importante que el pediatra contraste los patrones de crecimiento del niño con las curvas de crecimiento de las guías y, si identifica desvíos significativos, lleve adelante los estudios necesarios para descartar cualquier patología de base. Las denominadas ‘tablas de percentilos’ sirven como indicadores y fueron publicadas en la revista Archivos Argentinos de Pediatría por el Comité Nacional de Crecimiento y Desarrollo de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Terapia sustitutiva con hormona de crecimiento

Hay pocas patologías en las que está indicado el uso de hormona de crecimiento. La patología por excelencia en la cual es fundamental su uso es en la Insuficiencia Hipofisaria (IH). En los niños afectados, su crecimiento se ve alterado por la falta de producción de hormona de crecimiento por la glándula hipófisis.
Los signos característicos incluyen inadecuadas velocidades de crecimiento en niños o adolescentes, rostros infantiles, presencia de grasa en tórax y abdomen, manos y pies pequeños, y desarrollo muscular insuficiente y bajo nivel de glucosa en la sangre (en bebés y niños pequeños).

Algunos pacientes pueden presentar pene muy pequeño (micropene) y testículos que no se encuentran en el escroto (criptorquidia), muchas veces detectado desde el nacimiento. Otros signos pueden ser retraso en la pubertad; signos clínicos neuro-oftalmológicos tales como alteración de la visión, cefaleas y convulsiones, entre otros, de acuerdo a la causa que haya producido las alteraciones en la hipófisis.

Ante la detección de una alteración en la secreción de hormona de crecimiento, existe un tratamiento que permite corregir la situación y consiste en la administración de la hormona faltante. Si el trastorno se diagnostica tempranamente y si el paciente presenta buena adherencia al tratamiento, pueden alcanzarse resultados favorables en términos de talla. (Asteriscos TV).

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