Los tratamientos contra tumores suelen provocar infertilidad. Por primera vez en el país se ofrecerá, en hospitales públicos, la conservación de óvulos o espermatozoides. De este modo quienes superan la enfermedad pueden cumplir el sueño de ser padres.
Así como fue pionera en el país en la puesta en marcha de una ley de fertilización asistida, la provincia de Buenos Aires será también la primera que garantice tratamientos de preservación de la fertilidad a enfermos oncológicos en hospitales públicos provinciales.
El ministro de Salud Alejandro Collia, presentó este jueves esta nueva práctica del programa de fertilización en la Casa de la Provincia junto a la presidenta de la Fundación Banco Provincia, Karina Rabolini.
Allí se desarrolló la jornada satélite del Tercer Congreso de la Sociedad Internacional de Preservación de la Fertilidad, donde se reunió a los equipos sanitarios que hacen los tratamientos de fertilización en hospitales públicos, para que se capaciten y aconsejen a sus pacientes con tumores para que puedan concretar el sueño de ser padres.
“En la Provincia ya nacieron 84 bebés gracias a la ley de fertilización y más de 100 bajo la cobertura del IOMA, además hay 185 embarazos en curso. Desde hoy, vamos a sumar la preservación de la fertilidad, tanto para hombres como para mujeres que atraviesan enfermedades muy severas, como una leucemia o un cáncer de mama y que, encima, pueden perder su capacidad reproductiva por los tratamientos a los que necesitan someterse”, explicó Collia durante la presentación.
Hasta hace pocos años, las personas que padecían cáncer no sólo tenían que sobrellevar la angustia de la enfermedad y el tratamiento, sino también resignar su fertilidad. Para las mujeres, sobre todo, era sinónimo de no poder tener hijos, al menos con sus propios óvulos.
Las drogas que se utilizan en los tratamientos con quimioterapia y rayos pueden llegar a destruir por completo la capacidad reproductiva. Sin embargo, las técnicas de preservación de la fertilidad pueden evitar ese sufrimiento y permitir a quienes hayan superado un cáncer cumplir el sueño de ser padres.
La titular del Instituto Provincial del Cáncer, Alejandra Fontao, detalló que cuando aparece un tumor la prioridad para los médicos y el paciente es la cura, y muchas veces se pasa por alto que los tratamientos pueden anular la fertilidad.
“Por eso vamos solicitar a los médicos de nuestros hospitales que toda vez que hagan un diagnóstico de cáncer a una persona en edad fértil tengan en cuenta que es probable que, en la medida que supere la enfermedad, puede llegar a desear tener hijos a futuro, de modo que es bueno que les recomienden preservar la fertilidad”, explicó la doctora Natalia Tarducci, referente del Programa.
Es que ahora, gracias a los avances científicos, tanto la detección como los tratamientos de los cánceres resultan más esperanzadores y gran parte de los afectados sobrevive. “El 90 por ciento de las lesiones cancerígenas de mama no palpables se curan”, ejemplificó Fontao. Así las cosas, es bueno que una mujer que supera un cáncer de mama a los 35 ó 36 años por ejemplo, tenga la posibilidad de tener un hijo.
Cómo se hace
Primero fueron los espermatozoides y después los óvulos. La ciencia médica logró en las últimas tres décadas cambiar la historia natural de la fertilidad humana gracias a la criopreservación y a la vitrificación, métodos de congelamiento que mantienen en “pausa” la vida de las células reproductivas. Luego, cuando la persona se encuentra en condiciones de llevar adelante un embarazo podrán ser “reanimadas”.
“La idea es seguir igualando oportunidades: ofrecer en hospitales públicos una posibilidad que hasta ahora solo tenían aquellos que podían costear el procedimiento de preservación en el sector privado”, explicó el ministro Collia.
La ciencia permitió primero a los varones dejar la fertilidad en stand by hasta la recuperación de un cáncer. “El espermatozoide es la célula más pequeña de los humanos y el óvulo la más grande”, explicó el andrólogo Carlos Carrere, por eso congelar y descongelar los espermatozoides resultó más fácil.
De hecho, “en el hospital de Clínicas se abrió el primer banco de semen para preservarlos en el año 1983 y, a nivel mundial, se había conseguido 30 años antes”. En ese momento, contó Carrere, servía para donar espermatozoides a aquellas mujeres cuyas parejas eran azoospérmicos, es decir, que no generaban espermatozoides.
Con los óvulos, en cambio, recién se logró un procedimiento de conservación realmente exitoso hace apenas cinco años. “Es que (el óvulo) contiene mayor cantidad de agua, por eso, mientras se lo descongelaba se le formaban cristales de hielo que dañaban irremediablemente a la célula”, agregó Natalia Tarducci, del Programa Provincial de Fertilización Asistida. De esta manera, con la técnica de criopreservación eran muy pocas las chances de lograr, luego, un embarazo.
Pero desde hace unos cinco años se realiza la vitrificación, una técnica de enfriamiento tan veloz que impide esa cristalización del agua de los óvulos. Tanto los espermatozoides como los óvulos se mantienen en tanques de nitrógeno a 196 grados bajo cero. Así se paraliza el metabolismo de la célula y pueden durar generaciones en ese estado.
En el caso de las mujeres jóvenes (menores de 35 años) que apelan a este procedimiento y luego se hacen una fertilización in Vitro o un tratamiento ICSI la tasa de embarazo alcanza el 50 por ciento. En tanto, en las mayores de 35 las chances son del 30 por ciento. “Esto es todo un avance, porque antes de la vitrificación la tasa de éxito solo alcanzaba el 10 por ciento”, concluyó Carrere. (ANDigital).