BUENOS AIRES, Diciembre 10, (PUNTO CERO-La Política On Line). El ex gobernador encabezó en Mar del Plata un encuentro de militantes peronistas de todo el país, junto al primo de Macri. Solá ya empezó su campaña y sabe que el jefe de Gobierno hoy es el dirigente que mejor mide en el Conurbano. En la reunión desafió a Néstor Kircher y anticipó los ejes de su nuevo discurso político: “En el 2005 yo también me creí que llegaba la nueva política”.
Al peronismo le gusta Mar del Plata. Desde su etapa fundacional le fascinó poner sus patas sucias en la ciudad donde veraneaba la oligarquía, como lo hizo en el mítico 17 de octubre, cuando se refrescó en la fuente de la Plaza de Mayo. Todo sindicato que se precie se lanzó a construir hotel propio para llevar a los afiliados en alguna de las calles del centro, y su poder podía medirse por la cantidad de cuadras que lo separaban de los lobos marinos esculpidos en la rambla, símbolo kitch de la ciudad que se parece a Niza, pero está bañada por las gélidas aguas del Atlántico Sur.
Tanto le gusta Mar del Plata al peronismo, que nunca le importó que Punta del Este la haya destronado como playa de veraneo de VIAIPIS. Los sindicatos siguieron resistiendo con sus hoteles y aunque magullados, todavía estaban en pie cuando gracias a los precios internacionales de la soja y la devaluación, Mar del Plata volvió a erigirse como destino para las clases medias de todo el país.
Pero aún en los peores años de la ciudad balnearia el peronismo le siguió siendo fiel. No tanto porque sabía que los últimos resabios de oligarquía siguen resistiendo en el balneario Ocean (y romperle los planes a la oligarquía sigue siendo uno de los deseos más movilizadores en esa masa de pasiones que se esconde bajo el escudo del Partido Justicialista), sino porque el peronismo es un movimiento de naturaleza mítica. Y del mismo modo que vuelve a cantar la Marcha Peronista cada vez que se nuclea en cualquier ocasión, necesita repetir la fecundación de Mar del Plata cada vez que inicia un nuevo retorno.
Lo hizo el peronismo que llevó a Italo Luder a la derrota en 1983. También la renovación que sacó a la ortodoxia del partido en 1985. El cafierismo que derrotó al radicalismo en 1987. Por supuesto el menemismo que primero derrotó a la renovación y después al radicalismo en 1989. Lo hizo Duhalde que luego fue derrotado por la Alianza en 1999. Y también Rodríguez Saá en el 2001, que intentó una rápida salvación de su gobierno haciendo una cumbre de gobernadores. Claro, lo hizo después. Kirchner también viaja siempre a Mar del Plata, aunque se cuida de hacerlo casi siempre de la mano de Hugo Moyano, gran protector que le evitará todo disgusto en tierras que no se dejan domesticar por los K. Aunque también lo está haciendo recién ahora, porque antes denostaba estos rituales.
Al peronismo le gusta probar en esa ciudad, que siempre le es adversa en términos electorales, que vuelve a recorrer el camino hacia el poder. En el complejísimo tramado de tribus que se refugian de la intemperie nacional bajo el amplio paraguas fundado por el coronel Perón en 1945, la prueba se llama Mar del Plata. Si fuiste, dijiste lo que querías ser, te escucharon sin silbarte, cantaron con vos abrazado la marcha al final, no pasaste desapercibido y se enteraron en Buenos Aires, estás DE VERDAD en carrera. Y las tribus empiezan a preguntarse si no será momento de pasar a saludarte.Felipe en campañaNinguno de estos ritos le es ajeno a Felipe Solá, que peina las canas que ganó durante los 8 años que estuvo en el Poder Ejecutivo del gobierno bonaerense, 4 con Néstor Kirchner de jefe. - “Quiere ser”, fue lo que le dijo a LPO un funcionario de una intendencia peronista de Santa Fe, aludiendo al estudiado discurso, la paciencia para sacarse todas las fotos que le pidieron, escuchar todos los comentarios que le hicieron y quedarse hasta el final de una cena que se hizo larguísima, donde hasta la fundación que organizó el evento entregó premios.Le faltó saber que Solá no durmió en Marayui, como cuando era gobernador, ni tampoco en algún hotel cinco estrellas, que le ofrecieron, sino en el austerísimo hotel donde durmieron los demás asistentes a la reunión, militantes de todo el país.
A ellos se dirigió Solá en su discurso, que verdaderamente era muy esperado. Buscando alguna nueva forma de diálogo político, preguntó primero a la audiencia cuántos eran peronistas y pidió que levanten la mano: la enorme mayoría de los 200 asistentes lo hizo. Luego pidió a los que se dijeron peronistas que levanten la mano si se consideraban militantes. La enorme mayoría lo hizo también. Después buscó acordar con ellos un análisis sobre lo que pasó en el gobierno de Kirchner, sin caer en críticas que se sabían seguras sobre el oficialismo, sino buscando pensar por qué la contundente victoria del 2005 y después del 2007, y la tremenda frustración en la mayoría de los votantes hoy.
Solá fue llevando a esos peronistas, mayoritariamente jóvenes, de Mendoza, Jujuy, Salta, Santa Fe, Misiones, Chubut, Santa Cruz, La Pampa y también de la provincia de Buenos Aires, a concluir que lo que sobre todo no hubo en el gobierno de Kirchner fue una política social, debido a la falta de interés del ex presidente en la materia, lo cual es una verdadera herejía para el dogma peronista, y –peor- iguala al gobierno de Kirchner con el de Carlos Menem. El discurso descarnado de Solá (“yo me creí en el 2005 que venía la nueva política”), fue escuchado con cierta devoción por esos jóvenes. A todos les cuesta volver a creer. Y tal vez nunca más crean como lo hicieron hasta aquí.
Sin embargo, Solá no quiso explicar por qué el peronismo que hace de la justicia social su bandera excluyente reproduce las condiciones de pobreza allí en donde gestiona, un peronismo real que –emulando al socialismo real- destroza toda utopía cada vez que gobierna.Ni tampoco detalló por qué si ya había sido defraudado en el 2005, creyó que con Cristina las cosas podían ser distintas. En realidad, tampoco era necesario. Todos los que estaban ahí compartieron sus equivocaciones, aunque ahora les cueste aceptarlo, y empiecen todavía tímidamente a pispear nuevos rumbos.
Macri perfora el Conurbano
Lo que sí dijo, y quedó muy claro, es que estaba dispuesto a darle batalla a Néstor Kirchner si éste decidía candidatearse a senador nacional por la provincia de Buenos Aires. Y no dudó en decir que quería ser presidente en el 2011. Al lado lo tenía a Jorge Macri, primo de Mauricio, que entre cosas, dijo que se dedica a la política hace cuatro años y ya es diputado nacional.
La revelación no fue bienvenida. La portación de apellido no es lo que mejor cae entre jóvenes que hacen política, aunque no por jóvenes son santos, ni tienen por qué ser canonizados. El propio Solá, ante una pregunta del público que pidió su consejo para lograr que los jóvenes entren en las listas en lugares expectantes, dijo “hay que yugarla, hermano, nunca nadie te regala nada”.
Pero el primo de Mauricio, Solá y un puñado más de los que estaban ahí saben que el Jefe de Gobierno de la Ciudad, perfora como nadie en estos tiempos en los sectores más bajos del conurbano bonaerense. Exacto. Allí donde Kirchner ni su mujer pueden caminar sin fortísima custodia y altísima protección de los varones del distrito, Mauricio Macri tiene cien por ciento de conocimiento y es el dirigente de mayor imagen positiva. ¿Será por eso que Felipe parece haber elegido a Mauricio para recorrer los desolados parajes sin nombre, sin número, sin cloacas? ¿Aceptará Macri un aliado en el 2009 que puede convertirse en un competidor en el 2011, si decide correr la carrera por la presidencia?
Claramente parece que sí. Macri todavía se pregunta hasta dónde le llegará su pasión por los asuntos de Estado. Mientras resuelve qué contestarse, sabe que todavía necesita aprender, y mucho. Y Solá está dispuesto a mostrarle, seguramente, los intrincados laberintos de lo que no se ve ni se escribe, pero forma parte de la agobiante realidad del conurbano, cuestiones imprescindibles para ganar, pero sobre todo para gobernar en la Argentina. Cuestiones que, en fin, Solá ya conoce.
Finalmente, pretender hacer nueva política sin entender de política, es como si Einstein hubiera pretendido producir la Teoría de la Relatividad sin un profundo conocimiento de la física newtoniana. En rigor, los que lo conocen, dicen que Solá anda en eso. Igual que Einstein, que para refutar probadas inconsistencias se alzó una mañana en una clase diciendo “Newton, perdóname”, el ex gobernador bonaerense está dispuesto a reclamarle perdón al líder muerto por todas las utopías que fracasaron y realizadas en su nombre, y empezar de nuevo, probando nuevos caminos, en un tiempo tremendamente difícil y sin sueños, con Kirchner todavía en el poder y complicándole cada paso. Nadie asegura que lo va a lograr. El tampoco. En Mar del Plata, le dio realidad a esa ontología primordial del mito peronista y empezó a lanzarse cada vez con menos timidez, demostrando que sí, que ahora sí va a ir por la presidencia en el 2011. Pero antes tiene que ganarle a Kirchner en el 2009, en ese conurbano fatal.