"A esta altura de las circunstancias convendría escribir un nuevo manual sobre cómo se arman coaliciones consistentes en la actualidad, y no simples fantasías políticas. En ese sentido van aquí una serie de reflexiones sobre los errores que se cometen en la mayoría de los análisis políticos:
1) No alcanza con juntar gente suelta. Cualquier lector interesado en política habrá leído o escuchado en los últimas semanas '¿y si se juntan Duhalde, con Solá, con Macri, con Cobos, con de Narváez, con Stolbizer, con ….?' . ¿Qué queremos decir con gente suelta? Nos referimos a dirigentes que tienen presencia en el escenario mediático, pero no tienen estructura política real (ni concejales, ni intendentes, ni legisladores provinciales, ni punteros, ni referentes territoriales de cualquier tipo, y mucho menos gobernadores). La mayoría de los habitualmente mencionados tampoco poseen una inserción en las encuestas como para quitarle el sueño a ningún votante. Por lo tanto, la primera cuenta que se debe sacar es ¿qué aporta realmente el dirigente x si no tiene ni control territorial, ni un prestigio en el electorado que arrastre realmente votos?
2) 'La pata peronista' necesita también de brazos, cuerpo y cabeza. Habitualmente se dice que tal o cual coalición basada en un eje no justicialista está buscando incorporar 'una pata peronista'. La mayor parte de las veces, cuando se saca una radiografía veraz del tal miembro son solo dirigentes sueltos (tal como se los definió en el párrafo anterior), que no solo no poseen presencia territorial, sino que tampoco tienen capacidad de movilizar una porción significativa de electores que tradicionalmente respondieron al partido que fundó Perón. Segundo interrogante imprescindible ¿fulano o mengano que viene del peronismo, juntaba votos por la sigla o por sí mismo? En la enorme mayoría de los casos la respuesta correcta es la primera. Porque arrastrar votos del peronismo, en términos sociológicos, hacia una coalición no justicialista significa representarlos estética y simbólicamente, además de que los aparatos ponen lo suyo, obviamente.
3) Las asociaciones se potencian cuando suman votos efectivamente. El gran negocio de una alianza en cualquier parte del mundo es cuando 1) se juntan partes que beben del mismo electorado, por lo tanto, al aliarse no lo dividen (ejemplo típico: la Alianza UCR – FREPASO), o 2) cuando se juntan partes que suman cosas distintas, pero que no se repelen entre sí (acá los ejemplos son más difíciles, pero se podría decir que las alianzas que se armaron desde el peronismo con expresiones de centro derecha –sobre todo en la década del ´90- fueron exitosas en su logro electoral hasta 1997). Ahora, cuando uno piensa que pone un radical al lado de un peronista, al lado de un socialista, al lado de un liberal, y eso es una alianza especulando que votantes tan heterogéneos se pueden encolumnar, está empezando a sacar cuentas imaginarias, generalmente sin recurrir a estudios profundos de opinión pública.
Pero ¿y entonces? ¿la oposición no tiene chances el año próximo? Veamos:
1) Las elecciones no se ganan porque se quiere, sino porque se puede. Si el contexto favorece, tiene chances, si no, no. Para no irse demasiado atrás, en 2007 no las tenía, aún cuando hubiese habido una alianza Carrió - Lavagna, sencillamente porque votos de origen peronista del segundo hubiesen votado en blanco, abstenido, o directamente sufragado por Cristina si esa alianza se producía.
2) Puede haber contexto favorable, pero no unirse correctamente las partes. Todos miran al 2011 como puerto de arribo. Por lo tanto, pensar que se puede armar una superalianza con todos los opositores adentro no solo es difícil por los egos en juego, sino también porque hay diferencias ideológicas irreconciliables.
3) Los votantes van donde quieren, no donde uno los quiere llevar. Hoy, cerca del 70 % del electorado se considera independiente, y además los votantes opositores son un 'mercado' bastante fragmentado de por sí. Ergo, las sumatorias son bastante más complejas de lo que parece.
No relean los clásicos: ni Maquiavelo, ni Von Clausevitz, ni Napoleón sabían de esto.”
1) No alcanza con juntar gente suelta. Cualquier lector interesado en política habrá leído o escuchado en los últimas semanas '¿y si se juntan Duhalde, con Solá, con Macri, con Cobos, con de Narváez, con Stolbizer, con ….?' . ¿Qué queremos decir con gente suelta? Nos referimos a dirigentes que tienen presencia en el escenario mediático, pero no tienen estructura política real (ni concejales, ni intendentes, ni legisladores provinciales, ni punteros, ni referentes territoriales de cualquier tipo, y mucho menos gobernadores). La mayoría de los habitualmente mencionados tampoco poseen una inserción en las encuestas como para quitarle el sueño a ningún votante. Por lo tanto, la primera cuenta que se debe sacar es ¿qué aporta realmente el dirigente x si no tiene ni control territorial, ni un prestigio en el electorado que arrastre realmente votos?
2) 'La pata peronista' necesita también de brazos, cuerpo y cabeza. Habitualmente se dice que tal o cual coalición basada en un eje no justicialista está buscando incorporar 'una pata peronista'. La mayor parte de las veces, cuando se saca una radiografía veraz del tal miembro son solo dirigentes sueltos (tal como se los definió en el párrafo anterior), que no solo no poseen presencia territorial, sino que tampoco tienen capacidad de movilizar una porción significativa de electores que tradicionalmente respondieron al partido que fundó Perón. Segundo interrogante imprescindible ¿fulano o mengano que viene del peronismo, juntaba votos por la sigla o por sí mismo? En la enorme mayoría de los casos la respuesta correcta es la primera. Porque arrastrar votos del peronismo, en términos sociológicos, hacia una coalición no justicialista significa representarlos estética y simbólicamente, además de que los aparatos ponen lo suyo, obviamente.
3) Las asociaciones se potencian cuando suman votos efectivamente. El gran negocio de una alianza en cualquier parte del mundo es cuando 1) se juntan partes que beben del mismo electorado, por lo tanto, al aliarse no lo dividen (ejemplo típico: la Alianza UCR – FREPASO), o 2) cuando se juntan partes que suman cosas distintas, pero que no se repelen entre sí (acá los ejemplos son más difíciles, pero se podría decir que las alianzas que se armaron desde el peronismo con expresiones de centro derecha –sobre todo en la década del ´90- fueron exitosas en su logro electoral hasta 1997). Ahora, cuando uno piensa que pone un radical al lado de un peronista, al lado de un socialista, al lado de un liberal, y eso es una alianza especulando que votantes tan heterogéneos se pueden encolumnar, está empezando a sacar cuentas imaginarias, generalmente sin recurrir a estudios profundos de opinión pública.
Pero ¿y entonces? ¿la oposición no tiene chances el año próximo? Veamos:
1) Las elecciones no se ganan porque se quiere, sino porque se puede. Si el contexto favorece, tiene chances, si no, no. Para no irse demasiado atrás, en 2007 no las tenía, aún cuando hubiese habido una alianza Carrió - Lavagna, sencillamente porque votos de origen peronista del segundo hubiesen votado en blanco, abstenido, o directamente sufragado por Cristina si esa alianza se producía.
2) Puede haber contexto favorable, pero no unirse correctamente las partes. Todos miran al 2011 como puerto de arribo. Por lo tanto, pensar que se puede armar una superalianza con todos los opositores adentro no solo es difícil por los egos en juego, sino también porque hay diferencias ideológicas irreconciliables.
3) Los votantes van donde quieren, no donde uno los quiere llevar. Hoy, cerca del 70 % del electorado se considera independiente, y además los votantes opositores son un 'mercado' bastante fragmentado de por sí. Ergo, las sumatorias son bastante más complejas de lo que parece.
No relean los clásicos: ni Maquiavelo, ni Von Clausevitz, ni Napoleón sabían de esto.”
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