martes, mayo 10, 2022

Hay que pasar el invierno. Por Lic. Amalia Pasten.

(De la edición Nº 618 de Punto Cero). Famosa y recordada frase de un ministro de economía allá por los años 60, para decirle al país que no había plata, ni para pagar los sueldos. En esa oportunidad imprimieron unos bonos llamados «empréstito 9 de julio», eran papeles pintados, y con ellos se les «pagaba a los trabajadores, con la promesa de recibir a largo plazo un rédito.
Demás esta decir que mientras tanto la población tenía que comer, vestirse, educarse, pagar los impuestos y que al principio nadie, ningún comerciante quería recibir esos bonos.
A que se debe este recuerdo? Han pasado 60 años, todos los tipos de gobierno y hoy, en el siglo 21, año 2022, estamos aún peor que en esa época o sea, no hemos aprendido nada.
No hay trabajo en blanco, no habrá jubilaciones, y además el trabajo en negro se presta al manoseo y la inseguridad. Tampoco hay la cantidad suficiente de trabajadores que aporten para pagar las cargas de ahora.
La educación es francamente deficiente en general, faltan contenidos reales, bien aprendidos y sus formas de uso y no es por culpa de la pandemia, esto lo agravo; ya venía en decadencia.
Se sumo la falta elementos tecnológicos en los hogares, de conocimientos de docentes y padres de las plataformas y aceptar que no en todas las zonas de esta extensa argentinas hay, por ejemplo luz eléctrica, elemento básico si los hay.
Basta ver en los programas de preguntas y respuestas, tan populares ahora en la T.V. los jóvenes y los no tanto, no saben comprender preguntas básicas relacionadas con las matemáticas, lectoescritura, historia y geografía y no hay distinción de procedencia, sea escuela privada o escuela estatal.
Otros de los temas es la salud, tanto pública como privada. Son escasos los especialistas y los que hay trabajan en consultorios privados, fuera de toda prepaga y sus honorarios distan mucho de ser los que las gente común puede pagar y los turnos son a largo plazo. Por ello las intervenciones quirúrgicas suelen superar el año de espera, lo que conlleva al deterioro de las personas tanto en lo físico como en lo cognitivo y emocional.
Hoy como hace 60 años, los que pagan el pato de los malos gobiernos son siempre los mismos, los asalariados.
Ellos, los gobernantes, se van o los hechan, no importa, pero siempre lo hacen mejor que cuando entraron. Nadie se hace cargo del no cumplimiento de las promesas con las que taladraron durante meses de campaña.
Que Dios y la Patria algún día me muestre que hay un castigo para estas personas.


 

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