Si bien hombres y mujeres tienen casi iguales posibilidades de sufrir alteraciones venosas- venas varicosas, derrames, arañitas, por causa de la herencia, el componente hormonal hace que sean ellas las que las padezcan con mayor frecuencia, sobre todo las llamadas telangectasias o arañitas, que afectan a la circulación periférica.
Si bien hombres y mujeres tienen casi iguales posibilidades de sufrir alteraciones venosas- venas varicosas, derrames, arañitas, por causa de la herencia, el componente hormonal hace que sean ellas las que las padezcan con mayor frecuencia, sobre todo las llamadas telangectasias o arañitas, que afectan a la circulación periférica.
Miguel Ángel Gramajo Booth, médico flebólogo universitario, miembro del American College of Phlebology y pionero en procedimientos de recuperación funcional sin extirpación, explica esta relación de hormonas y várices en la mujer.
“Dos hormonas femeninas están siempre en juego, estrógenos y progesterona: éstas son responsables de la dilatación venosa. Sus cambios a lo largo de la vida pueden ocasionar que la herencia de várices que portan algunas personas, combinada con la acción de los factores ambientales o de hábitos de vida – sedentarismo, fumar, etc.- se manifieste”, indicó Booth.
Con anticonceptivos, sí. “Según se comprobó hace décadas, hay una relación directa entre los derrames venosos y el consumo de anticonceptivos. Ninguna mujer que toma anticonceptivos debe fumar porque aumenta su riesgo de sufrir trombosis y tromboflebitis. Lo mismo vale para las terapias de reemplazo hormonal.”
En menopausia, tal vez. “Muchas mujeres relacionan la menopausia con la aparición de más arañitas o várices pero no está comprobado. Hay una teoría que relaciona las alteraciones neurovegetativas – del sistema nervioso - de la postmenopausia con la fragilidad venosa y se puede suponer que el desbalance hormonal genere tendencia a derrames”
En el embarazo, sí, pero pueden irse. “Los cambios de niveles hormonales de la mujer producen riesgo de várices en el embarazo. De hecho, la dilatación venosa es uno de los síntomas de mujeres embarazadas, como así también la presión intrabdominal, lo que suma otro factor asociado, en el último trimestre. Las várices del embarazo pueden llegar a reducirse y hasta remitir completamente en algunas pacientes, porque con el parto la mujer ya pierde la carga de hormonas en sangre y esta puede ir equilibrándose paulatinamente. Igualmente, de ser necesario, a partir del segundo mes después del parto, se puede comenzar un tratamiento.”
La fleboterapia restaurativa. “Es un tratamiento ambulatorio indicado en todas las épocas de la vida de la mujer. Se trata de un método mínimamente invasivo y de aplicación local, se usa en arañitas y grandes várices y no tiene efectos adversos; consiste en inyecciones de sustancias naturales con agujas del grosor de un cabello y trabaja sin esclerosar ni eliminar la vena, sino estimulando mecanismos naturales de reparación”.
“Dos hormonas femeninas están siempre en juego, estrógenos y progesterona: éstas son responsables de la dilatación venosa. Sus cambios a lo largo de la vida pueden ocasionar que la herencia de várices que portan algunas personas, combinada con la acción de los factores ambientales o de hábitos de vida – sedentarismo, fumar, etc.- se manifieste”, indicó Booth.
Con anticonceptivos, sí. “Según se comprobó hace décadas, hay una relación directa entre los derrames venosos y el consumo de anticonceptivos. Ninguna mujer que toma anticonceptivos debe fumar porque aumenta su riesgo de sufrir trombosis y tromboflebitis. Lo mismo vale para las terapias de reemplazo hormonal.”
En menopausia, tal vez. “Muchas mujeres relacionan la menopausia con la aparición de más arañitas o várices pero no está comprobado. Hay una teoría que relaciona las alteraciones neurovegetativas – del sistema nervioso - de la postmenopausia con la fragilidad venosa y se puede suponer que el desbalance hormonal genere tendencia a derrames”
En el embarazo, sí, pero pueden irse. “Los cambios de niveles hormonales de la mujer producen riesgo de várices en el embarazo. De hecho, la dilatación venosa es uno de los síntomas de mujeres embarazadas, como así también la presión intrabdominal, lo que suma otro factor asociado, en el último trimestre. Las várices del embarazo pueden llegar a reducirse y hasta remitir completamente en algunas pacientes, porque con el parto la mujer ya pierde la carga de hormonas en sangre y esta puede ir equilibrándose paulatinamente. Igualmente, de ser necesario, a partir del segundo mes después del parto, se puede comenzar un tratamiento.”
La fleboterapia restaurativa. “Es un tratamiento ambulatorio indicado en todas las épocas de la vida de la mujer. Se trata de un método mínimamente invasivo y de aplicación local, se usa en arañitas y grandes várices y no tiene efectos adversos; consiste en inyecciones de sustancias naturales con agujas del grosor de un cabello y trabaja sin esclerosar ni eliminar la vena, sino estimulando mecanismos naturales de reparación”.
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