(El Ciudadano de Luján) Empleados del hospital municipal de Luján denunciaron que una "patota" que responde a la intendenta Graciela Rosso, sobre la que además aseguran que cobran sueldos municipales, estaría recorriendo los pasillos del Hospital Nuestra Señora de Luján “amedrentado al personal, profiriendo amenazas y haciendo campaña para la jefa comunal”.
Algunas fuentes vinculadas al oficialismo confesaron que los muchachos fueron traídos del Conurbano y que "son unos negritos que meten miedo" con tan sólo verlos.
Por otra parte, hay una seria preocupación en los partidos políticos del arco opositor por el accionar de “los muchachos de Graciela Rosso”. Varios autos circulan por la ciudad, sin control alguno y ocupados por muchachos con aspectos de "pesados", los que contarían con “frondosos antecedentes”, tratando de intimidar e impedir el trabajo de los militantes que colocan pasacalles o pegan afiches.
A plena luz del día, estos “muchachones del Conurbano”, a quienes “no les importa nada de lo que digan los vecinos”, sacan los pasacalles y afiches de los distintos partidos políticos.
El caso más notorio, y centro de los ataques oficiales, fueron los carteles de Miguel Prince, que duraron menos de dos horas pegados en paredes y columnas. El problema es que, al mejor estilo Conurbano, los muchachos andan armados. Se los suele ver en un 504 bordó o ladrillo, en un 504 blanco, o en una rural Renault 12 un tanto desvencijada.
Y, según un rossista infiel, “la orden que tienen de Graciela Rosso es dominar la calle, cueste lo que cueste”. Pero, a ciencia cierta, nadie sabe qué es lo que incluye el “cueste lo que cueste”. ¿Cuánto vale la integridad física de una persona, o su vida? Solo la jefa comunal tiene la respuesta. Hay que ver cuánto es lo que se anima a arriesgar.
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