La cifra impacta: una ONG asegura que un millón de personas en la Argentina engrosaría sus ingresos con la venta de drogas.
El "negocio" mueve muchísimo dinero cada jornada y uno de los pilares del fenómeno es que la venta mayorista y minorista se convirtió en "trabajo" estable para alrededor de un millón de personas en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, en el marco de un esquema que incrementa la problemática de las adicciones con un sistema de salud que está colapsado para atender la demanda, según un informe de la Asociación Antidrogas de la República Argentina.
El trabajo alerta que "en los barrios porteños y del Conurbano se naturalizó la venta de estupefacientes como método de supervivencia, que incluye hasta a menores de edad, atraídos por ingresos cotidianos de unos 1.000 pesos de piso". Caso 1: jueves pasado, en horas de la madrugada, en la plaza central de la localidad de Isidro Casanova, frente a la iglesia y el registro civil, cuatro jóvenes de unos 20 años se acercan a un auto que estaciona con las balizas encendidas. Hablan unos segundos con el conductor y un acompañante, que les pasan un sobrecito a cambio de billetes. El vehículo se retira, mientras el grupo se acomoda en un banco y comienza a consumir la cocaína adquirida allí mismo.
"Situaciones de estas características se observan de manera habitual, no sólo por la noche. Los consumidores ya no sólo ingieren las sustancias en sus casas o espacios cubiertos, desde hace rato se naturalizó el consumo en la vía pública. Lo saben quienes viajan en trenes, colectivos o subtes. También aquellos que van a pasar un rato a una plaza. Esto significa claramente que el problema de la cantidad de adictos o consumidores es mayor, pero también que aumentó exponencialmente el número de personas que 'trabajan' vendiendo con absoluta impunidad", dijo Claudio Izaguirre, subsecretario de Adicciones y Lucha contra el Narcotráfico de La Pampa.
Para el especialista, también titular de la Asociación Antidrogas, "el problema de la comercialización de drogas es la enorme expansión de los vendedores minoristas y mayoristas que se instalaron en los barrios, ya no sólo en las villas o barrios humildes, que representan una cadena de personas que literalmente viven, se sostienen económicamente, de lo que se recauda con la venta cotidiana".
"Tenemos que enfrentar de una vez por todas este problema. Que es gravísimo. La comercialización fuera de control lo que permite es que cada vez más personas ingresen en este mundo sin demasiado esfuerzo. No hace falta presentar un currículum vitae, ni nada. Es un negocio que permite recaudar unos 1.000 pesos por día, de base, que es un dinero que no se puede ganar en cualquier trabajo normal", señaló el experto.
Caso 2: Marina vive en el barrio porteño de Caballito. Tiene 24 años. Comenzó a consumir cocaína a instancias de una amiga, cada vez que salía los fines de semana. Pero en los últimos meses su adicción la obliga a consumir diariamente. No le hace falta trasladarse a ninguna parte para comprar, sino que tiene en la agenda de su teléfono a cuatro vendedores que se acercan hasta su domicilio con apenas un par de mensajes de WhatsApp a través del famoso delivery, otra cara del "negocio".
"El delivery creció también muchísimo. Hace unos años, quienes consumían iban a comprar a las villas o en zonas humildes. Se arriesgaban. Eso ya no existe en la zona metropolitana, porque los consumidores consiguen lo que necesitan con absoluta facilidad. En cualquier momento empiezan a pegar papelitos con los teléfonos de los dealers como hacen con el negocio de la explotación sexual. Así de descontrolado está este negocio", dijo Izaguirre.
"Un gravísimo problema de salud"
La problemática del narcotráfico es un desafío para las autoridades de las áreas de seguridad del Estado. Pero también representa un drama sanitario, con una multitud de ciudadanos con adicciones que no reciben tratamientos adecuados. "Los servicios de salud están absolutamente colapsados, no están preparados para la demanda de adictos con sus problemas. Hablamos de personas que desarrollan problemas psiquiátricos y no reciben ayuda. Es delicada la situación, porque sólo las familias con recursos o buenas obras sociales tienen ayuda. La mayoría de los adictos se queda afuera, acrecentando su enfermedad", señaló Izaguirre, de la Asociación Antidrogas.
"Atender a una persona con adicción requiere de equipos multidisciplinarios. Es una enorme falencia que tenemos actualmente. Se requiere de un plan sistematizado, que funcione en todo el país, al margen de las características de cada zona. Lo que no se puede es dejar a los adictos, sus familias, sin ayuda", dijo el experto. (Asteriscos TV).
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