lunes, octubre 08, 2018

Tasas por las nubes y devaluación trastornan todas las variables. Por José Calero.


A pesar de estar acostumbrados a crisis recurrentes, los argentinos observan azorados cómo el dinero se evapora de sus bolsillos ante una economía que llevó las tasas a niveles estratosféricos y el precio del dólar se duplicó en apenas cuatro meses.

Intereses de hasta el 100% para que una pyme descuente un cheque en una de las tantas ´cuevas´ que siguen operando en la city porteña, saldos de tarjetas de crédito que rondan el 70% anual, créditos hipotecarios que se caen por la disparada del dólar, operaciones comerciales que se dan marcha atrás porque los valores pactados hace pocas semanas ya cambiaron, e insumos importados que se vuelven imposibles de adquirir forman parte de esta nueva crisis que dejó hace rato de ser una "tormenta".

El escenario financiero es tan crítico que primero obligó al gobierno a disponer que las altísimas tarifas bimestrales de gas, por ejemplo, se puedan pagar en dos cuotas.

Luego llegó la "sorpresa" de que serán los propios usuarios quienes deberán solventar deudas contraídas por las distribuidoras con las petroleras por contratos que fueron firmados cuando el dólar estaba a $20, y ahora deben saldarse con una divisa de $40.

Allí, la "solución" que se encontró fue permitir pagar, siempre a los usuarios, esos 10.000 millones de pesos extra en "24 cuotas".

En este escenario, el nuevo experimento monetario de bandas cambiarias que puso en marcha el Banco Central avalado por el FMI, derivó en una absorción de dinero que expertos ya consideran la "más drástica" de la historia argentina moderna.

El problema, aseguran economistas como Carlos Melconian, Carlos Rodríguez y Miguel Bein es que esa absorción se está realizando a un ritmo frenético que es "insostenible" en el mediano plazo.

Cerca del Banco Central dicen que la intención es que para fin de año se haya eliminado el stock de Lebacs, que llegó a superar el billón doscientos mil pesos.

Pero a este paso, será rápidamente alcanzado por la nueva ´estrella´ del mercado, la Letra de Liquidez (Leliq), otro monstruo financiero cuyo derrotero colma de incertidumbre a los ahorristas.

"La diferencia es que parte de las Lebac estaba en manos de ahorristas individuales, que podían reclamar la plata en cualquier momento. Con las Leliq en manos de bancos e inversores institucionales siempre tenés otro margen de maniobra", dijo un referente del sistema financiero que conoce de cerca el BCRA.

La declaración mete algo de ruido pero esa estrategia ya era conocida por los bancos, que mantiene abierta la opción de que, llegado el momento, el Banco Central salga a renegociar las Leliq para estirar los vencimientos, que por ahora son a 7 días.

Con la Leliq, el BCRA le "vende" papeles a los bancos a cambio de que entreguen el dinero de sus clientes que tienen en depósito.

Ese dinero se esteriliza, por lo que ya no vuelve al mercado, lo cual impide destinarlo a la compra de dólares o a pagar precios más caros por bienes y servicios.

Es el ABC del manual de monetarismo para acabar con la corrida hacia el dólar y la inflación, todo al mismo tiempo.

El problema es que su impacto en la economía real está siendo devastador, ya que las altas tasas ponen al borde del jaque mate al sector pyme, que tiene escasas espaldas para resistir este juego y necesita capital de trabajo para, por ejemplo, pagar salarios.

Por eso muchos comercios prefieren vender en efectivo al costo e incluso a pérdida: con ese ´cash´ impiden tener que caer en los tentáculos del sistema financiero y pagar tasas de interés prohibitivas.

Para mantener activa esa aspiradora de pesos, el BCRA ofrece una tasa que ya ronda el 75%, inconsistente con cualquier economía a mediano plazo.

Este esquema, supuestamente de emergencia, es letal para la producción y el comercio, y arrasa con el consumo, principal sostén de la actividad de las pymes.

A partir de esta estrategia, se dispararon todas las tasas activas cobradas por los bancos: créditos, descubiertos en cuenta, préstamos personales o prendarios, y tarjetas de crédito, a niveles del 85 al 100 por ciento.

Cualquier economista, liberal o heterodoxo, coincide en que esos niveles de tasa a mediano plazo se convierten en imposibles de pagar, salvo a cambio de una pérdida patrimonial significativa.

Este es el gran riesgo del esquema puesto en práctica casi como última opción por parte de la administración Cambiemos: si este plan monetarista no logra estabilizar el dólar y los precios de la economía a más tardar en noviembre, la recesión puede poner a la Argentina en terapia intensiva a largo plazo.

Mientras se mantengan las altas tasas, el escenario será de caída de ventas, del consumo, la producción, el empleo y, como ya se evidenció en el último informe del INDEC, aumento de la pobreza y la exclusión social. (Asteriscos TV).

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