“Aunque no todas las lagunas se encuentran igual, en la mayoría de ellas encontramos una alta concentración de nutrientes sobre todo fósforo y aguas verdes debido al crecimiento de algas microscópicas que se encuentran suspendidas en la columna del agua”.
Así se pronunció la bióloga Luz Allende, investigadora del Conicet con sede de trabajo en el Instituto del Conurbano (ICO) de la Universidad Nacional de General Sarmiento, como introducción a la investigación de la casa de altos estudios sobre las lagunas bonaerenses.
Y hace énfasis sobre el enfoque del trabajo: “Queremos rescatar los beneficios que aportan” estos espejos de agua y “buscar la formas de restaurarlas”.
La investigadora detalla además que en general “hay un desarrollo importante de plantas acuáticas flotantes, como camalotes, repollitos de agua, acordeoncito de agua y lentejas de agua” y que unas pocas “se encuentran dominadas por plantas acuáticas sumergidas, como las colas de zorro”.
En concreto, Allende lidera junto a la bióloga María Soledad Fontanarrosa, investigadora de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA), un equipo que estudia la calidad del agua de lagunas ubicadas en el área Metropolitana Bonaerense (AMBA) y en Tandil.
“Nos interesa hacer el diagnóstico de estado trófico de lagunas urbanas de distintas ciudades”, comenta la profesional y agrega que centran la investigación en variables de eutrofización, es decir, que están relacionadas a un aumento en la concentración de nutrientes como nitratos y fosfatos, que generan cambios en la flora y fauna de las lagunas.
Una de las razones de la realización de este proyecto, cuenta Allende, era obtener más datos sobre estas lagunas ya que hay mucha gente que vive cerca de ellas y “son ecosistemas muy importantes, tanto para los humanos como para la flora y la fauna de las ciudades”.
Para llevar adelante este proyecto, que comenzó en 2018, el equipo se basó en 15 lagunas ubicadas en áreas protegidas y en parques públicos y privados: seis de ellas están en el noroeste del Conurbano Bonaerense, seis en la Ciudad de Buenos Aires y tres en Tandil.
“Elegimos estas lagunas, porque son urbanas y estamos interesadas en estudiar no sólo su calidad desde un enfoque ecológico si no que el aporte que estas pueden representar para el bienestar y la salud humana”, detalla la especialista en ecología acuática, que trabaja junto a estudiantes de la UNGS y la UNCPBA.
Se realizaron dos tipos de estudios. Uno de ellos se hace en el lugar y se basa en la medición de la temperatura del agua, de la acidez (pH), y de la transparencia del agua, entre otras variables.
Y, por otro lado, tomaron muestras de agua para analizar luego en el laboratorio las concentraciones de nutrientes, las algas microscópicas y también unos pequeños invertebrados que se alimentan de esas algas microscópicas. En todos los casos, se realizaron dos muestreos, uno en la temporada fría y otro en la cálida, ya que algunas de las variables estudiadas pueden verse afectadas por la temperatura, entre ellas, el crecimiento de las algas y las plantas acuáticas.
Sobre las lagunas que mostraron mejores resultados en cuanto a la calidad del agua, Allende menciona las que se encuentran Tandil y aquellas que tienen plantas acuáticas que crecen debajo del agua, es decir, que están sumergidas.
Le siguen las lagunas ubicadas en reservas ecológicas, que se encuentran casi siempre cubiertas por plantas acuáticas flotantes.
“En general, la peor calidad del agua se registra en las lagunas que funcionan como aliviadores. Estos son en definitiva aquellos que reciben agua a través de arroyos que vienen recolectando de toda la ciudad, o de una cuenca asociada, las aguas de lluvia y los residuos”, explica.
En cuanto a la incidencia de las plantas acuáticas en la calidad del agua, hizo especial hincapié en las macrófitas sumergidas, dado que “entre otras interacciones, pueden competir con las algas planctónicas por luz y nutrientes y previenen su proliferación y evitan la resuspensión de sedimentos que vuelve más turbia el agua”.
“La presencia de una cama de plantas acuáticas sumergidas incide positivamente en la claridad del agua y en el mantenimiento de una adecuada concentración de oxígeno disuelto en agua para el desarrollo de la flora y fauna”, completó, sin dejar de mencionar que en estudios futuros intentarán abordar el “impacto positivo” de las lagunas “para el bienestar humano y también la salud mental”. (ANDigital)
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