Si nos convertimos en amigos de nuestros hijos, nuestros hijos son huérfanos
Por Marta Braschi (MN 89089), Jefe de Toxicología del Hospital Alemán
La tragedia de la Time Warp dejo al desnudo una realidad que nos atraviesa a todos y cada uno sin discriminar clases sociales, razas culturas.
El consumo es un factor común en la sociedad, la gente “es” a través de lo que tiene sin detenerse a evaluar si los medios o las consecuencias de su consumo pueden generar algún tipo de daño para sí o para terceros. Con tal de tener todo, ya vale todo y no importa en las consecuencias.
En lo referente al consumo de sustancias psicoactivas la línea, sin importar, es la misma: quiero todo ya, sentir todo ya, sin registrar las posibles complicaciones. Las sustancias existen desde épocas remotas y no son lo importante en sí mismas: lo importante es el lugar que, hoy por hoy, ocupan en la vida de quien las consume. La búsqueda del éxito, felicidad, relajación, sedación, desconexión, diversión, muchas veces se consigue a través de las sustancias en forma inmediata, sin espera.
Hoy no se tolera la frustración ni la carencia de bienes materiales. No es posible sobrevivir sin felicidad las 24 hs del día: hoy no se puede estar cansado ni aburrido. El narcotráfico hace negocio con esta percepción y circulan así sustancias para dormir, despertarse, ponerse contento relajarse, activarse y viajar a otros estados psíquicos. Tantas sustancias como cuanto crece la demanda.
Nosotros, como sociedad ¿tenemos que atacar a las sustancias y a quienes las producen? Por ahí lo que habría que replantearse es qué rol ocupamos nosotros en este escenario en el que la demanda parte de nosotros. Buscar qué espacio quedó vacío y por qué necesitamos llenarlo con estos sentimientos en comprimidos o variantes disponibles. Hay que volver a poner la mirada y la escucha en el otro.
Detenernos a experimentar momentos y frenar con la compulsión de tenerlo todo ya, sin importar lo que cueste, ni vivir conectados las 24 horas.
Hay que volver a mirar a los hijos, cuidarlos, ponerles límites, acompañarlos en su crecimiento, compartir momentos aunque no siempre respondan como esperamos.
Los dobles mensajes no son buenos: si no queremos que tomen alcohol, no compremos bebidas en forma indiscriminada para la previa; si no queremos que fumen, no los dejemos plantar marihuana en el balcón…
Los padres somos padres siempre y no somos amigos de nuestros hijos porque sino nuestros hijos son huérfanos. Podemos ser padres amigables que les enseñan con cariño pero que ponen límites.
Los patrones de sueño, alimentación, el grupo de pares, las actividades de ocio, son variables en las que los padres debemos intervenir.
Los hábitos de consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales deben ser abarcados en el ámbito de la salud durante la entrevista en todas las especialidades para poder hacer prevención primaria, secundaria y terciaria, de acuerdo al momento de cada paciente.
En el ámbito escolar hay que educar y dar pautas de hábitos de vida saludable, evaluar las características de los alumnos y su desempeño, momentos de crisis vitales y modificaciones durante su crecimiento. La detección de situaciones en forma temprana hace a una derivación oportuna y con menos consecuencias negativas.
De más está decir que las políticas públicas deben hacerse cargo de programas tanto a nivel social como a niveles de seguridad y narcotráfico.
Hoy por hoy cada uno tenemos que hacernos cargo del lugar que ocupamos y trabajar para hacer cambios en nuestro espacio.
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