"Aprovechan los primeros calores para atacar",
advirtió el Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la UBA y el Conicet,
ya no se limitarían al verano
Las
temperaturas cambiantes que se sucedieron este invierno generaron que
la población de Aedes aegypti ya no se limite al verano, así lo reveló
el Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) que comprobó que en la Ciudad de
Buenos Aires el mosquito transmisor del dengue, el zika y la
chikungunya, alcanza ya desde septiembre el estado adulto, ya que
permanece en forma de huevos, y se desarrolla y crece recién en la
primavera.
El estudio del Instituto de Ecología, Genética y Evolución -perteneciente a Exactas-UBA y al Conicet- acaba de publicarse en la revista científica Journal of Medical Entomology, tras haber superado todas las instancias comprobatorias. Afirma que los huevos del mosquito del dengue no sólo sobreviven al frío porteño sino que durante el invierno liberan las larvas y adelantan su desarrollo.
"El objetivo fue evaluar la capacidad para eclosionar [cuando las larvas salen] de los huevos de Aedes aegypti. Los experimentos consistieron en la inmersión de los huevos y analizar el desarrollo de sus estados inmaduros, de junio a septiembre, en condiciones de temperatura naturales", explicó la investigadora del GEM, Sylvia Fischer.
En la práctica esto implicó que una vez por semana, durante 16 semanas, sumerjan alrededor de 1.000 huevos de Aedes aegypti en el patio de una casa de Mataderos, emulando lo que podría suceder en un cacharro abandonado de un domicilio cualquiera de la Ciudad. "La temperatura del agua no debía superar el promedio para invierno: entre 11,5° y 12°", precisa.
"En todas las semanas eclosionaron huevos. Y en 13 de las 16 semanas eclosionaron más del 50% de los huevos. Lo más relevante es que durante 3 de esas semanas, donde hizo más frío, eclosionaron en promedio un 20% de huevo, una cantidad nada menor", explica Fischer.
Cuando las larvas salieron de los huevos, los investigadores las criaron hasta que alcanzaron el estado adulto. Eso implicaba alimentarlas a base de levadura en polvo y hacer una revisión día por medio para ver cuántas seguían vivas.
"Para las larvas que nacieron a principio de junio hasta mitad de julio, la posibilidad de sobrevivir era del 30%, respetable. Pero para las que nacieron al final del invierno, la supervivencia era mucho más alta. De entre el 60% (agosto) y el 80% (septiembre)".
"Tenemos muy poca información previa. Pero, contrastando con otros estudios, podemos decir que en la Ciudad de Buenos Aires vamos a tener más mosquitos que hace 10 años. Resisten el frío porteño, sí: vimos la supervivencia de las larvas. Los adultos van a nacer antes, lo que no sabemos y --estamos comenzando a hacer esos estudios-- es si se pueden reproducir", concluye Fischer, sin antes advertir: "los mosquitos aprovechan los primeros calorcitos para atacar. Ahora pueden atacar antes".
El estudio del Instituto de Ecología, Genética y Evolución -perteneciente a Exactas-UBA y al Conicet- acaba de publicarse en la revista científica Journal of Medical Entomology, tras haber superado todas las instancias comprobatorias. Afirma que los huevos del mosquito del dengue no sólo sobreviven al frío porteño sino que durante el invierno liberan las larvas y adelantan su desarrollo.
"El objetivo fue evaluar la capacidad para eclosionar [cuando las larvas salen] de los huevos de Aedes aegypti. Los experimentos consistieron en la inmersión de los huevos y analizar el desarrollo de sus estados inmaduros, de junio a septiembre, en condiciones de temperatura naturales", explicó la investigadora del GEM, Sylvia Fischer.
En la práctica esto implicó que una vez por semana, durante 16 semanas, sumerjan alrededor de 1.000 huevos de Aedes aegypti en el patio de una casa de Mataderos, emulando lo que podría suceder en un cacharro abandonado de un domicilio cualquiera de la Ciudad. "La temperatura del agua no debía superar el promedio para invierno: entre 11,5° y 12°", precisa.
"En todas las semanas eclosionaron huevos. Y en 13 de las 16 semanas eclosionaron más del 50% de los huevos. Lo más relevante es que durante 3 de esas semanas, donde hizo más frío, eclosionaron en promedio un 20% de huevo, una cantidad nada menor", explica Fischer.
Cuando las larvas salieron de los huevos, los investigadores las criaron hasta que alcanzaron el estado adulto. Eso implicaba alimentarlas a base de levadura en polvo y hacer una revisión día por medio para ver cuántas seguían vivas.
"Para las larvas que nacieron a principio de junio hasta mitad de julio, la posibilidad de sobrevivir era del 30%, respetable. Pero para las que nacieron al final del invierno, la supervivencia era mucho más alta. De entre el 60% (agosto) y el 80% (septiembre)".
"Tenemos muy poca información previa. Pero, contrastando con otros estudios, podemos decir que en la Ciudad de Buenos Aires vamos a tener más mosquitos que hace 10 años. Resisten el frío porteño, sí: vimos la supervivencia de las larvas. Los adultos van a nacer antes, lo que no sabemos y --estamos comenzando a hacer esos estudios-- es si se pueden reproducir", concluye Fischer, sin antes advertir: "los mosquitos aprovechan los primeros calorcitos para atacar. Ahora pueden atacar antes".
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