(De la edición gráfica Nº 552, del lunes 7 de noviembre). La experiencia según lo que se escucha habitualmente la dan los años vividos, por ello muchas personas que peinan canas se creen con ese derecho sin ecuanon. Pero el diario vivir nos demuestra que no solo por haber transitado sus caminos se la adquiere; porque vivir no es solo transitar la vida. Muchas personas mueren sin saber siquiera cual ha sido su misión.
La experiencia solo se consigue con hacer, aunque uno se equivoque una y mil veces y vuelva a intentarlo, no sin antes averiguar las causas del fracaso; con hablar de lo que se puede hacer no basta.
No está bueno decir «esto es una pavada, cualquiera lo puede hacer» Cada cosa tiene sus dificultades al realizarlas, cada persona es dúctil en una actividad u en otra, sin embargo todas debieran aprenderlas antes de poner manos a la obra.
La experiencia tiene frases que sin darnos cuenta repetimos cual loro barranquero, en especial a nuestros menores «cuando vos vas yo ya fui y vine ciento veces»
«A mi me vas a decir esto ó aquello mil veces me pasó a mi» tal vez sea cierto pero lo que con seguridad no lo, es que lo hallamos resuelto y tengamos la humildad para transmitirlo.
La experiencia es muy personal, cada uno la adquiere de una forma distinta, como puede y/o como quiere no por haber andado por los mismos caminos es igual para todos depende de los momentos y situaciones que cada uno esté viviendo.
Por ello hay que ser muy respetuoso cuando se hace alarde de los conocimientos que cada uno posee, es mejor sorprender que desilusionar y es muy bueno dejar a los más jóvenes que practiquen esta virtud basada en la paciencia, el esfuerzo diario, la aceptación de sus debilidades y fortalezas con respeto y amor a si mismos sabiendo que el Creador tiene una misión para cada uno y le dá las armas para cumplirla.
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