El especialista Gustavo Idígoras
analiza qué condiciones le hacen falta al país para convertirse en potencia
alimentaria.
La demanda mundial de alimentos y bebidas crece a
ritmo sostenido y se espera que en las próximas dos décadas haya que duplicar
la producción de granos e incrementar en 200 millones de toneladas la cantidad
de carne para poder abastecerla. Ante este panorama, todas las miradas apuntan
hacia América del Sur, una región que se destaca por sus condiciones naturales
y su riqueza productiva que la convierten en la gran proveedora de alimentos
del futuro.
Para convertirse en una superpotencia productora de
alimentos y bebidas, tanto la Argentina como la región tienen por delante tres
importantes desafíos que Gustavo Idígoras, ex agregado agrícola ante la Unión
Europea y especialista en comercio internacional, detalla de la siguiente
manera.
1.
Mejorar
los sistemas productivos y comerciales
En materia productiva es fundamental el acceso a las
tecnologías más avanzadas. Pero también es necesario el desarrollo de
tecnología propia con un fuerte eje en el procesamiento y conservación de
alimentos, con el objetivo de llegar a todos los mercados en tiempo y forma.
Idígoras destaca que hasta el momento los países de la
región han demostrado ser muy eficientes en la producción de alimentos, pero no
tanto a la hora de comercializar esos productos fuera de sus fronteras. “No
sabemos vender y si queremos crecer tenemos que desarrollar esa capacidad”,
apunta el experto internacional.
2.
Lograr
estándares ambientales
El desafío es garantizar prácticas (tanto en la
producción como en la industrialización de los alimentos) que tengan como
objetivo reducir la cantidad de emisiones de gases efecto invernadero. “La
condición principal que actualmente imponen los supermercados es contar con
certificaciones ambientales y eso se va a poder ver en los cientos de
compradores que arriben a Aliment.AR”, comenta Idígoras.
En este aspecto, la región corre con desventaja y
existe una enorme brecha que la separa respecto a otros competidores, como
Australia, Nueva Zelanda, Canadá o Estados Unidos, que hoy tienen un altísimo
grado de desarrollo en el tema y que ocupan desde hace años esos nichos de
mercado. A ello se le agrega la actitud pasiva del sector empresario y los
distintos gobiernos que han desarrollado limitadas iniciativas para tratar de
dar el vuelco necesario que posicione a la región como un ejemplo a la hora de
garantizar la calidad, ambiente, inocuidad y trazabilidad de sus productos.
“Hay sectores, como la carne vacuna, aviar o porcina,
que se encuentran alejadas de tener certificaciones ambientales. Y ni hablar de
las producciones granarias, que son el mayor volumen de exportación”, cuestiona
Idígoras. Sin embargo, hay otras actividades donde se ha trabajado en una mayor
sustentabilidad y que demuestran una mejor performance. “En Argentina, los
sectores vitivinícola y de frutas frescas, sobre todo cítricas, han avanzado y
están en condiciones de alcanzar la certificación ambiental sin un gran
esfuerzo”, sostiene.
3.
Ajustar
las condiciones laborales a los patrones internacionales
“La eliminación del trabajo infantil, la esclavitud
laboral y que se respeten la cantidad de horas de trabajo y el pago de un sueldo
digno por la tarea desempeñada son vistas por el mundo como condiciones sine
qua non, las empresas deben buscar este tipo de certificaciones en el corto
plazo”, agrega el especialista en agronegocios.
“No se va a poder seguir expandiendo fronteras de
producción y abriendo mercados sino se cumplen estas nuevas condiciones de
venta. La región tiene que responder estos desafíos y liderar el cambio para
ser una superpotencia alimenticia”, concluye Idígoras.
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