El sábado se realizó en Luján el Oeste Metal. El festival sumó varias bandas de heavy y tuvo como presentación central al grupo integrado por los ex Hermética. Fue antecedido por Tren Loco. La vigencia de un género que invita a pensar la realidad social.
El heavy metal argentino es música, pero también mensaje. Desde su nacimiento como género específico a comienzos de los 80 supo interpretar los momentos políticos y sociales de un país que siempre le asignó un lugar marginal. En esa marginalidad dentro del amplio campo del rock nacional es voz de los sin voz.
La fisonomía poética que terminó de perfilar Hermética en plena etapa menemista y neoliberal es un grito de identidad del metal pesado vernáculo, en la que cobran vida pueblos originarios, sectores trabajadores, víctimas de la dictadura o la exclusión de los pibes pobres que desde entonces conforman las barriadas populares de las grandes ciudades.
Malón representa hoy la expresión más acabada de esa tradición patentada por la H y replicada por decenas de otros grupos. No sólo porque cuenta con tres integrantes de aquella legendaria banda, sino también porque supo darle continuidad a un mensaje de lucha. Espíritu Combativo, Justicia o Resistencia y Resistencia Viva bautizan sus tres primeras obras, paridas en plena hegemonía noventista. Y más acá en el tiempo, consumado el regreso luego del inesperado parate decidido en 1998, amplió esas inquietudes artísticas bien locales hacia un mundo globalizado que define un Nuevo Orden Mundial, cruel y violento.
El sábado, en CCP Rock, varios exponentes del heavy argentino reafirmaron la vigencia del género. Fue en el Oeste Metal, festival que aglutinó a siete bandas, incluido el cierre a cargo de Malón.
El grupo conformado por Claudio O'Connor (voz), Antonio ‘Tano’ Romano (Guitarra), Claudio ‘Pato’ Strunz (batería) y Carlos Kuadrado (Bajo) fue arrollador. En cada una de sus presentaciones llevan a fondo aquella máxima futbolera de dejar todo en la cancha. Fueron unas veinte canciones interpretadas casi sin dar respiro. Malón habla a través de sus letras. Parece no necesitar más que eso para establecer conexión con su público y dejar su mensaje.
El show fue de menor a mayor, especialmente en lo que hace al listados de temas. Luego de un arranque con canciones más recientes en términos de composición y, por lo tanto, no clásicas, los típicos himnos de la banda empezaron a sucederse. La temperatura fue en aumento y la respuesta del público también.
En la madrugada del domingo, Malón puso en escena varios temas de Espíritu Combativo, aquel disco debut parido en 1995 luego de la abrupta separación de Hermética: Síntoma de la Infección, Castigador por Herencia, Gatillo Fácil y Malón Mestizo. También la base inconfundible de Carlos Kuadrado en Cancha de Lodo, el tema que en un tono inicial de corte folclórico expone las penurias de un jornalero que entrega su sangre en un horno de ladrillos.
Malón grita rabia. Es rabia razonada y por eso invita al movimiento. Los riff simples pero efectivos de Romano, el doble bombo de Strunz y el manejo del escenario de O'Connor explican que sea el grupo más representativo del metal vernáculo.
Otros puntos altos fueron Bajo el Dominio Danzante (Justicia o Resistencia) y 30 mil plegarias (en la versión cantada y eléctrica de Resistencia Viva). Y como si no alcanzara con tanta potencia, sumaron varios clásicos de Hermética que encontraron el merecido pogo entusiasta de un público que mezcla a veteranos metaleros con nuevas generaciones, en lo que marca una continuidad que en muchos casos se transmite de padres a hijos. La identidad metalera va más allá de la remera negra y el pelo largo. Tú eres su Seguridad y Soy de la Esquina cerraron una noche histórica en Luján.
BARRIO BAJO
La grilla del Oeste Metal incluyó a Werken, Bríos, Parietal, Harpoon, Renacer (la banda de Christian Bertoncelli, ex Horcas e Imperio) y Tren Loco. Este último grupo, nacido a comienzos de los 90 en la localidad de Grand Bourg, conserva su marca de origen: la alusión a las barriadas populares en sentido de pertenencia y denuncia.
En su primera presentación en Luján, la banda sacó chapa de su amplia experiencia. Con la conducción de Gustavo Zabala (bajo) y Carlos Cabral (voz) como únicos sobrevivientes de la formación original, sonaron ajustados y derrocharon carisma en el escenario. El repertorio elegido fue un acierto y les permitió redondear una presentación perfecta, sin fisuras desde lo musical y con un gran acompañamiento por parte del público.
Tren Loco dejó una sucesión de clásicos: Tierra Negra, Barrio Bajo, Patrulla Bonaerense, Fuera de la Ley, No me Importa y el cierre con Tempestades, aquel tema que en 1991 sirvió como punta de lanza para llevarlos del Gran Buenos Aires a Tokio sin escalas, en la final mundial del Yamaha Band Explosión. El metal argentino no se rinde. (El Civismo).
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