Cada vez son más los intendentes peronistas del denominado conurbano profundo que encienden las alarmas por la delicada situación social en sus distritos. El diagnóstico coincide en que la postal se parece a la del 2001. Las nuevas restricciones por la pandemia y la falta de changas, hace que muchos vecinos saquen a la calle sus muebles para venderlos. El único objetivo es comprar comida. Lo mismo ocurre con la ropa familiar. Y hasta las herramientas son comercializadas por la falta de trabajo.
En ese contexto, el trueque también avanza con singular fuerza en los barrios. Hasta el propio dirigente social Juan Grabois, ha advertido al gobierno que en vez de planes hay que pensar en generar trabajo para los sectores más humildes y poner todos los esfuerzos para detener la pobreza. En los comedores y merenderos, los dirigentes barriales admiten que no hay alimentos que alcancen para satisfacer la demanda, ya que la concurrencia de personas crece día a día.
Los movimientos sociales, no solo el Evita, sino también la Corriente Clasista y Combativa (CCC), de Juan Carlos Alderete, plantean hace un año que las ayudas sociales no deben llegar en forma de asistencia económica directa o a través de planes, sino que deben formar parte de un esquema de creación de puestos de trabajo en áreas específicas. El Gobierno está estudiando estos reclamos para evitar que futuros conflictos terminen en protestas callejeras. Otro fenómeno visible de la crisis económica, es el crecimiento de las ferias populares, ámbitos de compra, venta y regateo de productos usados que van desde neumáticos hasta un buzo de friza. Allí es donde ha regresado la práctica del trueque. Los intercambios de indumentaria por comida también son usuales en las barriadas del GBA donde pega fuerte la alta inflación. Toda esta realidad se refleja en la caída en las encuestas que sufre el oficialismo, justamente en un año electoral clave.
El clima social por estas horas es seguido de cerca desde la gobernación y la Casa Rosada.Se convierte además en el mayor desvelo de la Cristina Kirchner, ya que en ese territorio tiene su principal base electoral.
La vicepresidenta monitorea los distritos con referentes territoriales de su riñón. Entre ellos se cuenta el intendente de Ensenada, Mario Secco que tiene línea directa con ella, como también Jorge Ferraresi, cacique de Avellaneda quien hoy es ministro nacional de Hábitat y Vivienda. También dialoga con los alcaldes de La Matanza, Fernando Espinoza, y Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, quien funciona en tándem con Máximo Kirchner. CFK además recibe un parte diario de Andrés "Cuervo" Larroque, hoy a la cabeza del Ministerio de Desarrollo Comunitario de la provincia de Buenos Aires, lugar que le permite tener una mirada en toda la Provincia.
En el rubro Salud, CFK se mueve con Daniel Gollán y Nicolás Kreplak, cabezas sanitarias de la gestión Kicillof, los hombres que pregonan cierres intensos que permitan bajar los contagios y las internaciones. Allí aparece el tema de la vacunación, que además puntea con los intendentes. Para coronar su mirada social, Cristina intercambia información con la dirigente camporista Fernanda Raverta, titular de la ANSES.
En lo que tiene que ver con el avance de la inflación, el desempleo y la lenta llegada de las vacunas, Máximo Kirchner; se encarga en primer término y en tándem con su aliado de mayor peso, Sergio Massa. CFK . También repasa todos los indicadores de la cuarentena con Axel Kicillof, quien define los criterios de gestión.
Máximo Kirchner es el encargado de recorrer el Conurbano, consultando a los jefes comunales Insaurralde y Espinoza. También lo hace con otros alcaldes, como Juan Zabaleta (Hurlingham), Mariano Cascallares (Alte. Brown), Gustavo Menéndez (Merlo), Mariel Fernández (Moreno) y Federico Achával (Pilar), entre otros.
Un tema al que los Kirchner le ponen la lupa, es el del incremento en la Tarjeta Alimentar y los índices de desempleo. Desde el Instituto Patria admiten que con todas estas cuestiones de tensión social, "no paramos de perder votos". En esa dirección. las encuestas preocupan a la Casa Rosada. La pérdida de apoyo en los últimos cuatro meses va, según las consultoras que se consideren, de un 8 a un 12%. Por ejemplo, según Giacobbe y Asociados, de diciembre a abril la imagen negativa de Alberto Fernández subió 8 puntos, mientras que la de Kicillof lo hizo 6,5%.
Para Managment & Fit, la imagen negativa del gobernador bonaerense, en su propio distrito, supera ahora la de Horacio Rodríguez Larreta en casi 17 puntos. La del presidente lo hace en más de 10. Como se observa, es difícil imaginar cómo arrancará la campaña del oficialismo con semejante desventaja a cuestas.
Según Opinaia, en la provincia el 52% de los encuestados tiene en estos momentos una opinión negativa sobre la gestión de la pandemia.
Los datos de Poliarquía marcan que en abril, por primera vez desde que empezó la emergencia sanitaria, los bonaerenses pasaron a tener una opinión peor (solo 38% favorable) que los encuestados del interior (43%), lo que seguramente tiene que ver con las nuevas restricciones dispuestas para el AMBA, y en particular con el cierre de las escuelas y las limitaciones a la circulación, la gastronomía y el comercio.
Pero también existe un acentuado malhumor con el número de contagios y sobre todo de muertes que se acumulan y que pisan 70 mil. De acuerdo a datos de las últimas semanas, un 70% de los pacientes que entran a UTIs con Covid, fallecen. Es una ecuación que hiela la sangre, y que revela que el sistema de salud de la provincia no mejoró tanto como se quiso hacer creer, y ahora encima está, sino saturado, se encuentra al menos al límite de sus posibilidades.
Esos datos resultan coincidentes con los recogidos por CB Consultora, y según los cuales el gobernador Kicillof ha seguido cayendo en la estima de sus coterráneos: llegó a ser el tercer mandatario peor evaluado del país, con un rechazo del 54,2% solo superado por el gobernador Arcioni, de Chubut.
Se comenta que hay encuestadores que relevan a los K que cortan clavos para que no los despidan cuando les llevan los números de sus sondeos más recientes. Al respecto, se murmura que en la tercera sección electoral de la provincia de Buenos Aires, donde está la base electoral kirchnerista, con suerte llegan al 40% de adhesiones.
Si se votara hoy, las encuestadoras coinciden que el oficialismo quedaría relegado en el principal distrito del país (dado que, en promedio, no lograría superar los 30 puntos), y perdería allí unos cuantos diputados nacionales, y un buen número de legisladores provinciales y concejales. Desde el Gobierno le rezan a la soja para que entren más dólares al Banco Central y a la prometida lluvia de vacunas, para poder enderezar el rumbo y mejorar el humor social antes de las urnas.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP. (Impulso Baires).
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