LUJAN, Marzo 15, (PUNTO CERO-El Civismo) Hubo agresiones a los apoderados de la empresa dentro y fuera de la Secretaría de Trabajo.
El jefe de Personal admitió que es "inminente" el cierre de la textil si el conflicto no se resuelve.
La posibilidad que cierre la fábrica textil Vandenfil y esto ocasione el consiguiente despido de unos 200 trabajadores, es una sombra que se posa y se agiganta con el correr de las horas.
Ayer se esperaba una definición que pudiera descomprimir la tensa y difícil situación que vienen atravesando los trabajadores pero en la audiencia celebrada en la Secretaría de Trabajo otra vez no hubo acuerdo.
Esto provocó la descarga de toda la bronca contenida por parte de un grupo de operarios contra la patronal debido a que, una vez más, la empresa no pudo presentar una oferta acorde a lo reclamado y así saldar una deuda salarial que se acrecienta con el paso de los días.
A duras penas, tras dos horas de permanecer en la sede laboral, el jefe de personal, un ingeniero y un contador decidieron salir a la calle. Sin protección de ningún tipo abandonaron la sede laboral luego de varias horas después de haber finalizado la fracasada audiencia.
Una vez en la calle recibieron todo tipo de insultos. También les fueron arrojados huevos, botellas de plásticos y otros elementos mientras trataban de llegar a la comisaría Primera donde se refugiaron y denunciaron lo acontecido. Pese a todo, los representantes de la empresa no tuvieron ningún tipo de lesiones.
Los trabajadores, por su parte, se dirigieron luego a la planta fabril donde efectuaron una asamblea para discutir los pasos a seguir mientras el conflicto no tiene miras de solución en el corto plazo.
Cansados de recibir un bajo salario desde, al menos, el año 2000 -de acuerdo a lo que dicen los trabajadores-, muchas veces pagado en cuentagotas o, como en la actualidad, directamente ante el cese de pagos de sus haberes, es posible entender el estado de ánimo que mantienen hace 20 días los operarios. Y este martes, desde muy temprano, comenzaron a caldearse como pocas veces antes.
Entre las 9.30 y las 13.30 fue incesante y atronador el sonido de los bombos, redoblantes y fuegos pirotécnicos como así también ensordecedor el griterío de los obreros textiles a la hora de reclamar y exigir el dinero que les corresponde.
A media mañana, el "estofado" empezó a tomar otro color. "Esto se está poniendo oscuro", dijo un operario que entraba y salía de manera constante de la Secretaría de Trabajo.
Puertas adentro, en el primer piso, todo estaba igual que antes: los apoderados de Vandenfil ofrecían más de lo mismo y los representantes gremiales rechazaban la propuesta por considerarla insuficiente y, a esa altura, poco novedosa.
CONTRA LOS HERMANOS TOCCALINO
En un cuarto intermedio de la reunión, el secretario de Organización de AOT (Asociación Obrera Textil), José Listo, informó el estado en que se encontraban las negociaciones. "El pedido de la empresa es que tiene un 50 por ciento resuelto el problema con unos clientes que van a aportar dinero pero que esas gestiones les van a llevar tres o cuatro días más. Si eso tiene éxito, harían frente al pago del aguinaldo y darían un anticipo de la quincena para comenzar a trabajar", expresó el sindicalista, quien calificó la propuesta como de poco seria.
Según Listo, los empresarios no se animan a dejar constancia por escrito el día que tienen pensado pagar los haberes y esto no hace otra cosa que seguir complicando aún más la situación.
"El empresario Marcelo Toccalino ha tomado una decisión salvaje contra nosotros y eso le va a costar muy caro", amenazó uno de los trabajadores que llevó la voz cantante en muchos pasajes de la protesta.
"A esta altura esto no es un problema sino un conflicto muy serio y no vamos a tomar ninguna decisión si no es consultada con ustedes", acotó Listo.
Pero en lugar de regresar a la fábrica, los trabajadores permanecieron firmes frente a la Secretaría de Trabajo. Incluso, en dos oportunidades ingresaron al hall con toda la percusión a cuestas y hasta se vivió un pico de tensión extrema cuando algunos trabajadores se encontraron en una escalera con el jefe de Personal, Guillermo Lamarque, y el contador de la empresa Vandenfil.
Sin posibilidad alguna de poder llegar a un acuerdo por la vía del diálogo, una trabajadora le arrojó a los apoderados los primeros huevos de la mañana. Entre insultos y atisbos de violencia, el mano a mano entre las partes no fue nada grato.
Para entonces, dos policías que habían llegado por pedido de la patronal ante la posibilidad de que los trabajadores procedieran a agredirlos, se habían retirado.
El secretario de Trabajo, Albino Cisilino, ordenó a los efectivos policiales su alejamiento de la sede laboral al tiempo que buscó calmar los ánimos por medio de la palabra, pero el esfuerzo resultó infructuoso. Los apoderados luego acusaron al funcionario de no haber intercedido para garantizar la seguridad que solicitaban. Entonces, el forcejeo no llegó a mayores sólo de milagro.
Agotada su paciencia, los trabajadores pedían estar cara a cara con quienes acusan de haber propiciado la actual situación. "Desde el año 2000 esta gente nos viene pedaleando", dijo uno de los operarios. Otro, acusó al jefe de Personal de ir armado a la fábrica y una mujer de haberla discriminado en varias oportunidades.
Pero los dardos más venenosos apuntaron contra los dueños de Vandenfil que hasta ahora nunca aparecieron. Se trata de los hermanos Luis y Marcelo Toccalino quienes, según un gremialista, siguieron el desarrollo de los acontecimientos desde diferentes confiterías. Para los empleados, los empresarios son directamente "ladrones que se robaron toda la plata y ahora no la quieren traer".
MOMENTOS DE TENSIÓN
La presión de los trabajadores era cada vez mayor. "Nosotros les damos la palabra de que no los vamos a agredir igual a como hacen ellos cuando nos tienen que pagar los salarios", sostuvo con ácida ironía otro empleado.
Minutos después traspasaron el sector de Mesa de Entrada y se enfrentaron trabajadores con los apoderados. Insultos, intentos de golpes y varios huevos sobre la humanidad del jefe de Personal y el contador dieron lugar a una acalorada discusión.
"Nosotros estamos igual que ustedes, no tenemos acciones de la empresa, somos emisarios y tan empleados como ustedes pero de distinto rango", dijo Guillermo Lamarque en un intento por colocarse en el mismo escalón que los trabajadores. Nadie de los que conocen la situación de Vandenfil le creyó.
Hubo recriminaciones de todo tipo y tenor pero la solución cada vez parece estar más lejos. "¡Queremos la plata!", suplicó en forma desaforada una señora, pero su esfuerzo fue en vano. En tanto, Cisilino y Lamarque siguieron discutiendo sin llegar a ponerse de acuerdo respecto de si la Policía debía estar presente dentro de la Secretaría en ese momento.
Pasado el mediodía, llegaron a la Secretaría de Trabajo dos funcionarios municipales. El subsecretario de Control Urbano, Pablo Oliva, y el director de Prevención Comunitaria, Oscar Clarencio, aparecieron minutos después de que empezaran a arder sobre el pavimento de Italia al 1100 viejos neumáticos.
Junto con las partes en cuestión analizaron la forma de evitar mayores inconvenientes. Desde un principio, Oliva aseguró que no era partidario de llamar a la Policía, al tiempo que desde AOT le transmitían que llegado el caso iban a "cagar a palos" a los apoderados si era necesario.
Finalmente, y cuando se cumplían ya cuatro horas del inicio de la protesta, los representantes legales de Vandenfil emprendieron a toda marcha la retirada de la Secretaría de Trabajo, debiendo tener que enfrentar durante el trayecto hasta la seccional de Policía el enérgico reclamo de decenas de trabajadores desesperados.
"El peligro de cierre es inminente"
Sin perder la calma mientras los restos de huevos se escurrían entre su cabellera, Guillermo Lamarque esta vez no pudo eludir a la prensa. Abordado por los periodistas segundos después de haber confrontado con un grupo de trabajadores, el jefe de Personal contestó con ritmo pausado cada una de las preguntas y no le escapó al interrogatorio que le hizo la prensa, acaso, en el momento más crítico que atraviesa Vandenfil en toda su historia.
- ¿Qué le ofrece la empresa a los obreros en este momento?
- Trabajar para poder cobrar lo que tenemos que cobrar todos. Todos dependemos de la empresa pero si seguimos así, desgraciadamente no hay producción, no hay venta y no hay trabajo.
- ¿Quién es el responsable de que se haya llegado a esta situación?
- Hay empresas textiles que durante la crisis cerraron y despidieron a toda su gente. Nosotros seguimos trabajando pero tenemos una mochila que no la tiene quien cerró y volvió a arrancar. Entonces, es evidente que Vandenfil no es una empresa que esté absolutamente sana ni mucho menos. Tiene un peso que es su historia y ahora estamos pagando las consecuencias.
- Ante esta situación, ¿hay peligro de cierre definitivo en Vandenfil?
- El peligro es inminente. Si Vandenfil no produce, va a tener que cerrar porque los costos fijos siguen siendo los mismos y no sólo el salario del obrero. Hay un sinfín de cosas que no tienen porqué saber como tampoco está en discusión si su reclamo es legal o no porque es absolutamente legítimo. Lo que tenemos que entender es que Vandenfil está en una situación muy precaria y una cuestión como esta la desestabiliza totalmente.
- ¿Hay dinero para pagarle a los trabajadores?
- Si estuviera ya lo hubiéramos hecho. Lo que estamos haciendo es solicitar financiamiento por otra vía para lograr juntar el dinero necesario no sólo para pagar la deuda salarial sino para pagar el consumo de gas, electricidad, materia prima, químicos, colorante.
- ¿Cuál es la posición de la empresa ante la posibilidad de que se forme una cooperativa de trabajo?
- Eso se está analizando y yo no soy quién para hablar. Hay un sinfín de posibilidades y de hecho hemos aceptado una cogestión que el sindicato no aceptó. Nosotros estamos esperando esta semana vender lo último que tenemos en stock y con ese dinero armar el pull para poder arrancar con trabajo. Se produce eso y vamos cobrando, no hay otra salida.
- Una fábrica tomada por los obreros y puesta otra vez en funcionamiento, ¿es viable desde su punto de vista?
- La toma es algo que no se puede manejar desde nuestro punto de vista pero quien puede llegar a tener algún tipo de manejo es el sindicato. Todo depende del obrero.
- ¿Puede haber una cogestión y la llegada de un crédito blando por parte del gobierno?
- Los créditos se están gestionando. Son medidas que ya se exploraron. Hemos hecho gestiones con el municipio, con la curia, de toda índole para conseguir el apoyo financiero que necesitamos para sanear en parte la economía de la empresa, pero no nos olvidemos que Vandenfil es una empresa que está en convocatoria de acreedores y regidos por el beneplácito o no de la jueza del concurso. Las soluciones pueden llegar a salir pero dependen de la aprobación de la jueza para bien o para mal.
- ¿No salen porque no tienen las garantías suficientes?
El jefe de Personal admitió que es "inminente" el cierre de la textil si el conflicto no se resuelve.
La posibilidad que cierre la fábrica textil Vandenfil y esto ocasione el consiguiente despido de unos 200 trabajadores, es una sombra que se posa y se agiganta con el correr de las horas.
Ayer se esperaba una definición que pudiera descomprimir la tensa y difícil situación que vienen atravesando los trabajadores pero en la audiencia celebrada en la Secretaría de Trabajo otra vez no hubo acuerdo.
Esto provocó la descarga de toda la bronca contenida por parte de un grupo de operarios contra la patronal debido a que, una vez más, la empresa no pudo presentar una oferta acorde a lo reclamado y así saldar una deuda salarial que se acrecienta con el paso de los días.
A duras penas, tras dos horas de permanecer en la sede laboral, el jefe de personal, un ingeniero y un contador decidieron salir a la calle. Sin protección de ningún tipo abandonaron la sede laboral luego de varias horas después de haber finalizado la fracasada audiencia.
Una vez en la calle recibieron todo tipo de insultos. También les fueron arrojados huevos, botellas de plásticos y otros elementos mientras trataban de llegar a la comisaría Primera donde se refugiaron y denunciaron lo acontecido. Pese a todo, los representantes de la empresa no tuvieron ningún tipo de lesiones.
Los trabajadores, por su parte, se dirigieron luego a la planta fabril donde efectuaron una asamblea para discutir los pasos a seguir mientras el conflicto no tiene miras de solución en el corto plazo.
Cansados de recibir un bajo salario desde, al menos, el año 2000 -de acuerdo a lo que dicen los trabajadores-, muchas veces pagado en cuentagotas o, como en la actualidad, directamente ante el cese de pagos de sus haberes, es posible entender el estado de ánimo que mantienen hace 20 días los operarios. Y este martes, desde muy temprano, comenzaron a caldearse como pocas veces antes.
Entre las 9.30 y las 13.30 fue incesante y atronador el sonido de los bombos, redoblantes y fuegos pirotécnicos como así también ensordecedor el griterío de los obreros textiles a la hora de reclamar y exigir el dinero que les corresponde.
A media mañana, el "estofado" empezó a tomar otro color. "Esto se está poniendo oscuro", dijo un operario que entraba y salía de manera constante de la Secretaría de Trabajo.
Puertas adentro, en el primer piso, todo estaba igual que antes: los apoderados de Vandenfil ofrecían más de lo mismo y los representantes gremiales rechazaban la propuesta por considerarla insuficiente y, a esa altura, poco novedosa.
CONTRA LOS HERMANOS TOCCALINO
En un cuarto intermedio de la reunión, el secretario de Organización de AOT (Asociación Obrera Textil), José Listo, informó el estado en que se encontraban las negociaciones. "El pedido de la empresa es que tiene un 50 por ciento resuelto el problema con unos clientes que van a aportar dinero pero que esas gestiones les van a llevar tres o cuatro días más. Si eso tiene éxito, harían frente al pago del aguinaldo y darían un anticipo de la quincena para comenzar a trabajar", expresó el sindicalista, quien calificó la propuesta como de poco seria.
Según Listo, los empresarios no se animan a dejar constancia por escrito el día que tienen pensado pagar los haberes y esto no hace otra cosa que seguir complicando aún más la situación.
"El empresario Marcelo Toccalino ha tomado una decisión salvaje contra nosotros y eso le va a costar muy caro", amenazó uno de los trabajadores que llevó la voz cantante en muchos pasajes de la protesta.
"A esta altura esto no es un problema sino un conflicto muy serio y no vamos a tomar ninguna decisión si no es consultada con ustedes", acotó Listo.
Pero en lugar de regresar a la fábrica, los trabajadores permanecieron firmes frente a la Secretaría de Trabajo. Incluso, en dos oportunidades ingresaron al hall con toda la percusión a cuestas y hasta se vivió un pico de tensión extrema cuando algunos trabajadores se encontraron en una escalera con el jefe de Personal, Guillermo Lamarque, y el contador de la empresa Vandenfil.
Sin posibilidad alguna de poder llegar a un acuerdo por la vía del diálogo, una trabajadora le arrojó a los apoderados los primeros huevos de la mañana. Entre insultos y atisbos de violencia, el mano a mano entre las partes no fue nada grato.
Para entonces, dos policías que habían llegado por pedido de la patronal ante la posibilidad de que los trabajadores procedieran a agredirlos, se habían retirado.
El secretario de Trabajo, Albino Cisilino, ordenó a los efectivos policiales su alejamiento de la sede laboral al tiempo que buscó calmar los ánimos por medio de la palabra, pero el esfuerzo resultó infructuoso. Los apoderados luego acusaron al funcionario de no haber intercedido para garantizar la seguridad que solicitaban. Entonces, el forcejeo no llegó a mayores sólo de milagro.
Agotada su paciencia, los trabajadores pedían estar cara a cara con quienes acusan de haber propiciado la actual situación. "Desde el año 2000 esta gente nos viene pedaleando", dijo uno de los operarios. Otro, acusó al jefe de Personal de ir armado a la fábrica y una mujer de haberla discriminado en varias oportunidades.
Pero los dardos más venenosos apuntaron contra los dueños de Vandenfil que hasta ahora nunca aparecieron. Se trata de los hermanos Luis y Marcelo Toccalino quienes, según un gremialista, siguieron el desarrollo de los acontecimientos desde diferentes confiterías. Para los empleados, los empresarios son directamente "ladrones que se robaron toda la plata y ahora no la quieren traer".
MOMENTOS DE TENSIÓN
La presión de los trabajadores era cada vez mayor. "Nosotros les damos la palabra de que no los vamos a agredir igual a como hacen ellos cuando nos tienen que pagar los salarios", sostuvo con ácida ironía otro empleado.
Minutos después traspasaron el sector de Mesa de Entrada y se enfrentaron trabajadores con los apoderados. Insultos, intentos de golpes y varios huevos sobre la humanidad del jefe de Personal y el contador dieron lugar a una acalorada discusión.
"Nosotros estamos igual que ustedes, no tenemos acciones de la empresa, somos emisarios y tan empleados como ustedes pero de distinto rango", dijo Guillermo Lamarque en un intento por colocarse en el mismo escalón que los trabajadores. Nadie de los que conocen la situación de Vandenfil le creyó.
Hubo recriminaciones de todo tipo y tenor pero la solución cada vez parece estar más lejos. "¡Queremos la plata!", suplicó en forma desaforada una señora, pero su esfuerzo fue en vano. En tanto, Cisilino y Lamarque siguieron discutiendo sin llegar a ponerse de acuerdo respecto de si la Policía debía estar presente dentro de la Secretaría en ese momento.
Pasado el mediodía, llegaron a la Secretaría de Trabajo dos funcionarios municipales. El subsecretario de Control Urbano, Pablo Oliva, y el director de Prevención Comunitaria, Oscar Clarencio, aparecieron minutos después de que empezaran a arder sobre el pavimento de Italia al 1100 viejos neumáticos.
Junto con las partes en cuestión analizaron la forma de evitar mayores inconvenientes. Desde un principio, Oliva aseguró que no era partidario de llamar a la Policía, al tiempo que desde AOT le transmitían que llegado el caso iban a "cagar a palos" a los apoderados si era necesario.
Finalmente, y cuando se cumplían ya cuatro horas del inicio de la protesta, los representantes legales de Vandenfil emprendieron a toda marcha la retirada de la Secretaría de Trabajo, debiendo tener que enfrentar durante el trayecto hasta la seccional de Policía el enérgico reclamo de decenas de trabajadores desesperados.
"El peligro de cierre es inminente"
Sin perder la calma mientras los restos de huevos se escurrían entre su cabellera, Guillermo Lamarque esta vez no pudo eludir a la prensa. Abordado por los periodistas segundos después de haber confrontado con un grupo de trabajadores, el jefe de Personal contestó con ritmo pausado cada una de las preguntas y no le escapó al interrogatorio que le hizo la prensa, acaso, en el momento más crítico que atraviesa Vandenfil en toda su historia.
- ¿Qué le ofrece la empresa a los obreros en este momento?
- Trabajar para poder cobrar lo que tenemos que cobrar todos. Todos dependemos de la empresa pero si seguimos así, desgraciadamente no hay producción, no hay venta y no hay trabajo.
- ¿Quién es el responsable de que se haya llegado a esta situación?
- Hay empresas textiles que durante la crisis cerraron y despidieron a toda su gente. Nosotros seguimos trabajando pero tenemos una mochila que no la tiene quien cerró y volvió a arrancar. Entonces, es evidente que Vandenfil no es una empresa que esté absolutamente sana ni mucho menos. Tiene un peso que es su historia y ahora estamos pagando las consecuencias.
- Ante esta situación, ¿hay peligro de cierre definitivo en Vandenfil?
- El peligro es inminente. Si Vandenfil no produce, va a tener que cerrar porque los costos fijos siguen siendo los mismos y no sólo el salario del obrero. Hay un sinfín de cosas que no tienen porqué saber como tampoco está en discusión si su reclamo es legal o no porque es absolutamente legítimo. Lo que tenemos que entender es que Vandenfil está en una situación muy precaria y una cuestión como esta la desestabiliza totalmente.
- ¿Hay dinero para pagarle a los trabajadores?
- Si estuviera ya lo hubiéramos hecho. Lo que estamos haciendo es solicitar financiamiento por otra vía para lograr juntar el dinero necesario no sólo para pagar la deuda salarial sino para pagar el consumo de gas, electricidad, materia prima, químicos, colorante.
- ¿Cuál es la posición de la empresa ante la posibilidad de que se forme una cooperativa de trabajo?
- Eso se está analizando y yo no soy quién para hablar. Hay un sinfín de posibilidades y de hecho hemos aceptado una cogestión que el sindicato no aceptó. Nosotros estamos esperando esta semana vender lo último que tenemos en stock y con ese dinero armar el pull para poder arrancar con trabajo. Se produce eso y vamos cobrando, no hay otra salida.
- Una fábrica tomada por los obreros y puesta otra vez en funcionamiento, ¿es viable desde su punto de vista?
- La toma es algo que no se puede manejar desde nuestro punto de vista pero quien puede llegar a tener algún tipo de manejo es el sindicato. Todo depende del obrero.
- ¿Puede haber una cogestión y la llegada de un crédito blando por parte del gobierno?
- Los créditos se están gestionando. Son medidas que ya se exploraron. Hemos hecho gestiones con el municipio, con la curia, de toda índole para conseguir el apoyo financiero que necesitamos para sanear en parte la economía de la empresa, pero no nos olvidemos que Vandenfil es una empresa que está en convocatoria de acreedores y regidos por el beneplácito o no de la jueza del concurso. Las soluciones pueden llegar a salir pero dependen de la aprobación de la jueza para bien o para mal.
- ¿No salen porque no tienen las garantías suficientes?
- En los diarios vamos a salir pero en el obituario. No tenemos garantía para salir y de hecho ustedes lo ven. El secretario se corre a un lado, deja pasar a la gente y vemos lo que pasó. Obraremos en consecuencia. (PUNTO CERO-El Civismo).
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