Favorecidas por el aumento de la temperatura, ya hace unos años que comenzaron a aparecer en jardines, patios y terrazas de los barrios y del centro de la ciudad. Dicen que no hay que combatirlas porque comen mosquitos, cucarachas arañas y otros insectos. Pero no hay que encerrarlas.
La colonia de insectos que vive en patios, terrazas y balcones de la ciudad tienen un enemigo ágil, silencioso y encantador. Hace aproximadamente de 10 a 12 años que las lagartijas viven en Campana y en muchos barrios porteños e incluso en los últimos años, conquistaron el Obelisco.
De la multiplicidad de especies existentes, en nuestra ciudad y Buenos Aires pueden identificarse dos: la taréntola mauritánica y la hemydactilus. Ambas son oriundas de África y Europa pero difieren en las versiones sobre el origen de su inmigración. La taréntola, también conocida como salamanquesa, arribó a nuestro país entre los cargamentos de corcho y alcornoque. La hemydactilus, por su parte, habría llegado por la provincia de Misiones, con la esclavitud. Por tal motivo, también es muy común verlas en Brasil, (muchos argentinos las vieron por primera vez en sus vacaciones en el litoral marítimo brasileño) donde se las conoce como hemidactylus persicus y maguoia. Son inocuas y de fácil adaptación en las zonas más urbanizadas y templadas. Pero la característica que mejor las predispone para la ciudad son sus patas con ventosas que les permiten trepar por paredes de edificios y casas.
Pablo, un vecino, contó que aparecieron un día en su jardín. "Me parecieron simpáticas. Busqué en Internet y descubrí que se comen los insectos. Mi hija, ahora, juega con ellas".
En zonas urbanas son beneficiosas porque comen mosquitos, arañas, escorpiones, polillas, coleópteros, cucarachas y otros insectos. Por eso, no es bueno combatirlas. Lo llamativo de su aspecto reside en la piel escamosa y seca y en sus ojos con pupila elíptica, que les brinda una mejor visión nocturna.
Ya existen una serie de artículos especiales para lagartijas. En consecuencia, preparar un lugar para que el reptil habite puede costar cerca de 250 pesos entre refugios, reptileras, sustratos para piso y suplementos de calcio y alimentarla, unos 15 a 20 pesos al mes. Las veterinarias especializadas comercializan larvas de escarabajo, grillos y cucarachas exóticas y los reptiles sólo comen estos animales cuando están vivos.
El doctor Oscar Lencinas, director del Instituto Pasteur, reconoció en una nota periodística que tiene lagartijas en su casa e indicó: "si no generan aversión, conviene no matarlas porque comen insectos y además no transmiten enfermedades".
En peligro de extinción
Un estudio promovido por la Universidad de California, y del que participaron investigadores del Conicet, dio cuenta de que el calentamiento global está llevando a la extinción a lagartijas y especies de saurios a nivel mundial.
En el trabajo participaron 26 científicos de 12 países, quienes aseguraron que "con la alarmante predicción de que si no disminuimos la actual tasa de emisiones de CO2, para 2080 se habrá extinguido un 20% de las especies de lagartijas del planeta".
Según esta investigación, presentada en el año 2009, "esto representa cerca de 1300 especies sin tener en cuenta las que aún no han sido formalmente descritas y nombradas, y que podrían desaparecer incluso antes de ser conocidas por la ciencia". (LA Auténtica Defensa).
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