Los jefes comunales oficialistas y opositores de la Provincia de Buenos Aires se expresaron con preocupación por el aumento de casos de COVID pero también alertaron que no tienen mucho margen para restringir las actividades comerciales y productivas. Hay más preocupación en el interior provincial.
Los intendentes del Gran Buenos Aires coinciden en que deberán trabajar fuertemente para "conciliar" el control de la pandemia ante el aumento extremo de casos con la continuidad de la actividad comercial, productiva y la presencialidad de los chicos en las aulas.
Quien expresó la alerta más temprana sobre la saturación del sistema sanitario local fue el intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk, localidad en que las camas de unidad de terapia intensiva están al borde de su ocupación. Sin embargo fue este mismo jefe comunal quien ayer firmó un nuevo convenio para la continuidad de la emblemática Fiesta Nacional de la Flor y dejó en claro su deseo de no cercenar ninguna actividad productiva.
"Hay que preservar la actividad productiva, no desalentar a los comercios para que sigan trabajando, profundizar los protocolos y no limitar la presencialidad de los chicos a las escuelas,. Lo que sí tenemos que endurecer son las medidas sobre actividades nocturnas y la cantidad de gente en algunas actividades sociales, reduciendo los aforo".
En este mismo sentido se pronunció su par de Morón, Lucas Ghi, quien puede mostrar el más alto porcentaje de personas vacunadas por cantidad de habitantes en su territorio. Y lo hizo el mismo día que suspendió por un mes la habilitación del predio Pinar de Rocha, a la vera de la Avenida Rivadavia, luego que sus empresarios permitieran la presencia de más de mil personas para ver un espectáculo musical, sin ningún tipo de protocolo ni cuidado de los participantes.
"Estamos manejando la idea de volver a la fase 3, con varios cambios, como la continuidad comercial, la obra privada y la continuidad de la presencialidad de los niños en las escuelas", comentó Ghi.
Por su parte el intendente de Juntos por el Cambio, Néstor Grindetti, en una visita a una planta fabril de Valentín Alsina, reclamó que "cualquiera sea la medida que se adopte tenemos que evitar el cierre de la actividad económica. Los empresarios y comerciantes saben cómo cuidarse y cuidar a sus trabajadores".
"Si todos aplicamos el sentido común y nos cuidamos, estoy convencido que vamos a poder cumplir el objetivo de no cerrar ninguna actividad", dijo el jefe comunal.
Por su parte Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, le reclamó al gobernador Axel Kicillof la inclusión del conurbano bonaerense al Programa Nacional de Reducción de Aportes para los nuevos empleos tras la aparición de los nuevos datos de pobreza e indigencia, que golpeó de manera especial a esta región.
Valenzuela fue uno de los primeros en reclamar, el año pasado, por la reapertura de la vuelta a clases y siempre privilegió la regulación de la actividad de la actividad comercial en su distrito en lugar de los cierres más restrictos.
El intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini, quien al igual que San Isidro tiene uno de los complejos sanitarios más sólidos de la Provincia, dijo no verse preocupado por la cantidad de camas ocupadas pero que sí observó una mayor cantidad de contagios en su población.
Sin embargo, esa situación "no nos da mucho margen para restringir las actividades productivas y comerciales. Tenemos que seguir trabajando con los controles en el transporte público y la nocturnidad, pero no podemos frenarle el ingreso a los que recién ahora ven un poco de alivio a su actividad habitual".
Sin embargo, en el interior bonaerense, donde los sistemas sanitarios no tienen la complejidad y fortaleza de los grandes centros urbanos, los intendentes manifiestan otros puntos de vista. Quien lo hizo más enfáticamente fue el jefe comunal de Olavarría, Ezequiel Galli, quien restringió la actividad nocturna hasta las 0 horas y redujo las actividades familiares y sociales de veinte a diez personas.
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