sábado, agosto 07, 2010

Lejos de un hábitat digno para la mayoría de la niñez y adolescencia

(Infancia Hoy). Más de 3 cada 10 menores de 18 años vivió durante 2009 con un déficit habitacional severo en los grandes centros urbanos.
“Durante el 2009, El 66% de la niñez y adolescencia residió en una vivienda con al menos un problema de habitabilidad” reza el 4º Informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina junto a Fundación Arcor.
Por “problemas de habitabilidad” entendemos la cercanía a fábricas contaminantes o basurales, hacinamiento, la falta de cloacas, de agua corriente o gas de red.

Si bien alguna lectura de estos datos podría significar un avance (el indicador correspondiente al año 2004 fue 76.7%), la magnitud del problema no puede dejar de preocupar.

Abriendo el análisis vemos que el 35,7% (más de 3 cada 10 menores de 18 años) de la niñez y adolescencia vive en condiciones de déficit severo, esto es en viviendas con dos o más de estos problemas. Y si se toma el segmento de los niños y niñas más pobres, este porcentaje sube al 66%.

En el 2009, el 42% de los niños/as en las grandes ciudades de la Argentina no tenía cloacas o agua corriente en su casa, 24% vivía en condiciones de hacinamiento, 31% no tenía gas de red y un 28% vivía en zonas cercanas a basurales y fábricas contaminantes.

Entre las conclusiones, el informe subraya el peso actual y futuro de estos déficits: “La pobreza humana genera marcas, anclajes, en la niñez y adolescencia que cristalizan mecanismos de reproducción social e intergeneracional de la exclusión y marginalidad social que se revelan injustos en las condiciones básicas del sostenimiento, desarrollo y florecimiento de la vida”.

En 2009, el 55% de los/as niños/as y adolescentes vivía en hogares que habían tenido que restringir sus consumos alimentarios, en cantidad y/o en calidad. Alrededor de un 28% se encontraba en situación de riesgo alimentario (19,8% en un nivel moderado y un 8,1% en un nivel severo). Este indicador de riesgo alimentario es altamente sensible a los ingresos de los hogares y por ende experimentó una evolución muy positiva entre 2004 y 2008.
Probablemente, como efecto de la asignación universal por hijo la incidencia del riesgo alimentario sea significativamente menor en 2010.

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