En Argentina el Programa Nacional de Procreación Responsable garantiza a toda la población el acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de servicios. No está de más recordar que se trata de un área esencial.
En el marco de la pandemia y el aislamiento social, preventivo y obligatorio, en sintonía con lo que sucede con otras consultas médicas, los especialistas advierten que han disminuido también las referidas a la salud sexual y anticoncepción.
“Desde sociedades como la de Ginecología Infanto-Juvenil, el Plan ENIA y el Programa de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud, se empezaron a hacer campañas para recordar que la salud sexual y reproductiva es un servicio esencial e informar que los centros sanitarios, los hospitales y los consultorios tienen la obligación de proveer los métodos anticonceptivos que la paciente estuviera utilizando hasta el momento”, destacó la doctora Marisa Labovsky, médica ginecóloga especialista en endocrinología ginecológica y en ginecología infanto juvenil. Preocupa entonces que esta situación pueda desencadenar un aumento de embarazos adolescentes.
En Argentina el Programa Nacional de salud Sexual y Procreación Responsable garantiza a toda la población el acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de servicios referidos a la salud sexual y procreación responsable, incluidos los métodos anticonceptivos de acción prolongada (LARCs por sus siglas en inglés) como el implante subdérmico (conocido entre las más jóvenes como “chip anticonceptivo”) o los dispositivos intrauterinos, son el tipo de anticonceptivo reversible de mayor eficacia. Es recomendado como la elección de anticoncepción de primera línea para adolescentes.
“Hay disponibilidad de métodos, el plan ENIA y la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva tienen disponibilidad de implantes y DIUs. El problema es que las pacientes en general no están yendo a los centros de salud por miedo al contagio de coronavirus”, explicó Labovsky.
Asimismo, indicó que “en el ámbito privado están autorizadas las recetas en forma online, por WhatsApp o email y hay muchos consultorios que están funcionando y están atendiendo y colocando métodos de larga duración a las pacientes que así lo requieran con todos los protocolos de cuidados que hay que tener en este momento”.
Los anticonceptivos reversibles de larga duración se recomiendan en mujeres jóvenes que quieren evitar el embarazo, ya que su efectividad no depende de la usuaria, pues una vez colocados aseguran más del 99 % efectividad. A diferencia de las píldoras anticonceptivas, cuya efectividad en su uso habitual es menor a cuando son utilizadas en la forma recomendado (92 % versus 99 %), la efectividad de los LARCs es siempre mayor al 99 %, ya que una vez colocados sus efectos en la prevención del embarazo se mantienen independientemente de su usuaria.
Un ejemplo es el implante subdérmico, una varilla del tamaño de un fósforo que el médico coloca bajo la piel del antebrazo en el consultorio, y que durante 3 años libera etonogestrel, una hormona que inhibe la ovulación y espesa el moco cervical, impidiendo la fecundación.
En Argentina, en octubre del 2014, se incorporó el implante subdérmico dentro del marco del Programa Nacional de salud Sexual y Procreación Responsable, junto con otros métodos anticonceptivos que incluyen preservativos, anticonceptivos orales e inyectables combinados y solo progesterona, dispositivos intrauterinos y anticonceptivos de emergencia; y desde 2019, la Secretaría de Salud de la Nación firmó la resolución que incorpora la obligación para obra sociales y prepagas de la colocación y extracción del implante subdérmico (conocido como “chip anticonceptivo”), del dispositivo intrauterino (DIU) y del sistema intrauterino de liberación de levonorgestrel (SIU).
“Es fundamental transmitirle a la gente, no sólo a las mujeres que pueden acceder a los métodos anticonceptivos, sino que también los hombres pueden acercarse en busca de preservativos. A nivel nacional, las prepagas y las obras sociales deben proveer estos métodos que son un servicio esencial”, enfatizó la especialista.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) una proporción cada vez mayor de nacimientos corresponde a madres adolescentes en países de América Latina y el Caribe.
El embarazo adolescente y la maternidad temprana tienen un impacto negativo en varias dimensiones que afectan la calidad de vida de esta población: impactan negativamente en la trayectoria educativa de las madres niñas y adolescentes al estar fuertemente asociadas a la deserción escolar y afecta negativamente las trayectorias laborales de las mujeres que fueron madres en la adolescencia, con pocas posibilidades de insertarse en el mercado laboral y de acceder a puestos de trabajo de calidad implicando riesgos para su seguridad económica y la de sus familias.
Quienes fueron madres niñas o adolescentes tienen un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad materna, sus embarazos conllevan un mayor riesgo de complicaciones y de mortalidad perinatal, y sus hijos/as enfrentan una menor edad gestacional, menor peso al nacer, peor estado de nutrición infantil y menor nivel de escolarización alcanzado.
Hay diversos factores que se reconocen como barreras a una prevención efectiva de los embarazos no intencionales: la falta de acceso a información y a educación sexual integral en las escuelas; la falta de acceso a consejerías adecuadas en salud sexual y reproductiva en los hospitales y centros de salud (incluyendo la interrupción legal del embarazo en las situaciones previstas en el marco normativo); y la falta de acceso a métodos anticonceptivos gratuitos y probadamente efectivos.
Según la Encuesta Permanente de Hogares, más de la mitad de las mujeres argentinas que experimentan la maternidad de manera temprana sólo consigue completar sus estudios primarios el 55 %, el 3 8% completa sus estudios secundarios y sólo un 4 % consigue continuar con sus estudios más allá de la educación media. (ANDigital).
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