martes, junio 27, 2023

A pesar de su mal presente, los productores apuestan al futuro: 74 % piensa que su situación será mejor que la actual

El índice de Confianza de los productores agropecuarios, medido por el Ag Barometer Austral de la Universidad Austral, muestra en su edición de mayo una importante mejora con respecto a marzo pasado (84 vs 69), es decir, un aumento del 21%. Esta suba se basa exclusivamente en el índice de Expectativas Futuras que alcanza un valor de 120 y es de los más altos de la serie. No se daba un índice por encima de 100 desde el mes de julio 2019, previo a las PASO de ese año.

Como contrapartida, el índice de Condiciones Presentes presenta un deterioro con relación a la medición de marzo pasado (31 vs 35), que se acentúa si se lo compara con la situación de un año atrás (31 vs 97).

El clima y la incertidumbre política representan los mayores desafíos y preocupaciones para los próximos 12 meses, seguidos muy de cerca por la no disponibilidad de financiamiento y las altas tasas de interés.

El Ag Barometer Austral, que elabora el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, alcanzó un valor de 84 en su última edición de mayo, lo que significó una suba del 21% con respecto a marzo pasado (69). No obstante, si se toma la medición interanual, se trata de un 15% por debajo de mayo de 2022 (84 vs. 98).

Así, el futuro para los productores es más prometedor que las condiciones actuales, que tocaron el valor más bajo de toda la serie desde que se tiene registro: En los índices de Expectativas Futuras y de Condiciones Presentes se produce una divergencia notable de 120 y 31, respectivamente.

El informe consiga que un 74 % de los productores piensa que su situación será mejor que la actual, en gran parte apoyados en las favorables condiciones climáticas que se prevén para la campaña de trigo 2023/24, cuyas estimaciones son una producción de 16 millones de toneladas (un 40% más de lo que fue la cosecha 2022/23).

¿Y a qué se debe esta diferencia entre los índices? Las Condiciones Presentes aún reflejan los malos resultados de la campaña reciente, producto de la sequía que impactó en los niveles de producción y en el ingreso de los productores y de todos los actores de las principales cadenas agrícolas. Aunque refleja una pequeña mejora con relación a la medición de marzo que, según se explica en el informe, se debe a ventas de soja “y algún financiamiento adicional, que han traído algo de alivio dentro de una situación de estrechez financiera”.

Un futuro prometedor para los productores
La última edición del Ag Barometer Austral marca una importante mejora en el índice que mide las Expectativas de la Situación Financiera del Productor para los próximos 12 meses. Un 74% de los productores piensan que estarán mejor que en la actualidad con un índice de 167, que es el más alto de la serie.

Carlos Steiger, investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, esboza una explicación sobre este marcado positivismo: “Las favorables condiciones en que se está desarrollando la siembra de trigo -con una producción estimada por la Bolsa de Comercio de Rosario de 16 millones de toneladas y un incremento estimado de 1.300 millones en las exportaciones, lo que representará una importante inyección financiera para fines del 2023 y comienzos del 2024”.

Sin embargo, los productores tienen desafíos y preocupaciones. El clima continúa siendo la principal preocupación (52%), a pesar que los pronósticos de lluvias son favorables. “Pero se necesitan precipitaciones muy abundantes para recuperar perfiles de humedad y es muy reciente el enorme impacto de la sequía”, explica Steiger.

En orden de importancia, la incertidumbre política (48%) es otra preocupación. “Es muy confuso el panorama en las principales coaliciones y tampoco se conocen propuestas concretas con relación a las políticas agropecuarias, en particular, en lo referido a retenciones, unificación del tipo de cambio, baja de la presión impositiva y otras políticas que asfixian al sector y necesitan una urgente revisión”, considera el investigador.

El pesimismo se enfoca en la situación financiera, las inversiones y el financiamiento
Si bien la situación financiera actual de los productores muestra una leve mejoría con relación a la medición pasada (32 vs 22), continúa dentro de los valores más bajos. No es de extrañar que el 69% de los productores manifieste que su situación financiera es peor que la de un año atrás.

Y el pesimismo es similar cuando se pregunta acerca del momento para realizar inversiones en activos fijos, dando el menor valor de toda la serie de 30 puntos: el 85% de los productores piensan que es un mal momento para realizar inversiones. Claro contraste con respecto a la situación de un año atrás, donde el índice de 109 ponía de manifiesto el optimismo en los productores que, luego, se tradujo en una importante compra de maquinarias, equipos y otras inversiones hasta mediados de 2022.

En la actualidad, la oportunidad para realizar inversiones en activos fijos también es el indicador más bajo de la serie: el índice 30 sobre 100 es el más negativo de toda la historia del Ag Barometer.

Tampoco resultan atractivas las inversiones en ganadería donde, como producto de la sequía y la caída en los mercados internacionales, se produjo un gran incremento en la faena de vacas y también un menor peso de faena en las ventas de novillitos y vaquillonas. El impacto es muy negativo en los precios de la hacienda, que quedaron muy retrasados con relación a la inflación.

La escasez de financiamiento es otra preocupación importante. “El que existe es a tasas nominales exorbitantes, producto de los desequilibrios macroeconómicos y la escasez de divisas utilizando las tasas de interés como herramienta para alentar la demanda de pesos, pero con consecuencias muy negativas sobre la actividad productiva”, consideran en el informe.

Un 66% de los productores van a utilizar fondos propios para financiar la campaña 2023/24. Mientras que para aquello que utilizan financiamiento el canje a cosecha (46%) es la herramienta preferida, seguida por las tarjetas rurales (18%) y el financiamiento de proveedores (13%). Será muy baja la utilización de créditos bancarios (8%).

 

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