LUJAN, Setiembre 03, (PUNTO CERO-El Civismo) El grupo funciona desde principios de año en un salón de la Capilla Sagrado Corazón. También se reúnen familiares de los adictos en recuperación.
Con el paso de los meses se incrementó el número de asistentes, algo que confirma el crecimiento de esa enfermedad en esta ciudad.
Las personas afectadas encuentran en la expansión de bingos y casinos la causa principal de ese aumento. Además, señalaron que la ludopatía atrapa cada vez más a mujeres que tienen un promedio de edad cercano a los 60 años.
En abril de este año el intendente Prince decretó restringir el horario de apertura del Bingo local. Esa disposición, que fue aprobada por unanimidad en el Concejo Deliberante, generó repercusiones en otros municipios. Sin embargo, hasta el momento la medida no pudo hacerse efectiva por un recurso judicial presentado por la empresa Argentone.
Más allá de las controversias que despertó la iniciativa oficial, existe otra realidad, en parte relacionada, que crece de manera progresiva y que tiene como principales protagonistas a los jugadores compulsivos y a sus familias.
Desde febrero funciona en Luján un grupo de Jugadores Anónimos que se reúne en un salón de la Parroquia Sagrado Corazón, todos los martes y viernes a partir de las 19 horas. En esos encuentros, las personas adictas a las apuestas intercambian experiencias con el propósito de poner freno a un problema que trasciende una simple situación viciosa para convertirse en una enfermedad progresiva con graves consecuencias.
Por su parte, en otro sector de la parroquia, y sólo los días martes, familiares de los jugadores en recuperación también mantienen reuniones. Este grupo, nucleado en una asociación llamada Juganón, está en actividad desde mayo del corriente año.
EL CIVISMO dialogó con jugadores y familiares para conocer de cerca una enfermedad que crece a pasos agigantados.
INCREMENTO
La ludopatía, palabra que deriva del griego y que significa juego patológico, fue reconocida como enfermedad en 1980. Los profesionales definen a este trastorno como emocional, progresivo e incurable, aunque sí se lo puede frenar.
En Luján, según contaron los propios involucrados, el grupo comenzó a funcionar por iniciativa de gente que asistía a las reuniones de Jugadores Anónimos en otros municipios (en todo el país funcionan más de 40 centros). De los siete integrantes iniciales, en la actualidad son más de veinte las personas que concurren a las reuniones. Este incremento demuestra que en Luján, al igual que en otras localidades, aumentó el número de adictos al juego.
En el análisis para intentar explicar el avance de esta adicción, los involucrados directos apuntan a la expansión de las salas de bingos y casinos por distintas ciudades.
"Antes para jugar tenías que tener el tiempo y la plata para viajar a Mar del Plata o a Gualeguaychú. No había casinos en todos lados. Ahora se multiplicaron por todos lados, y también los bingos, que fueron lo peor que pudieron poner", reflexionó una mujer.
"En Luján se jugó siempre. En los pueblos las timbas eran y son moneda corriente. Pero ahora el bingo fue un disparador, la gente volcó sus problemas en ese lugar. Podemos decir que el bingo potenció esta tendencia, sobre todo en el caso de las mujeres. Una señora me contó a mí que sueña con el ruidito que hacen las máquinas tragamonedas. Pero debemos tener en cuenta que Luján es un pueblo timbero a más no poder", comentó a este medio un familiar.
"Se nota muchísimo. Mucha gente ha tenido que vender todo por este problema. Lo último que me enteré es que hay personas que entregan las escrituras de sus casas a cambio de dinero para seguir jugando", dijo otra de las personas.
Los jugadores compulsivos y sus familiares coinciden en señalar que este incremento de la adicción al juego incluye cada vez más a mujeres que rondan los 60 años. "En esta ciudad la gente de más de 50 no tiene muchos lugares para salir a la noche. Y quizás en el bingo encuentran el sitio propicio para tomar un café. También lo hacen porque se sienten solas, o tienen tiempo libre. Pero se van metiendo cada vez más. En el bingo perciben un ambiente ameno, pero que con el tiempo se convierte en una trampa", indicó otro familiar.
"La enfermedad te la motiva la falta de dinero, la ilusión de solucionar problemas por este medio, pensar en no trabajar más. También pesan los problemas sentimentales, la soledad; no nos olvidemos que esta adicción se relaciona con lo emocional", indicó Carlos, un jugador compulsivo que se acercó a un grupo -que funciona en otra localidad- en el 2003 y desde entonces se mantiene alejado de las salas de juego.
El promedio de edad de las personas que integran Jugadores Anónimos en Luján oscila los 40 años, aunque el problema también alcanza a algunos jóvenes.
CONSECUENCIAS
Según los familiares, existen ciertos patrones de conductas que se repiten en las personas adictas al juego.
"Están continuamente nerviosos, explotan por cualquier cosa. Generalmente están desalineados, no les importa su presencia, con tal de ir a jugar le da lo mismo bañarse o no, comer o no. De pronto se pasan horas en el bingo sin probar bocado, no miden consecuencias económicas. Pierden la noción de todo. Cuando vuelven a la casa, después de perder todo, de pronto les agarra culpa y toman conciencia. Pero en el momento que están jugando no piensan en nada ni en nadie", explicó otro de los familiares.
La ludopatía, al igual que otras adicciones, va de la mano de la mentira y de los engaños constantes y termina por generar problemas económicos, legales y familiares.
"Nuestra droga es el dinero, por eso una de las principales cosas en las que hace hincapié el programa de Jugadores Anónimos es en dejar de manejar dinero. Hay muchísimos defectos de carácter que se adquieren durante los años de jugador, como la soberbia, el egocentrismo. Por momentos te sentís el hombre más poderoso del mundo y por momentos una piltrafa", comentó Carlos.
"Cuando uno llega a Jugadores Anónimos llega muy destruido. Uno llega a este lugar cuando tocó fondo, buscando un lugar que te escuchen. Por lo general, todos hicimos cosas de las que terminamos avergonzándonos nosotros mismos. Dentro de un bingo te olvidas quién sos y cómo te llamas. Te das cuenta cuando estás en la vereda", apuntó Ana.
La mujer, que se acercó a Jugadores Anónimos en abril y se encuentra en vía de recuperación, indicó que "entrás como jugando, pero de repente las visitas se hacen cada vez más frecuentes y cuando te querés acordar te encontrás metida en un problema que te trae desastres económicos, familiares; un desorden total".
Los jugadores en proceso de recuperación tienen en claro que la adicción puede llevar a las personas "a la cárcel, a la locura o a la muerte".
LAS REUNIONES
En los encuentros de Jugadores Anónimos y de Juganón, los participantes comparten sus experiencias, temores y angustias.
"La reunión consiste en una lectura de apertura, después se lee algún material literario relacionado con la recuperación o con el juego y después se da terapia. Acá, cada uno de nosotros cuenta cómo se siente. Nosotros venimos por nosotros, para recuperarnos, porque se dice que cuando hay un problema de juego toda la familia se enferma", expresó una mujer que asiste semanalmente a Juganón.
El anonimato y el sigilo son dos características de las charlas. "Acá somos el nombre nada más, no somos la maestra, el abogado, sólo somos personas que estamos relacionadas con un jugador. No podemos ir a nuestras familias y comentar quiénes participan. Tampoco contar los temas que tratamos, porque se puede prestar para el chusmerío", agregó la señora.
Según Carlos, "el objetivo es no tocar de oído, acá dentro no hay sacerdotes ni psicólogos, somos todos jugadores compulsivos".
"Cuando recibimos a una persona con este problema lo recibimos con una mochila cargada de culpas, de angustias y después nos vamos dando cuenta que si son obedientes con el programa podemos recuperarlos".
Los dos grupos cuentan con una lista de teléfonos para solicitar ayuda de otros miembros en los momentos críticos. En esas circunstancias, le recuerdan lo mal que le hizo el juego o se acercan para acompañarlos.
"Nuestro desafío es no volver a hacer la primera apuesta", reflexionó a modo de cierre de la charla uno de los jugadores en recuperación.
ISLA 2:
"Hay muchísimos defectos de carácter que se adquieren durante los años de jugador, como la soberbia, el egocentrismo. Por momentos te sentís el hombre más poderoso del mundo y por momentos una piltrafa", dijo un jugador en recuperación. (PUNTO CERO-El Civismo).
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