LA PLATA, Setiembre 08, (PUNTO CERO) El Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Ing. Felipe Solá firmó el decreto 2204/06 mediante el cual transfirió el edificio donde funcionó durante la última dictadura militar el Centro Clandestino de Detención conocido como Pozo de Banfield a la órbita de la Secretaría de Derechos Humanos provincial que dirige Edgardo Binstock.
La medida del Gobernador dispone que el lugar sea destinado al funcionamiento de un “Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos” y en los considerandos destaca la “responsabilidad del Estado Democrático de realizar acciones conducentes a la preservación de la memoria”, al tiempo que reafirma la importancia del sitio que “sigue siendo elemento probatorio en causas judiciales” que se sustancian tanto en la Argentina como en el exterior”.
El inmueble ubicado en las calles Siciliano y Vernet, a 200 metros del Camino Negro, formaba parte de la estructura del Ministerio de Seguridad de la Provincia y en él había funcionado ente 1976 y 1983 la temible Brigada de Seguridad, Investigaciones e Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Se trata de un edificio de tres plantas, de aproximadamente 25 metros de frente por 20 de fondo. En la planta baja funcionaban la oficina del Jefe, la sala de torturas y otras dependencias. En las plantas superiores se distribuían calabozos, oficinas, comedor y casino, cocinas y baños.
El 18 de abril de 1984, la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep) efectuó una inspección verificando que allí funcionó el antiguo Centro Clandestino llamado "Pozo de Bánfield", por donde pasaron entre otros, varios estudiantes secundarios que fueron secuestrados en el episodio conocido como La Noche de los Lápices, ocurrido el 16 de septiembre de 1976.
El “Pozo de Bánfield” formó parte de la estructura represiva que dependía del 1º Cuerpo de Ejercito y sus responsables fueron los Jefes del Regimiento de Infantería Mecanizada. Ellos fueron, desde octubre 1975, el Tte. Coronel Federico Antonio Minicucci, desde octubre de 1977, el Tte. Coronel Faustino José Svencionis, desde octubre de 1979, el Tte. Coronel Mario Cándido Díaz, y a partir de septiembre de 1980, el Tte. Coronel David Ubaldo Comino.
Una de las funciones del Pozo de Bánfield fue la de albergar a detenidas durante los últimos meses de embarazo, para disponer luego de los recién nacidos, que eran separados de sus madres. Testimonios de sobrevivientes indican que entre los represores que pasaron por allí estaban el oficial médico Jorge Antonio Bergez, el Comisario General Miguel Osvaldo Etchecolatz, el general Otto Paladino y Anibal Gordon .
La Brigada de Investigaciones, conocida en la jerga de los represores como "la casita" constituyó una instancia de admisión, tortura y detención temporaria para un gran número de desaparecidos. Los represores intentaron poner en práctica una experiencia piloto con detenidos que permanecieron allí durante un año bajo un régimen especial con la intención de obtener colaboración para desarrollar las operaciones dentro del área 113. Existen testimonios que indican que esta experiencia que se limitó a siete personas terminó en fracaso y que aquellos detenidos desaparecidos corrieron la misma suerte que la mayoría de los que pasaron por ese centro clandestino.
La operación montada por los responsables del Pozo se inició tras el secuestro de siete estudiantes universitarios en la ciudad de La Plata, a cuyos familiares un Comisario de apellido Nogara les informó que estaban detenidos en la Brigada de Investigaciones.
Fueron autorizados a visitarlos, siempre que guardaran estricta reserva y después de un año, les solicitaron dinero a los padres para que al ser liberados clandestinamente para ser sacados al exterior. En esta maniobra intervino el cura Cristian Von Wernich, capellán de la Policía provincial, quien visitaba asiduamente a los jóvenes, y bautizó al hijo de una detenida, nacido en el Centro Clandestino, antes de entregarlo a sus abuelos. Estos jóvenes continúan desaparecidos, presumiéndose que fueron asesinados en un simulacro montado por sus captores, quienes fraguaron una falsa salida al exterior. (PUNTO CERO).
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