BUENOS AIRES, Junio 20, (PUNTO CERO-Asteriscos Tv) “Si estábamos mal con el dólar a 3,20, desde que bajó a 3,08 estamos a la miseria”, exagera un fabricante de cinturones de cuero y remata sin contemplaciones: “Esto es casi igual a la convertibilidad”.
El testimonio, que podría ser suscripto por miles de Pymes en estos días, desmiente la opinión de algunos economistas que afirman que el tipo de cambio real todavía tiene un margen de competitividad y es una voz de alerta para el Gobierno.
Cada vez son más las empresas que invierten el proceso virtuoso de post crisis, al sustituir producción propia por producción importada, al tiempo que también aumenta la cantidad de firmas que pierden mercados externos.
Si bien en principio la “culpa” se la lleva el dólar, los industriales miran un contexto más amplio. Consideran clave la caída del tipo de cambio, sobre la que convendría preguntarse si solo obedeció a la necesidad de castigar la especulación financiera y de los productores agrícolas, o si además se trata de un cambio de estrategia para frenar la inflación.
Pero también tienen en cuenta el aumento del costo del crédito, los mayores precios de las materias primas, los aumentos salariales y los problemas en la oferta energética, todo lo cual, juran, está recortando la capacidad de competir.
El conglomerado industrial, que hasta ahora defendió el modelo económico, ahora tiende a retraerse y aparece a la defensiva. Allí no entienden la falta de reacción de las autoridades económicas: “es increíble pero el conflicto con el campo los petrificó. En la secretaría de Industria están dibujados desde febrero, para no hablar de subsecretarios que todavía no arrancaron”, graficó un metalúrgico a la entrada de la UIA.
Indignado, el hombre también le pegó a la prensa. “Durante semanas los diarios sólo hablaron del problema del campo y se olvidaron de que nosotros, los que recuperamos el empleo después del desastre, perdíamos competitividad a cada instante”, dijo.
El tema da para todo: incluso para que los nostálgicos de la convertibilidad hablen de una dilapidación de los márgenes de competitividad.
Pero por cierto la actividad industrial vuelve a padecer los sinsabores del atraso cambiario.
Con el dólar no se jode
La bronca crece desde el pie: “a las empresas más chicas la situación nos está matando. Todo sube y no se puede trasladar a precios porque no te dejan o para no perder clientes”, dice Francisco Dos Reis, presidente de APYME.
El dirigente afirma que “el hierro que se produce en la Argentina, en compañías que tienen la energía subsidiada, subió más del 30% en lo que va del año; los salarios aumentaron del 20% para arriba, y en pocos días la tasa de descubierto aumentó el 10%. Estamos trabajando casi sin rentabilidad y encima se caen las ventas”.
Dos Reis, dueño de una pequeña empresa fabricante de rodillos para la industria gráfica, dice que también se siente victima del conflicto con el campo: “en los últimos meses casi no he recibido pedidos del interior. Y un empresario asociado pasó de trabajar tres turnos a uno”, dice.
Jose Batista, presidente de CAFABYT (Cámara de Fabricantes de Bulones, Tornillos, Tuercas y Afines) define a la situación como grave. “No solo tenemos inflación de precios internos, sino que también de los insumos importados en dólares. En mi caso particular yo pude aumentar en promedio un 18% mis productos, pero el incremento de sueldos y de materias primas promedió el 30%”, afirma Batista.
El empresario agrega que en el sector hay una gran incertidumbre: “nos preguntamos si el agro va a seguir comprando máquinas, si habrá energía para producir y durante cuanto tiempo van a mantener el dólar bajo”.
Manfredo Arheit, titular de la fabricante de sierras para metales, Sin Par, afirma que con este tipo de cambio cada vez pierde más terreno. “Desde hace tres años que exporto al costo y en los últimos meses empecé a exportar a pérdida. De este modo no se puede pensar en invertir ni en tomar gente”.
La industria metalmecánica es una de las más perjudicadas por la apreciación del peso y el aumento de costos de producción: en los pasillos de ADIMRA se escucha por ejemplo, que las empresas que trabajan con aluminio todas las semanas pierden algún mercado externo.
Algo similar pasa en algunos sectores de la manufactura del cuero, como cinturones y carteras y productos de la industria gráfica, como calcomanías y otras impresiones.
“Entre el valor del dólar de esta semana, el aumento de costos y el 5 por ciento que pagamos de retenciones, se evaporó la ventaja de la devaluación. Cada vez es más difícil competir con China y con India, porque si bien ellos aumentaron los precios, también mejoraron la calidad”, asegura Marcelo Szarfmeser, presidente de Dyms, empresa fabricante de carteras y bolsos.
Retoque cambiario y qué más
En general los empresarios consideran que la situación no se arregla solo con mejorar el tipo de cambio, pero reconocen que subir el precio nominal del dólar por lo menos va a tranquilizar las aguas.
En la consultora Ecolatina afirman que la devaluación tiene un alto costo social y no es ninguna solución si no se corrige al mismo tiempo el tema inflacionario.”Es preciso coordinar la política macroeconómica con el freno a la inflación, para no frenar la economía”.
José Batista asegura que la industria hoy tiene que pelear por un dólar de 3,60 pesos y que luego el gobierno se comprometa a controlar en serio la inflación.
“Hoy tomar un empleado es una hipoteca, por el costo general y por el riego a enfrentar litigios”, dice Batista.
El testimonio, que podría ser suscripto por miles de Pymes en estos días, desmiente la opinión de algunos economistas que afirman que el tipo de cambio real todavía tiene un margen de competitividad y es una voz de alerta para el Gobierno.
Cada vez son más las empresas que invierten el proceso virtuoso de post crisis, al sustituir producción propia por producción importada, al tiempo que también aumenta la cantidad de firmas que pierden mercados externos.
Si bien en principio la “culpa” se la lleva el dólar, los industriales miran un contexto más amplio. Consideran clave la caída del tipo de cambio, sobre la que convendría preguntarse si solo obedeció a la necesidad de castigar la especulación financiera y de los productores agrícolas, o si además se trata de un cambio de estrategia para frenar la inflación.
Pero también tienen en cuenta el aumento del costo del crédito, los mayores precios de las materias primas, los aumentos salariales y los problemas en la oferta energética, todo lo cual, juran, está recortando la capacidad de competir.
El conglomerado industrial, que hasta ahora defendió el modelo económico, ahora tiende a retraerse y aparece a la defensiva. Allí no entienden la falta de reacción de las autoridades económicas: “es increíble pero el conflicto con el campo los petrificó. En la secretaría de Industria están dibujados desde febrero, para no hablar de subsecretarios que todavía no arrancaron”, graficó un metalúrgico a la entrada de la UIA.
Indignado, el hombre también le pegó a la prensa. “Durante semanas los diarios sólo hablaron del problema del campo y se olvidaron de que nosotros, los que recuperamos el empleo después del desastre, perdíamos competitividad a cada instante”, dijo.
El tema da para todo: incluso para que los nostálgicos de la convertibilidad hablen de una dilapidación de los márgenes de competitividad.
Pero por cierto la actividad industrial vuelve a padecer los sinsabores del atraso cambiario.
Con el dólar no se jode
La bronca crece desde el pie: “a las empresas más chicas la situación nos está matando. Todo sube y no se puede trasladar a precios porque no te dejan o para no perder clientes”, dice Francisco Dos Reis, presidente de APYME.
El dirigente afirma que “el hierro que se produce en la Argentina, en compañías que tienen la energía subsidiada, subió más del 30% en lo que va del año; los salarios aumentaron del 20% para arriba, y en pocos días la tasa de descubierto aumentó el 10%. Estamos trabajando casi sin rentabilidad y encima se caen las ventas”.
Dos Reis, dueño de una pequeña empresa fabricante de rodillos para la industria gráfica, dice que también se siente victima del conflicto con el campo: “en los últimos meses casi no he recibido pedidos del interior. Y un empresario asociado pasó de trabajar tres turnos a uno”, dice.
Jose Batista, presidente de CAFABYT (Cámara de Fabricantes de Bulones, Tornillos, Tuercas y Afines) define a la situación como grave. “No solo tenemos inflación de precios internos, sino que también de los insumos importados en dólares. En mi caso particular yo pude aumentar en promedio un 18% mis productos, pero el incremento de sueldos y de materias primas promedió el 30%”, afirma Batista.
El empresario agrega que en el sector hay una gran incertidumbre: “nos preguntamos si el agro va a seguir comprando máquinas, si habrá energía para producir y durante cuanto tiempo van a mantener el dólar bajo”.
Manfredo Arheit, titular de la fabricante de sierras para metales, Sin Par, afirma que con este tipo de cambio cada vez pierde más terreno. “Desde hace tres años que exporto al costo y en los últimos meses empecé a exportar a pérdida. De este modo no se puede pensar en invertir ni en tomar gente”.
La industria metalmecánica es una de las más perjudicadas por la apreciación del peso y el aumento de costos de producción: en los pasillos de ADIMRA se escucha por ejemplo, que las empresas que trabajan con aluminio todas las semanas pierden algún mercado externo.
Algo similar pasa en algunos sectores de la manufactura del cuero, como cinturones y carteras y productos de la industria gráfica, como calcomanías y otras impresiones.
“Entre el valor del dólar de esta semana, el aumento de costos y el 5 por ciento que pagamos de retenciones, se evaporó la ventaja de la devaluación. Cada vez es más difícil competir con China y con India, porque si bien ellos aumentaron los precios, también mejoraron la calidad”, asegura Marcelo Szarfmeser, presidente de Dyms, empresa fabricante de carteras y bolsos.
Retoque cambiario y qué más
En general los empresarios consideran que la situación no se arregla solo con mejorar el tipo de cambio, pero reconocen que subir el precio nominal del dólar por lo menos va a tranquilizar las aguas.
En la consultora Ecolatina afirman que la devaluación tiene un alto costo social y no es ninguna solución si no se corrige al mismo tiempo el tema inflacionario.”Es preciso coordinar la política macroeconómica con el freno a la inflación, para no frenar la economía”.
José Batista asegura que la industria hoy tiene que pelear por un dólar de 3,60 pesos y que luego el gobierno se comprometa a controlar en serio la inflación.
“Hoy tomar un empleado es una hipoteca, por el costo general y por el riego a enfrentar litigios”, dice Batista.
Dos Reis en tanto pide acentuar el control de precios en origen, o sea en los tramos de la cadena que se forman los precios. Y recuerda que la grand deuda de este Gobierno es una reforma impositiva, que favorezca a la producción y a las Pymes. (PUNTO CERO-Asteriscos TV).
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