Los diputados que responden al Coty Nosiglia y Jesús Rodríguez no acompañaron votaciones claves para el macrismo, que como represalia les recortó espacios y los marginó del reparto de las comisiones de la Legislatura. “No me parece correcto que compren dirigentes”, sentenció el diputado Presman. El acercamiento radical con la Coalición y la estrategia del PRO para alcanzar el quórum.
En su carrera por la presidencia, Mauricio Macri está tratando de sumar dirigentes de otros partidos de forma acelerada. Consciente de que el justicialismo en forma general le fue históricamente esquivo, el jefe de gobierno apuesta a la incorporación de hombres de la UCR, desencantados con el partido centenario luego de los pésimos resultados de la alianza entre Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez.
Pero Macri ya se encontró con obstáculos en la propia ciudad que gobierna a la hora de sumar voluntades dentro del radicalismo. Es que el sector de la UCR con representación legislativa entró en guerra con el PRO.
El bloque macrista tiene entre sus filas a legisladores que provienen del partido fundado por Leandro N. Alem, como Oscar Zago y Martín Ocampo. Pese a reiterados intentos, el PRO nunca logró sumar a su estructura formal a los dos diputados que conforman el bloque radical.
Ellos son Claudio Presman y Antonio Campos. Presman responde al ex ministro de Raúl Alfonsín, Jesús Rodríguez, que fue uno de los recaudadores de la frustrada campaña presidencial de Ernesto Sanz. En tanto que Campos pertenece al sector del histórico operador Enrique “Coti” Nosiglia.
Hasta fines del año pasado, los diputados del PRO prácticamente contaban como propios a los dos legisladores de la UCR. En el alto mando del bloque macrista se ufanaban de haber conformado una especie de diputadora que le permitía al PRO –hasta ese momento con 24 bancas– alcanzar los 31 diputados necesarios para el quórum.
Además de Daniel Amoroso, Mónica Lubertino (de Unión Federal), Diego Kravetz y Raúl Fernández, el PRO daba por seguro el apoyo de Campos y Presman.
Pero a fines de 2011, estos dos últimos le dieron la espalda al PRO en proyectos emblemáticos como el que eliminó las Juntas de Clasificación Docente, el aumento del ABL y el convenio de la Ciudad con la firma IRSA para la construcción de un barrio de lujo en Costanera Sur.
Represalias
El cambio de estrategia de los radicales no pasó desapercibido para el macrismo. En los primeros días de enero, Ritondo reunió a los dos diputados radicales en su despacho. En un encuentro con alta tensión, les comunicó que la UCR perdería buena parte de los privilegios con los que contaba por mantener una relación amigable con el gobierno de Macri. Esto significa que a partir de este año el radicalismo verá recortados sus espacios de poder de manera significativa en la Ciudad.
Un síntoma de ello es el desplazamiento que sufrieron los diputados radicales en el reparto de las comisiones de la Legislatura, que está prácticamente acordado entre todos los bloques. Campos ya no tendrá lugar en las comisiones de Planeamiento y Obras Públicas y perderá la presidencia de Relaciones Interjurisdiccionales.
En esa determinación pesó su mala relación, de orden personal, con Ritondo, que ahora es el vicepresidente primero de la casa.
En la UCR no se quedaron callados. “No me parece correcto que compren dirigentes del radicalismo”, asestó Presman a LPO. Es una dura acusación tanto contra Macri como contra algunos sectores de la propia UCR.
Es que ya hay algunos dirigentes del radicalismo porteño que están furiosos con los diputados: les reclaman que por haber votado en contra del PRO a fines de 2011, la UCR tendrá menos contratos de los que gozó con anterioridad. “De Uriburu hasta acá nos quisieron matar, pero tenemos identidad propia; el que se quiere ir, que se vaya”, agregó Presman a LPO.
“El acuerdo con Macri es un error”, señaló el diputado y agregó que “el camino de la UCR es retomar el acuerdo que nos llevó a hacer la excelente elección de 2009”. Es decir, rememorar el Acuerdo Cívico y Social, partido en varios pedazos desde aquel entonces.
En ese sentido, Presman estuvo tomando un café con el presidente del bloque porteño de la Coalición Cívica-ARI, Fernando Sánchez. Y si bien queda descartada la posibilidad de un bloque en conjunto o un interbloque, los presidentes de ambas bancadas hablaron del trazado de una estrategia en común para encarar las votaciones a lo largo del año.
La nueva diputadora
En este contexto, en el PRO ya borraron a los dos diputados radicales de la cuenta para alcanzar los 31 legisladores necesarios para sesionar. Ya sin Mónica Lubertino, Diego Kravetz y Raúl Fernández en el recinto, en la bancada macrista apuntan a otros aliados que sirvan como refuerzos de los 26 legisladores que ostentan luego del 10 de diciembre.
“Tenemos 30, falta conseguir un aliado circunstancial en cada sesión”, graficó un importante legislador macrista. ¿Quiénes son esos 30, según el PRO? Además de los 26 propios, suman a Adriana Montes y Juan Pablo Arenaza, de Bases para la Unión; a Daniel Amoroso y al sindicalista Claudio Palmeyro.
Palmeyro, que responde al líder de los peones de taxis, Omar Viviani, sorprendió a fin de año cuando decidió no formar parte del interbloque K que encabeza Juan Cabandié y armó un monobloque. Ahora, el sindicalista logró retener la presidencia de la comisión de Tránsito sin inconvenientes, por lo que en el macrismo descuentan que lo tendrán de su lado cuando las papas quemen.
Por otro lado, dentro de la bancada PRO apuntan a seducir ocasionalmente a otros dos diputados de extracción gremial: Alejandro Amor, proveniente de Sutecba, y Mateo Romeo, vinculado al Suterh de Víctor Santa María. Aunque estos dos diputados pertenecen al bloque del Frente para la Victoria y difícilmente jueguen abiertamente con el macrismo.
Contra los vetos
Presman se mostró en contra de la reiteración de vetos que Macri efectivizó en el último mes. “Los vetos apuntan contra la calidad institucional de la Ciudad, no se puede violentar la voluntad de la Legislatura”, dijo el diputado a LPO.
Por otro lado, el legislador señaló que los ciudadanos porteños son rehenes de la constante pelea entre el gobierno de Cristina Kirchner y el de Mauricio Macri. (La Política OnLine).
En su carrera por la presidencia, Mauricio Macri está tratando de sumar dirigentes de otros partidos de forma acelerada. Consciente de que el justicialismo en forma general le fue históricamente esquivo, el jefe de gobierno apuesta a la incorporación de hombres de la UCR, desencantados con el partido centenario luego de los pésimos resultados de la alianza entre Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez.
Pero Macri ya se encontró con obstáculos en la propia ciudad que gobierna a la hora de sumar voluntades dentro del radicalismo. Es que el sector de la UCR con representación legislativa entró en guerra con el PRO.
El bloque macrista tiene entre sus filas a legisladores que provienen del partido fundado por Leandro N. Alem, como Oscar Zago y Martín Ocampo. Pese a reiterados intentos, el PRO nunca logró sumar a su estructura formal a los dos diputados que conforman el bloque radical.
Ellos son Claudio Presman y Antonio Campos. Presman responde al ex ministro de Raúl Alfonsín, Jesús Rodríguez, que fue uno de los recaudadores de la frustrada campaña presidencial de Ernesto Sanz. En tanto que Campos pertenece al sector del histórico operador Enrique “Coti” Nosiglia.
Hasta fines del año pasado, los diputados del PRO prácticamente contaban como propios a los dos legisladores de la UCR. En el alto mando del bloque macrista se ufanaban de haber conformado una especie de diputadora que le permitía al PRO –hasta ese momento con 24 bancas– alcanzar los 31 diputados necesarios para el quórum.
Además de Daniel Amoroso, Mónica Lubertino (de Unión Federal), Diego Kravetz y Raúl Fernández, el PRO daba por seguro el apoyo de Campos y Presman.
Pero a fines de 2011, estos dos últimos le dieron la espalda al PRO en proyectos emblemáticos como el que eliminó las Juntas de Clasificación Docente, el aumento del ABL y el convenio de la Ciudad con la firma IRSA para la construcción de un barrio de lujo en Costanera Sur.
Represalias
El cambio de estrategia de los radicales no pasó desapercibido para el macrismo. En los primeros días de enero, Ritondo reunió a los dos diputados radicales en su despacho. En un encuentro con alta tensión, les comunicó que la UCR perdería buena parte de los privilegios con los que contaba por mantener una relación amigable con el gobierno de Macri. Esto significa que a partir de este año el radicalismo verá recortados sus espacios de poder de manera significativa en la Ciudad.
Un síntoma de ello es el desplazamiento que sufrieron los diputados radicales en el reparto de las comisiones de la Legislatura, que está prácticamente acordado entre todos los bloques. Campos ya no tendrá lugar en las comisiones de Planeamiento y Obras Públicas y perderá la presidencia de Relaciones Interjurisdiccionales.
En esa determinación pesó su mala relación, de orden personal, con Ritondo, que ahora es el vicepresidente primero de la casa.
En la UCR no se quedaron callados. “No me parece correcto que compren dirigentes del radicalismo”, asestó Presman a LPO. Es una dura acusación tanto contra Macri como contra algunos sectores de la propia UCR.
Es que ya hay algunos dirigentes del radicalismo porteño que están furiosos con los diputados: les reclaman que por haber votado en contra del PRO a fines de 2011, la UCR tendrá menos contratos de los que gozó con anterioridad. “De Uriburu hasta acá nos quisieron matar, pero tenemos identidad propia; el que se quiere ir, que se vaya”, agregó Presman a LPO.
“El acuerdo con Macri es un error”, señaló el diputado y agregó que “el camino de la UCR es retomar el acuerdo que nos llevó a hacer la excelente elección de 2009”. Es decir, rememorar el Acuerdo Cívico y Social, partido en varios pedazos desde aquel entonces.
En ese sentido, Presman estuvo tomando un café con el presidente del bloque porteño de la Coalición Cívica-ARI, Fernando Sánchez. Y si bien queda descartada la posibilidad de un bloque en conjunto o un interbloque, los presidentes de ambas bancadas hablaron del trazado de una estrategia en común para encarar las votaciones a lo largo del año.
La nueva diputadora
En este contexto, en el PRO ya borraron a los dos diputados radicales de la cuenta para alcanzar los 31 legisladores necesarios para sesionar. Ya sin Mónica Lubertino, Diego Kravetz y Raúl Fernández en el recinto, en la bancada macrista apuntan a otros aliados que sirvan como refuerzos de los 26 legisladores que ostentan luego del 10 de diciembre.
“Tenemos 30, falta conseguir un aliado circunstancial en cada sesión”, graficó un importante legislador macrista. ¿Quiénes son esos 30, según el PRO? Además de los 26 propios, suman a Adriana Montes y Juan Pablo Arenaza, de Bases para la Unión; a Daniel Amoroso y al sindicalista Claudio Palmeyro.
Palmeyro, que responde al líder de los peones de taxis, Omar Viviani, sorprendió a fin de año cuando decidió no formar parte del interbloque K que encabeza Juan Cabandié y armó un monobloque. Ahora, el sindicalista logró retener la presidencia de la comisión de Tránsito sin inconvenientes, por lo que en el macrismo descuentan que lo tendrán de su lado cuando las papas quemen.
Por otro lado, dentro de la bancada PRO apuntan a seducir ocasionalmente a otros dos diputados de extracción gremial: Alejandro Amor, proveniente de Sutecba, y Mateo Romeo, vinculado al Suterh de Víctor Santa María. Aunque estos dos diputados pertenecen al bloque del Frente para la Victoria y difícilmente jueguen abiertamente con el macrismo.
Contra los vetos
Presman se mostró en contra de la reiteración de vetos que Macri efectivizó en el último mes. “Los vetos apuntan contra la calidad institucional de la Ciudad, no se puede violentar la voluntad de la Legislatura”, dijo el diputado a LPO.
Por otro lado, el legislador señaló que los ciudadanos porteños son rehenes de la constante pelea entre el gobierno de Cristina Kirchner y el de Mauricio Macri. (La Política OnLine).
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