El Alzheimer es la variante de demencia de presentación más frecuente en edades avanzadas. La demencia es técnicamente hablando el deterioro de nuestra capacidad de recordar hechos recientes, de registrar nuevas experiencias en nuestra biblioteca mental junto con al menos otra función cognitiva. Tal deterioro debe ser lo suficiente significativo como para alterar nuestra vida cotidiana y hacernos perder independencia.
Una pandemia mundial
Este flagelo que se extiende por todo el mundo como una pandemia, se ha convertido en una pesadilla y un desafío serio a nuestro futuro individual y como humanidad. Cálculos realizados por organismos internacionales llegan a presagiar una duplicación de casos en solo 20 años. Se producen casi 10 millones de nuevos casos cada año en el mundo. Se ha calculado que la presencia de demencia se duplica cada 5 años de vida de cada individuo a partir de los 65 años. Entre 65 y 69 años nuestra posibilidad de sufrir de demencia es de 1,5 %, y llega a más del 20% en mayores de 80 años.
En la Argentina los registros son aún precarios. La falta de conciencia en nuestra sociedad es parte de este problema, pero ya se han organizado grupos dependientes de la Universidad de Buenos Aires y de la Sociedad de Neurología Argentina, quienes han desarrollado un esfuerzo por el estudio de esta enfermedad en nuestro país. En un estudio piloto realizado (CEIBO), Arizaga y colaboradores encontraron, en un muestreo poblacional, fallas en las funciones ejecutivas en 23 % de los mayores de 60 años entrevistados. Este grupo es el más vulnerable a presentar la enfermedad. En la Argentina se calcula en 480.000 personas las afectadas por demencia.
Afecta la conciencia de nosotros mismos y el entorno
Las funciones cognitivas son el conjunto de procesos mentales que nos permiten elaborar toda la información que obtenemos, darles un orden y un procesamiento que nos habilita para interaccionar con las cosas y con los otros de manera efectiva. Sin estas funciones estamos desamparados dentro de una neblina de incomprensión sin posibilidades de desarrollarnos en la vida cotidiana.
Esta hecatombe se va presentando de manera lenta y progresiva. Muchas veces se expresa con esporádicos errores en nuestros recuerdos; charcos que antes no existían en nuestra memoria son tomados como errores sin importancia. Los charcos son cada vez más, se van extendiendo en el mapa de nuestra existencia formando lagunas y amenazan convertirse en mares que inunden toda la conciencia de nosotros mismos y de la comprensión de nuestro entorno.
Factores de riesgo
El más importante factor de riesgo es la edad. También se le suman la historia familiar, la hipertensión arterial, la diabetes, los problemas con lípidos, léase colesterol, triglicéridos, el sedentarismo, el tabaquismo, el sobrepeso, problemas generales de irrigación vascular.
Contra los anteriores, se yerguen factores protectores que podemos estimular a lo largo de nuestra vida, pero sobre todo a partir de los 40-45 años para disminuir la posibilidad de enfermedad y, en caso fatídico de padecerla, disminuir su velocidad de avance de manera importante. Son ellos un control de nuestra actividad física combatiendo el sobrepeso, el colesterol, los trastornos cardiovasculares. Reducir los factores agresores como el tabaquismo, una dieta irregular y una rutina mental rígida.
Reglas de oro contra la aparición y el progreso de la enfermedad
1. Mantener una dieta balanceada con frutas, verduras, legumbres, pescado, omega 3 y 9
2. Reducir los productos con alto contenido de azúcar, grasa y sal
3. Realizar una actividad física regular de tipo aeróbica
4. Mantener una vida social ya que no olvidemos que somos seres gregarios y nuestro cerebro disfruta y se expande en grupos humanos y se achica en la soledad
5. Mantener una gimnasia mental, agregando nuevos datos de cursos, aprendizaje de idiomas, un instrumento musical, etc.
Las medidas mencionadas son el núcleo del tratamiento. Un grupo muy reducido de medicamentos se ha mostrado eficaz en reducir la progresión; por otro lado, un grupo inmensamente superior se presenta como salvador, pero con muy escasas evidencias. Sustancias como la marihuana, de la cual se han hallado datos suficientemente consistentes en el tratamiento del dolor oncológico en algunos casos y en algunas epilepsias refractarias de la infancia, no han reunido suficiente mérito como para presentarse como preventiva de la enfermedad o útil para su tratamiento.
El efecto negativo de vivir estresados
El distrés cotidiano, este azote de la vida moderna, es otro de los factores que en nuestra sociedad de alto rendimiento y plazos cortos produce un efecto negativo inmenso sobre nuestra conducta, nuestras emociones y nuestro intelecto. Momentos de esparcimiento, técnicas de relajación, ejercicio físico regular moderado son pilares para su reducción.Pero, sobre todo, una educación continente, segura, no sobreexigente, no competitiva, amorosa y con estabilidad emocional previene futuras personas con bajo umbral al inconfort que producen las exigencias cotidianas y con menos problemas cardiovasculares y psicosomáticos junto a un futuro físico, intelectual y emocional más adecuados.
Departamento de Neurociencias
Servicio de Neurología
Jefe del Servicio Dr. Alejandro Enrique Caride
Hospital Alemán
Dr. Roberto Schiefelbein – M.N. 67.349
Neurocognitivo
Hospital Alemán.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario