martes, marzo 13, 2007

ALMIRANTE BROWN. Villaverde frente a su espejo.


ALMIRANTE BROWN, Marzo 13, (PUNTO CERO-Inforegión) El oficialismo procura expresar un optimismo que no transmiten sus principales jerarquías y la oposición se obsesiona en negarle chances al PJ de encarnar una versión menos blanca del kirchnerismo. Los dos carecen de novedades significativas que les permitan delinear partes futuro pero un resquicio de ventaja parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno perplejo para resolverlas, son las dos más significativas variables que todavía no atina a manejar.
Jorge Villaverde ya comenzó a deslizar como una novedad para su círculo político más cercano lo que sabe desde hace tiempo. Deberá ser el candidato a Intendente para garantizar que una de las boletas con que el kirchnerismo prevé enfrentar las elecciones presidenciales vaya a parar a sus manos. Si no fuera así, la chance correspondería a Manuel Rodríguez, en vista que el gobierno nacional consentiría la renovación de mandatos de jefes comunales cuya gestionó aparezca salpicada por polémicas.
Se sabe sin embargo que esa disyuntiva es falsa. La pésima relación de Villaverde con Rodríguez – en especial por la grisura que achaca a su mandato – lo inclinaría más a calzarse nuevamente el traje de candidato que siente que ya no le cabe pero que deberá ajustarse de forma inevitable.
La marcha lenta y farragosa del Departamento Ejecutivo es clave en esta decisión. Luego de casi dos décadas de modelar a su semejanza al aparato estatal, el caudillo pejotista apostó con esos antecedentes a una dinámica impensada para el inicio de este año.
Algo que no ocurrió y difícilmente ocurra, más allá de los habituales planes de bacheo que cubren emergencias pero no parecen alcanzar en una sociedad que mutó su agenda de demandas y establece periódicamente una dialéctica con la del propio gobierno nacional, como demostró el fallido referéndum de Misiones y el hasta ahora opaco desempeño del candidato oficialista a jefe de Gobierno en la Capital.
El justicialismo evita, no obstante, mirarse en ese espejo y promueve – como puede – trascendidos en los que exuda una confianza en sí mismo que no logra plasmarse en los tensos semblantes de sus dirigentes. Desde versiones en que colocan al vicepresidente y candidato a gobernador, Daniel Scioli, como el nuevo Mesías del duhaldismo residual hasta trascendidos según los cuales avanzarán con denuncias sobre presuntas maniobras electorales del kirchnerismo en los pasados comicios legislativos.
En el plano de lo real, Villaverde avanza en la restauración de su viejo proyecto político. Explora la posibilidad de nueva voluntad en viejas lealtades y busca el consenso perdido entre simpatías de otra época.
La oposición, con dificultades también para ver la imagen que refleja de sí misma, desdeña todo y expresa una convicción casi obsesiva. Descuenta que habrá una sola boleta que represente los intereses del kirchnerismo en las urnas y que Villaverde terminará finalmente defendiendo la candidatura presidencial de Roberto Lavagna.
Su triunfalismo extremo tiene dificultades de sintonía con la propia estrategia oficial. Fuentes calificadas confirmaron a Info Región que la postulación de Villlaverde – o de Rodríguez – resultan la garantía suficiente para obtener luna de las dos franquicias K que habrá en las elecciones.
Representantes del Frente para la Victoria se ofuscan con esta versión pero no atinan a explicar por qué el propio Presidente empujaría a varios caciques territoriales a engordar la hacienda del ex ministro de Economía, cuando los votos que puedan acumular – y no tan módicos como se especula – pasarían a engrosar el caudal oficial y alejar definitivamente la posibilidad de una segunda vuelta.
Lo cierto es que ambos campamentos trasuntan la expectativa y el desconcierto de la falta de señales claras que despejen dudas sobre su futuro político inmediato y hallar así un cristal sin brumas en donde puedan mirarse. Un resquicio de ventaja, sin embargo, parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno municipal perplejo para responder a ellos, son las dos variables más significativas que todavía no logra orientar a su favor.Daniel Bilotta. (PUNTO CERO-Inforegión).
ALMIRANTE BROWN, Marzo 13, (PUNTO CERO-Inforegión) El oficialismo procura expresar un optimismo que no transmiten sus principales jerarquías y la oposición se obsesiona en negarle chances al PJ de encarnar una versión menos blanca del kirchnerismo. Los dos carecen de novedades significativas que les permitan delinear partes futuro pero un resquicio de ventaja parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno perplejo para resolverlas, son las dos más significativas variables que todavía no atina a manejar.
Jorge Villaverde ya comenzó a deslizar como una novedad para su círculo político más cercano lo que sabe desde hace tiempo. Deberá ser el candidato a Intendente para garantizar que una de las boletas con que el kirchnerismo prevé enfrentar las elecciones presidenciales vaya a parar a sus manos. Si no fuera así, la chance correspondería a Manuel Rodríguez, en vista que el gobierno nacional consentiría la renovación de mandatos de jefes comunales cuya gestionó aparezca salpicada por polémicas.
Se sabe sin embargo que esa disyuntiva es falsa. La pésima relación de Villaverde con Rodríguez – en especial por la grisura que achaca a su mandato – lo inclinaría más a calzarse nuevamente el traje de candidato que siente que ya no le cabe pero que deberá ajustarse de forma inevitable.
La marcha lenta y farragosa del Departamento Ejecutivo es clave en esta decisión. Luego de casi dos décadas de modelar a su semejanza al aparato estatal, el caudillo pejotista apostó con esos antecedentes a una dinámica impensada para el inicio de este año.
Algo que no ocurrió y difícilmente ocurra, más allá de los habituales planes de bacheo que cubren emergencias pero no parecen alcanzar en una sociedad que mutó su agenda de demandas y establece periódicamente una dialéctica con la del propio gobierno nacional, como demostró el fallido referéndum de Misiones y el hasta ahora opaco desempeño del candidato oficialista a jefe de Gobierno en la Capital.
El justicialismo evita, no obstante, mirarse en ese espejo y promueve – como puede – trascendidos en los que exuda una confianza en sí mismo que no logra plasmarse en los tensos semblantes de sus dirigentes. Desde versiones en que colocan al vicepresidente y candidato a gobernador, Daniel Scioli, como el nuevo Mesías del duhaldismo residual hasta trascendidos según los cuales avanzarán con denuncias sobre presuntas maniobras electorales del kirchnerismo en los pasados comicios legislativos.
En el plano de lo real, Villaverde avanza en la restauración de su viejo proyecto político. Explora la posibilidad de nueva voluntad en viejas lealtades y busca el consenso perdido entre simpatías de otra época.
La oposición, con dificultades también para ver la imagen que refleja de sí misma, desdeña todo y expresa una convicción casi obsesiva. Descuenta que habrá una sola boleta que represente los intereses del kirchnerismo en las urnas y que Villaverde terminará finalmente defendiendo la candidatura presidencial de Roberto Lavagna.
Su triunfalismo extremo tiene dificultades de sintonía con la propia estrategia oficial. Fuentes calificadas confirmaron a Info Región que la postulación de Villlaverde – o de Rodríguez – resultan la garantía suficiente para obtener luna de las dos franquicias K que habrá en las elecciones.
Representantes del Frente para la Victoria se ofuscan con esta versión pero no atinan a explicar por qué el propio Presidente empujaría a varios caciques territoriales a engordar la hacienda del ex ministro de Economía, cuando los votos que puedan acumular – y no tan módicos como se especula – pasarían a engrosar el caudal oficial y alejar definitivamente la posibilidad de una segunda vuelta.
Lo cierto es que ambos campamentos trasuntan la expectativa y el desconcierto de la falta de señales claras que despejen dudas sobre su futuro político inmediato y hallar así un cristal sin brumas en donde puedan mirarse. Un resquicio de ventaja, sin embargo, parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno municipal perplejo para responder a ellos, son las dos variables más significativas que todavía no logra orientar a su favor.Daniel Bilotta. (PUNTO CERO-Inforegión). ALMIRANTE BROWN, Marzo 13, (PUNTO CERO-Inforegión) El oficialismo procura expresar un optimismo que no transmiten sus principales jerarquías y la oposición se obsesiona en negarle chances al PJ de encarnar una versión menos blanca del kirchnerismo. Los dos carecen de novedades significativas que les permitan delinear partes futuro pero un resquicio de ventaja parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno perplejo para resolverlas, son las dos más significativas variables que todavía no atina a manejar.
Jorge Villaverde ya comenzó a deslizar como una novedad para su círculo político más cercano lo que sabe desde hace tiempo. Deberá ser el candidato a Intendente para garantizar que una de las boletas con que el kirchnerismo prevé enfrentar las elecciones presidenciales vaya a parar a sus manos. Si no fuera así, la chance correspondería a Manuel Rodríguez, en vista que el gobierno nacional consentiría la renovación de mandatos de jefes comunales cuya gestionó aparezca salpicada por polémicas.
Se sabe sin embargo que esa disyuntiva es falsa. La pésima relación de Villaverde con Rodríguez – en especial por la grisura que achaca a su mandato – lo inclinaría más a calzarse nuevamente el traje de candidato que siente que ya no le cabe pero que deberá ajustarse de forma inevitable.
La marcha lenta y farragosa del Departamento Ejecutivo es clave en esta decisión. Luego de casi dos décadas de modelar a su semejanza al aparato estatal, el caudillo pejotista apostó con esos antecedentes a una dinámica impensada para el inicio de este año.
Algo que no ocurrió y difícilmente ocurra, más allá de los habituales planes de bacheo que cubren emergencias pero no parecen alcanzar en una sociedad que mutó su agenda de demandas y establece periódicamente una dialéctica con la del propio gobierno nacional, como demostró el fallido referéndum de Misiones y el hasta ahora opaco desempeño del candidato oficialista a jefe de Gobierno en la Capital.
El justicialismo evita, no obstante, mirarse en ese espejo y promueve – como puede – trascendidos en los que exuda una confianza en sí mismo que no logra plasmarse en los tensos semblantes de sus dirigentes. Desde versiones en que colocan al vicepresidente y candidato a gobernador, Daniel Scioli, como el nuevo Mesías del duhaldismo residual hasta trascendidos según los cuales avanzarán con denuncias sobre presuntas maniobras electorales del kirchnerismo en los pasados comicios legislativos.
En el plano de lo real, Villaverde avanza en la restauración de su viejo proyecto político. Explora la posibilidad de nueva voluntad en viejas lealtades y busca el consenso perdido entre simpatías de otra época.
La oposición, con dificultades también para ver la imagen que refleja de sí misma, desdeña todo y expresa una convicción casi obsesiva. Descuenta que habrá una sola boleta que represente los intereses del kirchnerismo en las urnas y que Villaverde terminará finalmente defendiendo la candidatura presidencial de Roberto Lavagna.
Su triunfalismo extremo tiene dificultades de sintonía con la propia estrategia oficial. Fuentes calificadas confirmaron a Info Región que la postulación de Villlaverde – o de Rodríguez – resultan la garantía suficiente para obtener luna de las dos franquicias K que habrá en las elecciones.
Representantes del Frente para la Victoria se ofuscan con esta versión pero no atinan a explicar por qué el propio Presidente empujaría a varios caciques territoriales a engordar la hacienda del ex ministro de Economía, cuando los votos que puedan acumular – y no tan módicos como se especula – pasarían a engrosar el caudal oficial y alejar definitivamente la posibilidad de una segunda vuelta.
Lo cierto es que ambos campamentos trasuntan la expectativa y el desconcierto de la falta de señales claras que despejen dudas sobre su futuro político inmediato y hallar así un cristal sin brumas en donde puedan mirarse. Un resquicio de ventaja, sin embargo, parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno municipal perplejo para responder a ellos, son las dos variables más significativas que todavía no logra orientar a su favor.Daniel Bilotta. (PUNTO CERO-Inforegión).
ALMIRANTE BROWN, Marzo 13, (PUNTO CERO-Inforegión) El oficialismo procura expresar un optimismo que no transmiten sus principales jerarquías y la oposición se obsesiona en negarle chances al PJ de encarnar una versión menos blanca del kirchnerismo. Los dos carecen de novedades significativas que les permitan delinear partes futuro pero un resquicio de ventaja parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno perplejo para resolverlas, son las dos más significativas variables que todavía no atina a manejar.
Jorge Villaverde ya comenzó a deslizar como una novedad para su círculo político más cercano lo que sabe desde hace tiempo. Deberá ser el candidato a Intendente para garantizar que una de las boletas con que el kirchnerismo prevé enfrentar las elecciones presidenciales vaya a parar a sus manos. Si no fuera así, la chance correspondería a Manuel Rodríguez, en vista que el gobierno nacional consentiría la renovación de mandatos de jefes comunales cuya gestionó aparezca salpicada por polémicas.
Se sabe sin embargo que esa disyuntiva es falsa. La pésima relación de Villaverde con Rodríguez – en especial por la grisura que achaca a su mandato – lo inclinaría más a calzarse nuevamente el traje de candidato que siente que ya no le cabe pero que deberá ajustarse de forma inevitable.
La marcha lenta y farragosa del Departamento Ejecutivo es clave en esta decisión. Luego de casi dos décadas de modelar a su semejanza al aparato estatal, el caudillo pejotista apostó con esos antecedentes a una dinámica impensada para el inicio de este año.
Algo que no ocurrió y difícilmente ocurra, más allá de los habituales planes de bacheo que cubren emergencias pero no parecen alcanzar en una sociedad que mutó su agenda de demandas y establece periódicamente una dialéctica con la del propio gobierno nacional, como demostró el fallido referéndum de Misiones y el hasta ahora opaco desempeño del candidato oficialista a jefe de Gobierno en la Capital.
El justicialismo evita, no obstante, mirarse en ese espejo y promueve – como puede – trascendidos en los que exuda una confianza en sí mismo que no logra plasmarse en los tensos semblantes de sus dirigentes. Desde versiones en que colocan al vicepresidente y candidato a gobernador, Daniel Scioli, como el nuevo Mesías del duhaldismo residual hasta trascendidos según los cuales avanzarán con denuncias sobre presuntas maniobras electorales del kirchnerismo en los pasados comicios legislativos.
En el plano de lo real, Villaverde avanza en la restauración de su viejo proyecto político. Explora la posibilidad de nueva voluntad en viejas lealtades y busca el consenso perdido entre simpatías de otra época.
La oposición, con dificultades también para ver la imagen que refleja de sí misma, desdeña todo y expresa una convicción casi obsesiva. Descuenta que habrá una sola boleta que represente los intereses del kirchnerismo en las urnas y que Villaverde terminará finalmente defendiendo la candidatura presidencial de Roberto Lavagna.
Su triunfalismo extremo tiene dificultades de sintonía con la propia estrategia oficial. Fuentes calificadas confirmaron a Info Región que la postulación de Villlaverde – o de Rodríguez – resultan la garantía suficiente para obtener luna de las dos franquicias K que habrá en las elecciones.
Representantes del Frente para la Victoria se ofuscan con esta versión pero no atinan a explicar por qué el propio Presidente empujaría a varios caciques territoriales a engordar la hacienda del ex ministro de Economía, cuando los votos que puedan acumular – y no tan módicos como se especula – pasarían a engrosar el caudal oficial y alejar definitivamente la posibilidad de una segunda vuelta.
Lo cierto es que ambos campamentos trasuntan la expectativa y el desconcierto de la falta de señales claras que despejen dudas sobre su futuro político inmediato y hallar así un cristal sin brumas en donde puedan mirarse. Un resquicio de ventaja, sin embargo, parece asomar del lado de los K. Una sociedad ávida de cambios y un gobierno municipal perplejo para responder a ellos, son las dos variables más significativas que todavía no logra orientar a su favor.

Daniel Bilotta. (PUNTO CERO-Inforegión).

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