La reflexión, presuntamente africana, es obvia: no puede comerse entero.
Vale para encarar la solución de los millares de problemas que oprimen a la sociedad argentina. Los políticos que dicen que pueden resolverlos, son tarambanas irresponsables y embusteros. Las siete décadas de estancamiento económico, aumento de la pobreza, destrucción de la infraestructura, decadencia de la educación, etc., son el producto de la perversa cultura instaurada por el estatismo benefactor, el peronismo y sus herederos apócrifos, el justicialismo social, la corporación gremial, el kirchnerismo, y el cristinismo, acompañados por la izquierda-socialista criolla y el caudillismo zonal, que dominaron el panorama político, gobernando o impidiendo gobernar.
Solo se revertirá el deterioro si se aumentan las exportaciones hasta que se triplique el ingreso per cápita de los argentinos, que es la primera prioridad nacional: la riqueza que generará los sacará de la pobreza y permitirá ir resolviendo los otros problemas. Requerirá más de diez años, pero los frutos se irán viendo con el crecimiento de las exportaciones.
Las otras dos prioridades para ordenar el país, son: combatir y penalizar la corrupción en los funcionarios del Estado y enmendar la Constitución para impedir la autocracia presidencial, que será una lucha cultural dura y larga.
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