Hace 35 años, en 1981, el Centro de Control de Infecciones de Estados Unidos generó un alerta en la que se reportaron muertes por infecciones sólo conocidas hasta ese momento en personas con gran alteración de su inmunidad. En 1982, se le adjudicó el nombre de Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA) y, entre 1983 y 1984, se logró aislar al virus responsable.
35 años y muchos avances
Desde el descubrimiento del virus, han sido muchos los avances que se han alcanzado para la prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Entre ellos se pueden nombrar:
Ø Desarrollo de técnicas diagnósticas cada vez más sensibles y precisas, permitiendo diagnósticos muy precoces, lo cual disminuye los riesgos de transmisión inherentes a trasplantes y transfusiones.
Ø Conocimiento de la forma de transmisión del virus y, a partir de ello, la implementación de métodos de prevención más o menos efectivos, pero que entre todos disminuyen la posibilidad de contagio.
Ø Desarrollo de drogas que permiten encarar un tratamiento que, aunque no cura, transforma la enfermedad en una enfermedad crónica; es decir, aunque no se puede suspender el tratamiento sin que se reactive, permite al individuo vivir como cualquier persona no infectada, siempre y cuando no olvide las pastillas.
Ø Implementación de estrategias para que una madre infectada no transmita la enfermedad a su bebé. De hecho, ya hay varias mujeres que habiendo nacido infectadas han tenido hijos sanos.
Ø Implementación de estrategias para que una mujer no infectada pueda tener hijos sanos sin contagiarse de su pareja HIV +.
Desafíos por venir
Estas son algunas de las tareas pendientes por desarrollar o mejorar en la prevención, diagnóstico y tratamiento del VIH:
Ø Tratamientos como los actuales hacen que la infección se vuelva crónica debido a la emergencia de resistencia generada por olvidos de tomar la medicación. En cambio, tratamientos que puedan administrarse una vez al mes o cada 6 meses, mejorarían la calidad de vida de los pacientes.
Ø Tratamientos curativos que podrán suspenderse en algún momento sin riesgo a que la enfermedad recurra.
Ø Vacunas para la prevención: todavía tienen bastante camino por recorrer, pero hay mucho esfuerzo puesto en su desarrollo.
Ø Tratamientos preventivos, también denominados PreP (Profilaxis pre-exposición): esta estrategia ha demostrado ser efectiva en hombres en un 70% (en mujeres parece que la protección es bastante menor), pero no alcanza la protección del 90% que ofrecen los preservativos. Hay mucho todavía que discurrir para encontrar las aplicaciones realmente útiles de esta nueva arma en el arsenal de la prevención. Seguramente el acceso universal al PreP no sea una respuesta lógica y acertada para el futuro; habrá que establecer en qué casos sería de utilidad.
Ø Si hablamos de prevención también se propone como estrategia el “tratamiento como prevención”, defendida por el Dr. Julio González Montaner, argentino que vive y se desempeña en Canadá. González Montaner insiste, y lo ha demostrado en donde vive, que si tratamos a todos los enfermos, la capacidad de cada uno de ellos de contagiar disminuye, lo cual se traducirá necesariamente en un menor número de nuevos infectados. Esto es totalmente cierto si podemos asegurar que trataremos a todos los infectados.
En una sociedad como la nuestra, en la que solamente el 70% de los infectados conoce su condición como tal y serían por lo tanto los únicos en recibir tratamiento, tendremos un 30 % que al desconocer su estado seguirían contagiando y la transmisión no encontraría por lo tanto un freno real. Ante estas cifras parece más lógico enfocar los recursos a hacer diagnóstico sin perder de vista los beneficios del tratamiento precoz para la persona y la sociedad.
Dra. Cristina Freuler
Infectóloga (MN 58098)
Jefe del Departamento de Medicina Interna
Miembro de la Comisión de HIV/SIDA de la Sociedad Argentina de Infectología.
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