Del Plan V al plan real de la Gobernadora. Cómo diagrama su futuro político. Nace el vidalismo puro. Un PRO sin Macri, pero con Larreta. El manto de realismo tras la derrota en las PASO.
En los manuales de la medicina, como en los manuales de la vida, los expertos sostienen que hay cinco etapas para enfrentar y superar una gran adversidad: la negación, el enfado, la negociación, la depresión y la aceptación. Desde la fatídica noche del 11 de agosto, lo que vino fueron días muy duros para María Eugenia Vidal y su mesa chica. Horas en las que el cachetazo electoral recibido aún parecía irreal, horas y días donde los resultados ya no solo eran una tremenda pesadilla. A Vidal le costó transitar ese espinoso camino, inesperado, tormentoso, una realidad que la golpeó en su ego más profundo. A ella, que había sonado como el Plan V (candidata a presidenta en reemplazo de Mauricio Macri). A ella, que era la política con mejor intención de voto en el país. A ella, que era la candidata “imbatible”. El nuevo plan, derivado de la cruda realidad, tardó en ser aceptado. Barajar y dar de nuevo.
“La elección real es en octubre”, afirman para los medios periodísticos desde el vidalismo. “No voy a darme por vencida”, les dijo Vidal a sus ministros y funcionarios en una reunión de gabinete ampliada realizada la semana que pasó en el SUM de la Casa de Gobierno. Todas frases reales, que obviamente tienen que estar sobre el discurso de Vidal, por más que en el fondo sepa que su reelección no va a poder ser porque la contienda electoral ya está definida. Vidal, ni ningún político, va a salir a decirle al mundo que el “partido ya está perdido”. Sin embargo, más allá de los discursos de rigor, la Gobernadora por lo bajo se puso el manto de la realidad extrema. Después de casi una semana de pasar por las cinco etapas mencionadas y enfrentar el resultado de las PASO, comenzó a diseñar su futuro pos 10 de diciembre: su armado en la Legislatura bonaerense, el rol opositor a un gobierno de Axel Kicillof y, sobre todo, los detalles de la transición y la “herencia” que dejará a su sucesor. El proyecto real.
En columnas anteriores se destacó que el armado de listas para legisladores bonaerenses que digitaron Vidal y su jefe de Gabinete, Federico Salvai, el 22 de junio, fue más pensando en un escenario de derrota que de victoria electoral. Los principales lugares “a entrar” fueron minados por funcionarios jóvenes de la administración bonaerense que se reportan directamente con Salvai y el subsecretario de Asuntos Municipales, y candidato a diputado bonaerense, Alex Campbell, aún a costa de críticas agudas de intendentes radicales y la ruptura final con Emilio Monzó. Todos esos nombres son miembros de un naciente vidalismo puro que, en las proyecciones, le serán fiel a su conductora en las buenas y en las malas, porque “creen en ella”. Si se repite el resultado de las PASO en octubre, y Vidal pierde la gobernación, no deja asimismo un poder de fuego dentro de la Legislatura bonaerense, ahora transformado en el principal foco de la “resistencia vidalista”. El Frente de Todos lograría 25 bancas en Diputados, Juntos por el Cambio 21. En el Senado, 14 lugares serían el Frente de Todos y 9 para Juntos por el Cambio. Si después del 10 de diciembre los bloques del kirchnerismo, peronismo y massismo se unen en una sola bancada del Frente de Todos, lograrían 46 bancas en Diputados y 21 en el Senado. Juntos por el Cambio obtendría 44 bancas en la Cámara Baja y 25 en la Alta. Técnicamente, el actual oficialismo en su rol de oposición sería la segunda minoría con alto poder en el Senado y la primera minoría en Diputados. Ecuaciones primarias.
No obstante, viejas mañas y derivaciones de la política, Vidal sentirá el amargo sabor de la derrota. En la victoria todos golpean la puerta, en la derrota las fugas están a la orden del día. De esos 44 diputados y 25 senadores, es muy probable que varios legisladores –en especial radicales o peronistas camaleónicos–, armen sus valijas y conformen sus propios bloques, o hasta pidan pista en el Frente de Todos. También está la opción de que esos bloques nuevos, quizá el radical, actúen con cierta sintonía con un bloque vidalista puro. De todas formas, Vidal mantendrá un importante número de legisladores leales que le permitirán oficiar un rol de oposición principal a Kicillof con la atenta mirada de los medios periodísticos. En los primeros bocetos del vidalismo pos 10 diciembre, apuntan a tender los puentes para una proyección política de la actual Gobernadora, con chances de ser candidata a diputada nacional en 2021, e integrar una fórmula presidencial en 2023. El PRO sin Macri y sin Marcos Peña, escenario que seguramente se gestará con una derrota nacional en octubre, tendrá a Vidal y a su mentor político, Horacio Rodríguez Larreta, como los herederos en ese espacio. Se sabe, se ha escrito en columnas anteriores, que Vidal y Larreta siempre fueron contrarios a renegar de la política tradicional y a abrazarse por completo a la new age que pregonó Peña hasta las PASO de este 2019. Si Larreta logra retener la Jefatura de Gobierno porteña, no se descarta que se contenga en algún lugar a Vidal. Si no es así, la Gobernadora ya avisó –en entrevistas antes de las PASO– que “seguirá haciendo política en la provincia de Buenos Aires”. El Plan de Vidal.
“Con Horacio se puede hacer política”, afirman desde el vidalismo, sobre un esquema futuro en el PRO. Saben que el actual jefe de Gobierno tiene la ambición de ser candidato a presidente y que en algún momento se chocará con las inevitables proyecciones que tendrá que tener Vidal, si es que decide continuar con su carrera política. Sobre ese plan, más allá de lo legislativo, Vidal ordenó a su nuevo ministro de Economía, Damián Bonari (reemplazo de Hernán Lacunza), a comenzar a “ordenar las cuentas” para el traspaso gubernamental. En su esquema realista, la Gobernadora quiere dejar el camino lo más despejado que pueda y evitar que una futura administración de Kicillof hable de la “herencia recibida”. Esta columna contó que la noche de las PASO, Salvai se comunicó por celular con Kicillof para comenzar a “hablar de la transición” y “entregar las cuentas”. De hecho, algunos conjeturan que antes del traspaso de mando, Vidal expondrá a los medios en qué situación está dejando la provincia. La monumental deuda pública bonaerense seguramente será uno de los ejes que generen más polémica. El desafío de Vidal es amplio, arengar a la tropa para que no decaiga y disperse antes de tiempo, soñar con un gran milagro, pero en el fondo comenzar con su armado para un lugar que la tenga como opositora. El verdadero objetivo de Vidal para las elecciones de octubre, que lo trasladó a su gente de confianza, es “intentar meter la mayor cantidad de legisladores posibles”. (ANDigital).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario