Para poder aprovechar al máximo todas sus ventajas, es esencial el uso con responsabilidad y evitar generar deudas que se conviertan en una carga excesiva en el presupuesto mensual.
La tarjeta de crédito es una de las herramientas más versátiles para gestionar las finanzas personales, pero para poder aprovechar al máximo todas sus ventajas es esencial utilizarla con responsabilidad y evitar generar deudas que se conviertan en una carga excesiva en el presupuesto mensual.
Este auténtico crédito de bolsillo permite afrontar gastos inesperados, financiar consumos por encima de los ingresos, dividir pagos en cuotas, aprovechar descuentos y beneficios, e incluso obtener adelantos de efectivo a través de cajeros automáticos.
Pero para muchas personas se transforma en un dolor de cabeza cuando llega el momento de pagar el resumen. A continuación, cinco puntos claves a tener en cuenta para poner a la tarjeta de crédito al servicio de la economía familiar.
El pago mínimo
Cuando se abona sólo el “pago mínimo”, el saldo impago se traslada al próximo mes con una tasa de interés. Actualmente, la tasa máxima está determinada por el BCRA y es de 43% anual.
Sin embargo, al igual que con el resto de los créditos hay costos adicionales a la tasa de interés, como por ejemplo impuestos, gastos administrativos y seguros. Todos estos ítems, que varían según el banco y el tipo de operaciones y consumos realizados, hacen que la deuda sea mayor. Es lo que se conoce como Costo Financiero Total (CFT).
Los adelantos de efectivo
Las tarjetas de crédito ofrecen la posibilidad de extraer dinero a través de un cajero automático. Esta operación se llama adelanto de efectivo y el dinero no proviene de la cuenta de la persona usuaria, sino que es un préstamo que brinda la tarjeta. Al igual que ocurre con el pago mínimo, la tasa está actualmente regulada por el BCRA, que la fijó temporalmente en 43 % anual.
Sin embargo, financiarse de esta manera suele ser más costoso que obtener un adelanto de haberes o un crédito personal, operaciones que también se pueden realizar desde el cajero automático o a través del home banking.
No excederse en los consumos sólo para aprovechar un descuento
Al pagar con tarjeta de crédito se pueden aprovechar diversos beneficios: descuentos, cuotas sin interés, puntos que se pueden canjear por productos o millas, en el caso de estar adherido al programa Aerolíneas Plus. Pero cuando los consumos son mucho más elevados que los ingresos resulta inevitable financiar una parte del resumen y ese costo adicional puede llegar a ser mayor al beneficio obtenido al realizar la compra.
No acumular tarjetas
Muchos especialistas en finanzas personales recomiendan no llevar más de una tarjeta de crédito en la billetera para que, cuando la tentación sea inevitable, la acción de gastar de más no encuentre respaldo.
Pero además, utilizar más de una tarjeta genera más gastos de mantenimiento, renovación y comisiones, dependiendo de las características del producto y el paquete que la persona haya contratado con el Banco emisor. Y otro detalle no menor: al tener los consumos repartidos en dos plásticos es más difícil llevar un control de los gastos acumulados.
Planificar los consumos con la tarjeta dentro de un presupuesto global
Incluir a la tarjeta de crédito en un presupuesto que estime ingresos y gastos es fundamental para organizar las finanzas personales. La mayoría de la gente efectúa este cálculo mentalmente y de forma estimativa, pero lo ideal es llevar un registro a través de una planilla o una simple libreta.
La capacidad de ahorro mensual es un buen parámetro para evaluar hasta dónde gastar con la tarjeta, porque si los consumos superan ese límite habrá que ajustar en otros rubros o refinanciar una parte del resumen. (AN Digital).
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