(La Política OnLine). El ex presidente volvió a deslizar la posibilidad de presentarse como candidato a gobernador. Hiperkinético, puebla la provincia de potenciales candidatos y agudiza su desconfianza hacia Daniel Scioli y los intendentes. La competencia con la Presidenta, que se afianza en el control del gabinete.
Es sabido que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, con dificultad para incorporar la memoria del dolor que disfrutan, por ejemplo, los caballos. Justo cuando empieza a remontar la fosa que se cavó con el conflicto con el campo, Néstor Kirchner parece decidido a boicotearse el corazón de su proyecto político para el 2011.
El ex presidente tiene por delante un camino simple, pero fiel a su naturaleza lo está enredando. Daniel Scioli es el peronista con mayor intención de voto en la provincia de Buenos Aires. Lo sigue de cerca Sergio Massa, y después un largo desierto. O sea, lo lógico sería buscar algún tipo de síntesis entre ambos dirigentes y sobre esa base garantizarse la mejor elección posible. La cuenta es sencilla. Si el peronismo gana bien la provincia, casi seguro gana la presidencial. Si pierde, no tiene chances.
Sin embargo, en las últimas semanas Kirchner ingresó en un frenesí político y se dedicó a martirizar a Scioli y los intendentes del Conurbano con amenazas diversas y en muchos casos contradictorias. Casi, como la escalada de su candidatura a diputado, las testimoniales y el adelantamiento de las elecciones, que ya se sabe como terminó. Exceso de jugada táctica, que sólo generó confusión y derrota.
A los intendentes los amenazó con una liga de concejales que respondan directamente a él, al igual que las cooperativas de piqueteros. Y ahora los muchachos de La Cámpora recibieron la instrucción de armar fuerte en el Conurbano. Todo por afuera de las estructuras que lideran los jefes comunales.
Y por arriba, está decidido a llenarle de competidores la cancha a Scioli. Primero le prometió a Massa una interna justa. Hasta ahí nada para reprochar, el intendente de Tigre mide bien y tiene sus aspiraciones. La solución lógica es una interna.
Pero no se detuvo allí. También habilitó la candidatura de Hugo Moyano y le permitió el acceso a la presidencia del PJ bonaerense. “Volvimos a la época de Herminio”, se lamentó ante La Política Online un dirigente del peronismo bonaerense, que intuye que el protagonismo del camionero en la próxima elección contribuirá a espantar la indispensable clase media.
Además, Kirchner lanzó a su hermana Alicia y promocionó armados paralelos de Diego Bossio y Amado Boudou. Lo mismo hizo con Aníbal Fernández y Florencio Randazzo. La lista sigue y se ramifica como una estructura fractal. Sin embargo, un dato político central recorre todas esas tribus que parecen incompatibles, pero remiten a una misma lógica final: construir “por afuera” de Daniel Scioli. Esa es la instrucción. Es decir, tratar de condicionar y vaciar de poder a uno de los candidatos más competitivos de su propio espacio.
¿Qué le pasa a Kirchner con Scioli, un hombre que sufre interminables burlas precisamente por su alineamiento incondicional? La respuesta final sólo la tiene el propio ex presidente, pero algunas incomodidades trascienden. “Kirchner está harto de mirar el número en la espalda de Daniel”, sintetiza un hombre del PJ bonaerense.
Es que con el gobernador sucede algo curioso. Haga lo que haga, siempre mide más que Kirchner. Si el ex presidente recupera intención de voto, Scioli recupera el doble; si cae Kirchner, el gobernador cae, pero menos. Es así, creer o reventar. Y algo todavía más indigesto ocurre con el ex motonauta. Cuando Kirchner lo ataca de manera más o menos visible, Scioli crece. Igual que Pablo Bruera. Y logra otro efecto colateral indeseado cuando también ataca a los intendentes: estos se acercan al gobernador, aq uien siempre vieron más como un ave de paso, que como su líder.
De hecho, en el peronismo no son pocos los que consideran que Scioli sería un mejor candidato para retener el gobierno nacional en el 2011. Se lo hicieron saber a los gobernadores en el encuentro que el PJ realizo en el Chaco, meses atrás cuando Kirchner retomó la conducción partidaria. “Si vos no vas, podríamos intentar con Daniel”, le dijeron palabras más, palabras menos. Suficiente para garantizarse el rencor eterno.
Acaso ese recuerdo ingrato haya regresado a la memoria de Kirchner cuando habilitó a Massa para la interna y prometió reglas justas. Tal vez en las última semanas tomo concviencia que estaba cavando con envidiable ahínco su propia tumba.
"¿Si los dos miden muy bien, porqué no podría ser Scioli Presidente y Massa gobernador?", preguntó filoso a La Política Online un intendente de los que pesan en la provincia. Entonces, com o cada vez que se ve en una encerrona, el ex presidente apuesta al caos, a la demolición total. Moyano, Alicia, Boudou, Bossio, Pérsico, lo que sea, lo que contribuya a desordenar.
Por supuesto que con Scioli también lo separa las visibles diferencias de estilo, políticas y hasta ideológicas. Pero acaso se sumen razones estructurales a esta tensión, casi congénitas a la condición de gobernador bonaerense. Como segundos hombres en la estructura de poder nacional, desde la fundación misma de la República han mantenido una relación tirante con el Presidente. “Kirchner no quiere un nuevo Duhalde”, sintetizan quienes frecuentan al ex presidente.
¿Qué hace Scioli frente a esto? Nada. Y salvo alguna ofensa final, muy difícil que reaccione. “Mientras sigan girándole los fondos todos los meses, Scioli entiende que no hay ningún problema con Kirchner”, afirmó pragmático un hombre de la provincia.
La interna con Cristina y la opción Kirchner gobernador
Son cada vez más los dirigentes que luego de reunirse con Kirchner, comentan sorprendidos que el ex presidente no descarta presentarse como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
¿Por qué pegaría semejante salto? Hay varias razones, pero una muy concreta. En la provincia de Buenos Aires no hay ballotage. O sea que con sacar un voto más que, por ejemplo Francisco de Narváez o Ricardo Alfonsín, sería el próximo gobernador. Escenario atractivo cuando todos los sondeos indican que a nivel nacional perdería de manera estrepitosa un ballotage.
Kirchner teme hacer todo el esfuerzo y el gasto para que en el 2011, reelija Scioli y el pierda en el ballotage. Por eso agita su propia candidatura a gobernador. Si él gana la provincia y la presidencia queda por ejemplo, en manos de un radical. Kirchner se convertiría en el líder indiscutido de la oposición peronista.
Y se suma a esta especulación, las crecientes tensiones que empiezan a percibirse entre Kirchner y su mujer la Presidenta. No parece casualidad que Cristina haya dicho espontáneamente ante la prensa. “¿Porqué otro Néstor, no puede venir otra Cristina?”, dijo entre risas. Humor que para nada comparte Kirchner, que cortó en seco al último obsecuente que le sugirió pensar en ella para el 2011.
Se suma a esto cierto afianzamiento de la Presidenta en el manejo interno del Gobierno. No son pocos los funcionarios que comentan que ven a Cristina más relajada y aplomada. “Kirchner no se banca que ella se haya afianzado en el manejo del gabinete, él ahora en ciertas áreas puede meterse menos”, afirman. Es muy difícil entender cómo funciona esa sociedad política, donde termina el acuerdo y empieza la competencia. Pero hay un dato cierto, Cristina mide mejor que Néstor.
De manera que una vez más, se confirma que el único dato cierto que hay respecto al 2011 es la incógnita. Hoy Kirchner mantiene la iniciativa y recupera algo de intención de voto, pero está parado sobre un tinglado tan inestable como el resto del sistema político. Es decir, da la impresión que en la recta final quedará parado no el mejor, sino el que cometa menos errores. Una tentación en la que el titular de la Unasur suele recaer.
Es sabido que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, con dificultad para incorporar la memoria del dolor que disfrutan, por ejemplo, los caballos. Justo cuando empieza a remontar la fosa que se cavó con el conflicto con el campo, Néstor Kirchner parece decidido a boicotearse el corazón de su proyecto político para el 2011.
El ex presidente tiene por delante un camino simple, pero fiel a su naturaleza lo está enredando. Daniel Scioli es el peronista con mayor intención de voto en la provincia de Buenos Aires. Lo sigue de cerca Sergio Massa, y después un largo desierto. O sea, lo lógico sería buscar algún tipo de síntesis entre ambos dirigentes y sobre esa base garantizarse la mejor elección posible. La cuenta es sencilla. Si el peronismo gana bien la provincia, casi seguro gana la presidencial. Si pierde, no tiene chances.
Sin embargo, en las últimas semanas Kirchner ingresó en un frenesí político y se dedicó a martirizar a Scioli y los intendentes del Conurbano con amenazas diversas y en muchos casos contradictorias. Casi, como la escalada de su candidatura a diputado, las testimoniales y el adelantamiento de las elecciones, que ya se sabe como terminó. Exceso de jugada táctica, que sólo generó confusión y derrota.
A los intendentes los amenazó con una liga de concejales que respondan directamente a él, al igual que las cooperativas de piqueteros. Y ahora los muchachos de La Cámpora recibieron la instrucción de armar fuerte en el Conurbano. Todo por afuera de las estructuras que lideran los jefes comunales.
Y por arriba, está decidido a llenarle de competidores la cancha a Scioli. Primero le prometió a Massa una interna justa. Hasta ahí nada para reprochar, el intendente de Tigre mide bien y tiene sus aspiraciones. La solución lógica es una interna.
Pero no se detuvo allí. También habilitó la candidatura de Hugo Moyano y le permitió el acceso a la presidencia del PJ bonaerense. “Volvimos a la época de Herminio”, se lamentó ante La Política Online un dirigente del peronismo bonaerense, que intuye que el protagonismo del camionero en la próxima elección contribuirá a espantar la indispensable clase media.
Además, Kirchner lanzó a su hermana Alicia y promocionó armados paralelos de Diego Bossio y Amado Boudou. Lo mismo hizo con Aníbal Fernández y Florencio Randazzo. La lista sigue y se ramifica como una estructura fractal. Sin embargo, un dato político central recorre todas esas tribus que parecen incompatibles, pero remiten a una misma lógica final: construir “por afuera” de Daniel Scioli. Esa es la instrucción. Es decir, tratar de condicionar y vaciar de poder a uno de los candidatos más competitivos de su propio espacio.
¿Qué le pasa a Kirchner con Scioli, un hombre que sufre interminables burlas precisamente por su alineamiento incondicional? La respuesta final sólo la tiene el propio ex presidente, pero algunas incomodidades trascienden. “Kirchner está harto de mirar el número en la espalda de Daniel”, sintetiza un hombre del PJ bonaerense.
Es que con el gobernador sucede algo curioso. Haga lo que haga, siempre mide más que Kirchner. Si el ex presidente recupera intención de voto, Scioli recupera el doble; si cae Kirchner, el gobernador cae, pero menos. Es así, creer o reventar. Y algo todavía más indigesto ocurre con el ex motonauta. Cuando Kirchner lo ataca de manera más o menos visible, Scioli crece. Igual que Pablo Bruera. Y logra otro efecto colateral indeseado cuando también ataca a los intendentes: estos se acercan al gobernador, aq uien siempre vieron más como un ave de paso, que como su líder.
De hecho, en el peronismo no son pocos los que consideran que Scioli sería un mejor candidato para retener el gobierno nacional en el 2011. Se lo hicieron saber a los gobernadores en el encuentro que el PJ realizo en el Chaco, meses atrás cuando Kirchner retomó la conducción partidaria. “Si vos no vas, podríamos intentar con Daniel”, le dijeron palabras más, palabras menos. Suficiente para garantizarse el rencor eterno.
Acaso ese recuerdo ingrato haya regresado a la memoria de Kirchner cuando habilitó a Massa para la interna y prometió reglas justas. Tal vez en las última semanas tomo concviencia que estaba cavando con envidiable ahínco su propia tumba.
"¿Si los dos miden muy bien, porqué no podría ser Scioli Presidente y Massa gobernador?", preguntó filoso a La Política Online un intendente de los que pesan en la provincia. Entonces, com o cada vez que se ve en una encerrona, el ex presidente apuesta al caos, a la demolición total. Moyano, Alicia, Boudou, Bossio, Pérsico, lo que sea, lo que contribuya a desordenar.
Por supuesto que con Scioli también lo separa las visibles diferencias de estilo, políticas y hasta ideológicas. Pero acaso se sumen razones estructurales a esta tensión, casi congénitas a la condición de gobernador bonaerense. Como segundos hombres en la estructura de poder nacional, desde la fundación misma de la República han mantenido una relación tirante con el Presidente. “Kirchner no quiere un nuevo Duhalde”, sintetizan quienes frecuentan al ex presidente.
¿Qué hace Scioli frente a esto? Nada. Y salvo alguna ofensa final, muy difícil que reaccione. “Mientras sigan girándole los fondos todos los meses, Scioli entiende que no hay ningún problema con Kirchner”, afirmó pragmático un hombre de la provincia.
La interna con Cristina y la opción Kirchner gobernador
Son cada vez más los dirigentes que luego de reunirse con Kirchner, comentan sorprendidos que el ex presidente no descarta presentarse como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
¿Por qué pegaría semejante salto? Hay varias razones, pero una muy concreta. En la provincia de Buenos Aires no hay ballotage. O sea que con sacar un voto más que, por ejemplo Francisco de Narváez o Ricardo Alfonsín, sería el próximo gobernador. Escenario atractivo cuando todos los sondeos indican que a nivel nacional perdería de manera estrepitosa un ballotage.
Kirchner teme hacer todo el esfuerzo y el gasto para que en el 2011, reelija Scioli y el pierda en el ballotage. Por eso agita su propia candidatura a gobernador. Si él gana la provincia y la presidencia queda por ejemplo, en manos de un radical. Kirchner se convertiría en el líder indiscutido de la oposición peronista.
Y se suma a esta especulación, las crecientes tensiones que empiezan a percibirse entre Kirchner y su mujer la Presidenta. No parece casualidad que Cristina haya dicho espontáneamente ante la prensa. “¿Porqué otro Néstor, no puede venir otra Cristina?”, dijo entre risas. Humor que para nada comparte Kirchner, que cortó en seco al último obsecuente que le sugirió pensar en ella para el 2011.
Se suma a esto cierto afianzamiento de la Presidenta en el manejo interno del Gobierno. No son pocos los funcionarios que comentan que ven a Cristina más relajada y aplomada. “Kirchner no se banca que ella se haya afianzado en el manejo del gabinete, él ahora en ciertas áreas puede meterse menos”, afirman. Es muy difícil entender cómo funciona esa sociedad política, donde termina el acuerdo y empieza la competencia. Pero hay un dato cierto, Cristina mide mejor que Néstor.
De manera que una vez más, se confirma que el único dato cierto que hay respecto al 2011 es la incógnita. Hoy Kirchner mantiene la iniciativa y recupera algo de intención de voto, pero está parado sobre un tinglado tan inestable como el resto del sistema político. Es decir, da la impresión que en la recta final quedará parado no el mejor, sino el que cometa menos errores. Una tentación en la que el titular de la Unasur suele recaer.
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