A pocas horas de concluido el eclipse total de Luna Sanguinolenta, caben ya algunas reflexiones que se nos antojan – por sus características – en verdad asombrosas. Y no hemos de referirnos aquí a aspectos de orden cósmico sino todo lo contrario. Haremos incapié en lo estrictamente humano. Nos interesa puntualizar la conducta que mostró la gente común – alejada de toda inquietud astronómica – así como el eco que el fenómeno halló en los medios masivos de comunicación y la amplia difusión dada por los usuarios de las redes sociales.
Ha sido, en la Argentina, tan movilizador el acontecimiento que bien puede decirse (siguiendo a Carl Gustav Jung) que algún arquetipo resultó motivador para ello. Tal vez se trate del “Arquetipo del Milenio”; el mismo que generó tantas conmociones en la Europa del Siglo XI al XIII ó bien el del Puer Aeternus que torna a las mentes atraídas por los aspectos mágicos de cuestiones que la Ciencia hoy puede explicar con claridad y precisión. Sin dudas que el fenómeno “eclipse” ha de hallarse inscripto muy profundo en lo Inconsciente Colectivo por haber despertado temor y terror a nuestros antepasados durante milenios y milenios. Aquí tuvimos como valor agregado la circunstancia de que la Luna pasó a exhibir una marcada tonalidad sanguinolenta siempre asociada – también de manera arquetípica – a la violencia, la sangre, el dolor y la muerte. Por algo el planeta Marte – llamado Planeta Rojo por la coloración que muestra a nuestra mirada terrena – fue considerado desde antiguo el “dios de la Guerra.”
Pero, como señalamos párrafos antes, donde nos interesa detenernos es en que – esta vez – la gente se volcó a observar y seguir el acontecimiento aunque tuvo su comienzo ya avanzada la noche y concluyera hacia las dos del día siguiente. Cualquier sitio resultó útil. La calle, un terreno baldío, la vera del Río de la Plata, las terrazas y balcones e, inclusive, diferentes lugares del país caracterizados por sus cielos diáfanos. No es el primer eclipse de Luna en lo que va del siglo, ni tampoco la primera vez en ese lapso que se anuncia una “Luna roja”, pero en ésta ocasión algo despertó en la gente un interés singular.
Los medios de difusión masiva – siempre atentos a estas reacciones – lo comprendieron de inmediato. Así, un diario considerado “serio” como el matutino La Nación (Buenos Aires) publicó en la edición del domingo una página entera sobre el eclipse. Lo llamativo para nuestro análisis es que no lo hizo en la sección dedicada a la ciencia, sino en la de “Sociedad.” Para el diario se trataba de un acontecimiento “social” y tituló: “Espectáculo astronómico. Esta noche se producirá el supereclipse lunar.” Sólo faltaba situar la noticia en el suplemento “Espectáculos” junto a las noticias de los astros de televisión y las fulgurantes figuras del cine.
El Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tampoco quedó ajeno a la comprensión de este despertar popular por el eclipse y destinó varios telescopios en el perímetro del Planetario Galileo Galilei para que la gente pudiera seguir el ocultamiento de la Luna Llena mientras, además, recibía información astronómica explicativa.
Los canales de televisión especializados en noticias tampoco fueron ajenos al hecho. Les interesó de manera superlativa. Casi más que si se tratara de un partido de fútbol internacional. A punta tal que en la mañana del lunes aún continuaban tratando el tema y reiterando las imágenes. C5N, América TV, Crónica TV dedicaron abundante espacio al respecto. Empero, lo más notable a nivel periodístico lo hizo el canal TN, que es quien lidera el raiting de los canales de noticias. Las autoridades del TN destinaron hasta un móvil en Ischigualasto (provincia de San Juan) donde se halla uno de los más diáfanos cielos de la Argentina y, desde allí, junto con otro móvil en el Planetario Galileo Galilei, mostraron a la teleaudiencia todo el acontecimiento desde antes que comenzara hasta cuando concluyó. ¡Fueron más de cinco horas de transmisión casi ininterrumpida! Si no me equivoco, en su momento, el descenso del primer hombre en la Luna no arrojó un maratón tal.
La televisación permitió conocer más detalles sobre el interés despertado en la gente. Así supimos que en Ischigualasto – un real desierto pétreo – había gente que llegó hasta allí sólo con el fin de hacer “meditaciones grupales” en busca de un pronto bienestar. Los micrófonos también permitieron la palabra de astrólogos que se referían a la “energía positiva” emanada del mismo y que, según fuere el signo y ascendente de cada quien, ayudaría en mayor o menor medida.
Párrafo final para las redes sociales. Twitter y Facebook se llenaron de fotos sacadas por los mismos usuarios y comentarios prácticamente todos haciendo referencia al asombro que les despertaba lo que estaban percibiendo. No hubo aquí límites de edad: desde niños hasta mayores. Todos atentos, participando cual si estuvieran asistiendo a un momento crucial del Universo o, al menos, de la Humanidad.
Si nuestra memoria no nos engaña, es la primera vez que se presta tanta atención – de ésta forma – a un eclipse de Luna, por lo que no podemos dejar de advertir que “algo” del orden psíquico y/o espiritual se ha manifestado en la ocasión. “Algo” que antes no estaba vigente. En ésta ocasión nos atrevemos a expresar que más que estar atentos al hecho cósmico en sí mismo, corresponde atender a la conducta psicosocial acontecida.
Antonio LAS HERAS doctor en Psicología Social y magister en Psicoanálisis. Profesor de Psicología Junguiana en la Universidad Argentina John F. Kennedy. Autor de “Manual de Psicología Junguiana” (Editorial Trama, Buenos Aires.) Presidente de la Asociación Junguiana Argentina (AJA)
alasheras@hotmail.com Fax y mensajes: 54-11-4371-1321.
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