LUJAN, Setiembre 04, (PUNTO CERO-Agencia Comunas) Los argentinos somos "tremendistas" además de "opinólogos" y expertos en "todología", condición que nos hizo famosos en el mundo entero.
Creo que a través de esa característica, psicológicamente, saciamos nuestra necesidad de hacer nuestro aporte para remediar los males del mundo y en particular de nuestro país; ¿Quién de nosotros no escuchó o se escuchó diciendo: "Si yo fuera presidente, intendente, diputado....etc". Luego, con la convicción del deber cumplido, nos vamos a nuestra casa para ver qué hay de comer y de paso nos sumergimos en alguna "idiotización televisiva".
Algunos ciudadanos conocen y otros no, que existe una forma responsable y concreta de expresar su aporte de manera comprometida, sobre los problemas que nos preocupan, es el Derecho Constitucional de peticionar a las autoridades que nos remite, democráticamente, a una banca simbólica en los distintos niveles del poder político.
Lo expuesto, me remite al "tremendismo" de querer "legislar sobre el aborto" cuando podemos pensar, primero en una coherente legislación sobre temas que hacen a la prevención y a la educación ciudadana como: una planificación familiar ética y coherente; en educar para la salud psicofísica y socialmente; en hacer prevención que, para la Salud Pública no es "gasto" sino una inversión; en la educación sexual (término tan poco feliz y vapuleado que particularmente denomino: educación para una sexualidad responsable); para el síndrome de la madre-niña, que no pasa por suministrar anticonceptivos gratuitos porque no los van a buscar; y otros enfoques asertivos al respecto.
Ejerciendo nuestro derecho constitucional de "peticionar a las autoridades", orgánicamente, podemos expresar nuestras convicciones y de alguna manera colaborar con nuestros gobernantes, en lugar de ser eternos "quejólogos".
Un ejemplo al respecto sería peticionar que la adopción se agilice, porque esta institución permite que una familia abra con amor los brazos a un niño, cuya madre biológica por alguna razón no puede o no quiere hacerse cargo de él, y esto lo digo sin juzgar, porque considero que dar una niño en adopción es un acto de generosidad de una mujer a otra y de amor hacia su propio hijo. Lo anterior lo expreso vivencialmente, y con convicción porque soy "madre del corazón" y porque mis hijos cuando pequeñitos me preguntaban "si la señora que los había tenido en la panza los habría amado" a lo que respondía, totalmente convencida, que "no lo dudaran porque les habían respetado la vida".
Desde otro enfoque, los médicos y las médicas conocemos que somos personas desde el momento de la concepción, porque en ese preciso instante en que se fusionará el óvulo y el espermatozoide, queda impreso un código genético imborrable en el que permanecerá inscripto el o la que seremos, no solo físicamente sino psicomentalmente.
Luego, en el curso de la vida, van a incidir en nuestro troquelado como personas, otros factores muy importantes como las propias experiencias y vivencias, lo que nos transmitirá nuestra familia, la educación, la cultura y todo un conjunto de acontecimientos que llamamos "socialización".
La genética que es una disciplina científica fascinante, nos enseña que las aptitudes para se heredan, como la capacidad para los distintos tipos de memoria, lo emocional, el temperamento y toda una serie de características más elaboradas que el color de los ojos. Pongo énfasis en lo que digo por aquello de que somos personas desde el momento de la concepción y así lo enseñé, desde lo científico cuando fui docente de Genética Humana en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA).
Por todo lo expuesto, es fácil deducir que no estoy de acuerdo con el aborto, si bien, obviamente respeto a los que no tienen la misma opinión.
El aborto deja una cicatriz indeleble en el útero de la mujer pero, otra mucho más profunda en su alma. En mi opinión, cuando una mujer transita el duro camino del aborto es porque está sola, desesperanzada y no contenida ante una sociedad que es indiferente, y por carencias de políticas del estado (políticas de género) que no pueden darle soluciones, respuestas ni ayuda solidaria; ¡Por favor TODOS hagámonos cargo!
Porque celebro la vida, antes de pensar en legislar sobre el aborto elijo toda una amplia gama de posibilidades asertivas que me parecen más humanas y que van a asegurar, desde mi opinión, el futuro de la humanidad con cada niño al que se le permita nacer.
Creo que a través de esa característica, psicológicamente, saciamos nuestra necesidad de hacer nuestro aporte para remediar los males del mundo y en particular de nuestro país; ¿Quién de nosotros no escuchó o se escuchó diciendo: "Si yo fuera presidente, intendente, diputado....etc". Luego, con la convicción del deber cumplido, nos vamos a nuestra casa para ver qué hay de comer y de paso nos sumergimos en alguna "idiotización televisiva".
Algunos ciudadanos conocen y otros no, que existe una forma responsable y concreta de expresar su aporte de manera comprometida, sobre los problemas que nos preocupan, es el Derecho Constitucional de peticionar a las autoridades que nos remite, democráticamente, a una banca simbólica en los distintos niveles del poder político.
Lo expuesto, me remite al "tremendismo" de querer "legislar sobre el aborto" cuando podemos pensar, primero en una coherente legislación sobre temas que hacen a la prevención y a la educación ciudadana como: una planificación familiar ética y coherente; en educar para la salud psicofísica y socialmente; en hacer prevención que, para la Salud Pública no es "gasto" sino una inversión; en la educación sexual (término tan poco feliz y vapuleado que particularmente denomino: educación para una sexualidad responsable); para el síndrome de la madre-niña, que no pasa por suministrar anticonceptivos gratuitos porque no los van a buscar; y otros enfoques asertivos al respecto.
Ejerciendo nuestro derecho constitucional de "peticionar a las autoridades", orgánicamente, podemos expresar nuestras convicciones y de alguna manera colaborar con nuestros gobernantes, en lugar de ser eternos "quejólogos".
Un ejemplo al respecto sería peticionar que la adopción se agilice, porque esta institución permite que una familia abra con amor los brazos a un niño, cuya madre biológica por alguna razón no puede o no quiere hacerse cargo de él, y esto lo digo sin juzgar, porque considero que dar una niño en adopción es un acto de generosidad de una mujer a otra y de amor hacia su propio hijo. Lo anterior lo expreso vivencialmente, y con convicción porque soy "madre del corazón" y porque mis hijos cuando pequeñitos me preguntaban "si la señora que los había tenido en la panza los habría amado" a lo que respondía, totalmente convencida, que "no lo dudaran porque les habían respetado la vida".
Desde otro enfoque, los médicos y las médicas conocemos que somos personas desde el momento de la concepción, porque en ese preciso instante en que se fusionará el óvulo y el espermatozoide, queda impreso un código genético imborrable en el que permanecerá inscripto el o la que seremos, no solo físicamente sino psicomentalmente.
Luego, en el curso de la vida, van a incidir en nuestro troquelado como personas, otros factores muy importantes como las propias experiencias y vivencias, lo que nos transmitirá nuestra familia, la educación, la cultura y todo un conjunto de acontecimientos que llamamos "socialización".
La genética que es una disciplina científica fascinante, nos enseña que las aptitudes para se heredan, como la capacidad para los distintos tipos de memoria, lo emocional, el temperamento y toda una serie de características más elaboradas que el color de los ojos. Pongo énfasis en lo que digo por aquello de que somos personas desde el momento de la concepción y así lo enseñé, desde lo científico cuando fui docente de Genética Humana en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA).
Por todo lo expuesto, es fácil deducir que no estoy de acuerdo con el aborto, si bien, obviamente respeto a los que no tienen la misma opinión.
El aborto deja una cicatriz indeleble en el útero de la mujer pero, otra mucho más profunda en su alma. En mi opinión, cuando una mujer transita el duro camino del aborto es porque está sola, desesperanzada y no contenida ante una sociedad que es indiferente, y por carencias de políticas del estado (políticas de género) que no pueden darle soluciones, respuestas ni ayuda solidaria; ¡Por favor TODOS hagámonos cargo!
Porque celebro la vida, antes de pensar en legislar sobre el aborto elijo toda una amplia gama de posibilidades asertivas que me parecen más humanas y que van a asegurar, desde mi opinión, el futuro de la humanidad con cada niño al que se le permita nacer.
"Y educar, siempre educar; como docentes, como profesionales, como hermanos de la raza...de lo contrario nos convertiremos en bellos durmientes acostumbrados a la propia ausencia" (Kovadloff, S. "La nueva ignorancia"). (PUNTO CERO-Agencia Comunas).
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