Enfrentar frontalmente al Gobierno no es una conspiración perversa para violentar la voluntad popular ni para alterar el orden institucional de la sociedad.
En el gobierno democrático es responsabilidad de la oposición: combatir las políticas del gobierno de turno que impiden al pueblo construir el bienestar general, la paz interior y gozar de los beneficios de la libertad; que abruman a la población con impuestos para sostener un Gobierno ineficiente y corrupto, que le mienten al país con quimeras y que endeudan irresponsablemente el futuro de los argentinos. En democracia solo se logra enfrentando al Gobierno.
Los gobiernos que generaron la crisis europea fueron defenestrados por los pueblos que los expulsaron, y nadie insinuó que se tratara de una conspiración.
En Argentina las aguas ya están divididas: los que se benefician manteniendo el statu quo actual y la población que sufre el deterioro en carne propia. Nuestra falencia es la inexistencia de una oposición con un mensaje que enfrente al Gobierno.
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