La frase políticamente popularizada “roban pero hacen”, es una perversión de los valores éticos y morales de la vida en sociedad. Los políticos corruptos y sus cómplices defienden esa aberración.
Con ese eslogan se montó el crimen organizado dentro de la Administración Pública, que destruyó su eficiencia, el sentido de cumplimiento del deber de los funcionarios, anuló los organismos de control, y aparecieron los escándalos de robo en:- las viviendas de las Madres de Plaza de Mayo;- subsidios en trenes, y transporte suburbano;- publicidad oficial y fútbol para todos;- sobreprecio en compras y obras;- dilapidación en compra de dirigentes y votos electorales;- etc. etc. etc. La ciudadanía, con su labor diaria, no tiene tiempo para informarse de esos latrocinios ni para evitarlos.
La corrupción llegó a los organismos encargados de la seguridad pública. Crecieron los robos, asesinatos, violaciones, violencia callejera, secuestros, extorsiones, narcotráfico en la vía pública, y liberación de presos para delinquir.
La corrupción argentina es el cáncer de su sociedad, que se ha metastatizado en funcionarios de los tres Poderes y de los organismos públicos.
El actual gobierno no la combatirá por sus compromisos e intereses. Cae en los ciudadanos la responsabilidad de defenderse y eliminar el mal, exigiendo a sus representantes la investigación de los delitos, la sanción de rigurosas leyes penales, administrativas, de celeridad judicial, de procedimientos legislativos que cajonean las denuncias y de participación a los ciudadanos denunciantes en los importes recuperados por el erario público.
Erradicar la corrupción, que altera la sociedad, sus valores, impide el progreso y la seguridad pública, es la SEGUNDA PRIORIDAD NACIONAL para la recuperación del país (La primera es aumentar los salarios y el ingreso per capita). Los argentinos pueden hacerlo.
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